China también se baja de coalición contra los hutíes en el Mar Rojo, ¿por qué?
El gigante asiático antepone su estrategia exterior de no injerencia militar y evita participar en la coalición liderada por EE.UU. para atajar la amenaza de los rebeldes hutíes en el mar Rojo.
El Ministerio chino de Exteriores se ha limitado a pedir que las “grandes potencias cooperen” para “garantizar la seguridad del transporte marítimo en el mar Rojo” y a asegurar que “preservar la seguridad y la estabilidad de la región es de interés común para la comunidad internacional”.
El país asiático hace así oídos sordos a las peticiones del Departamento de Estado de EE.UU., cuyo portavoz declaró: “Veríamos con buenos ojos que China desempeñase un papel constructivo en tratar de evitar ataques” a buques.
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A pesar de que el país asiático cuenta desde 2017 con una base militar en Yibuti, en el estrecho de Bab al Mandeb, que conecta el Mar Rojo con el Golfo de Adén, la participación de China en la coalición dependerá de hasta qué punto los ataques amenacen sus intereses, según analistas locales.
“Que China se una o no dependerá de si los barcos que los hutíes están atacando están relacionados con China”, señaló el comentarista militar Song Zhongping, citado por el diario hongkonés South China Morning Post, quien apostilló que, “según los hutíes, atacarán a los barcos relacionados con Israel, así que los intereses de China no están amenazados”.
“A China, la seguridad en el mar Rojo es un asunto que le preocupa, pero sería una novedad extraordinaria que se sumara a la coalición internacional que propone EE.UU.”, explica a EFE el director del Observatorio de la Política China, Xulio Ríos, que agrega que “no es habitual que China secunde estas propuestas claramente unilaterales, de EE.UU. y sus aliados cercanos”.
Además, existe la sensación entre los comentaristas de las redes sociales chinas de que esta situación tiene su raíz en el apoyo estadounidense a Israel en su ofensiva sobre Gaza y que no corresponde a Pekín arreglar un “desaguisado causado por Washington”.
“EE.UU. toma partido por Israel y pide a los países árabes que acepten su liderazgo en la operación del mar Rojo”, señaló el periodista Hu Xijin en su cuenta en la red social Weibo, preguntándose: “¿Cómo podrían los gobiernos de esos países enfrentarse a su propia opinión pública?”.
Sin embargo, pese a que Hu cree que no se deberían producir “patrullas conjuntas” entre China y EE.UU., precisó que “no es necesario entrar en una relación de mutua exclusión”, dado que “un mar Rojo más seguro es bueno para todos”.
Asimismo, China “podría llevar el asunto al Consejo de Seguridad y enmarcar cualquier decisión en su posicionamiento ante la guerra Israel-Palestina”, apuntó Ríos.
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La sombra de Irán
China e Irán han reforzado en los últimos tiempos sus relaciones, sobre todo a raíz del acuerdo de cooperación de 25 años que Teherán y Pekín sellaron en 2021, que prevé inversiones chinas en los sectores iraníes de energía e infraestructuras, a cambio de petróleo y gas.
Washington ha señalado repetidas veces a Teherán como el principal proveedor de armas de los rebeldes hutíes, algo negado por las autoridades iraníes: “Los hutíes tienen sus propias herramientas y actúan según sus propias decisiones”, declaró el vicecanciller iraní, Ali Bagheri.
Sin embargo, la relación de los rebeldes con Teherán podría disuadir a Pekín de participar en una operación contra los hutíes por temor a contrariar a Irán, país con el que le une una “inquebrantable amistad”, según declaró el pasado febrero el presidente chino, Xi Jinping, durante una visita de su homólogo iraní, Ebrahim Raisí, a China.
Alternativas logísticas
El hecho de que los hutíes hayan evitado atacar a buques chinos no significa que los intereses del país asiático salgan indemnes de la crisis: el pasado 18 de diciembre, al comienzo de los ataques, las navieras chinas COSCO y OOCL suspendieron el transporte por el mar Rojo, la ruta más rápida entre China y Europa.
Además, los datos de la Bolsa de Transporte Marítimo de Shanghái muestran que el transporte de mercancías a Europa se encontraba el 22 de diciembre en 1.050 dólares por TEU (unidad equivalente a un contenedor de veinte pies), dato que representa un aumento del 2,5 % con respecto al de siete días antes, cuando ya había crecido un 4,1 % en la semana previa.
Este encarecimiento y la incertidumbre han causado que empresarios chinos busquen alternativas para transportar sus mercancías, entre ellas la red ferroviaria euroasiática que China ha construido y lleva años promocionando y subvencionando para el transporte de productos a y desde Europa.
“Desde que se agravó la situación en el Mar Rojo, el volumen de consultas sobre el tren entre China y Europa aumentó un 40 %”, según el presidente de una empresa logística Ma Lei, citado hoy por el medio financiero Shanghai Securities Journal.
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Este transporte tiene como ventaja la mayor rapidez, ya que “lleva productos de China a Alemania en 13 días frente a los 40 que necesitan los barcos”, explicó un responsable de la compañía logística Henan Hangyu citado por el diario.
Sin embargo, los trenes tienen una capacidad mucho más reducida que los barcos, siendo “más apropiados para transportar productos de la industria ligera y el comercio electrónico” y no tanto para productos como maquinaria o coches, según un analista del medio.
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El Ministerio chino de Exteriores se ha limitado a pedir que las “grandes potencias cooperen” para “garantizar la seguridad del transporte marítimo en el mar Rojo” y a asegurar que “preservar la seguridad y la estabilidad de la región es de interés común para la comunidad internacional”.
El país asiático hace así oídos sordos a las peticiones del Departamento de Estado de EE.UU., cuyo portavoz declaró: “Veríamos con buenos ojos que China desempeñase un papel constructivo en tratar de evitar ataques” a buques.
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A pesar de que el país asiático cuenta desde 2017 con una base militar en Yibuti, en el estrecho de Bab al Mandeb, que conecta el Mar Rojo con el Golfo de Adén, la participación de China en la coalición dependerá de hasta qué punto los ataques amenacen sus intereses, según analistas locales.
“Que China se una o no dependerá de si los barcos que los hutíes están atacando están relacionados con China”, señaló el comentarista militar Song Zhongping, citado por el diario hongkonés South China Morning Post, quien apostilló que, “según los hutíes, atacarán a los barcos relacionados con Israel, así que los intereses de China no están amenazados”.
“A China, la seguridad en el mar Rojo es un asunto que le preocupa, pero sería una novedad extraordinaria que se sumara a la coalición internacional que propone EE.UU.”, explica a EFE el director del Observatorio de la Política China, Xulio Ríos, que agrega que “no es habitual que China secunde estas propuestas claramente unilaterales, de EE.UU. y sus aliados cercanos”.
Además, existe la sensación entre los comentaristas de las redes sociales chinas de que esta situación tiene su raíz en el apoyo estadounidense a Israel en su ofensiva sobre Gaza y que no corresponde a Pekín arreglar un “desaguisado causado por Washington”.
“EE.UU. toma partido por Israel y pide a los países árabes que acepten su liderazgo en la operación del mar Rojo”, señaló el periodista Hu Xijin en su cuenta en la red social Weibo, preguntándose: “¿Cómo podrían los gobiernos de esos países enfrentarse a su propia opinión pública?”.
Sin embargo, pese a que Hu cree que no se deberían producir “patrullas conjuntas” entre China y EE.UU., precisó que “no es necesario entrar en una relación de mutua exclusión”, dado que “un mar Rojo más seguro es bueno para todos”.
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La sombra de Irán
China e Irán han reforzado en los últimos tiempos sus relaciones, sobre todo a raíz del acuerdo de cooperación de 25 años que Teherán y Pekín sellaron en 2021, que prevé inversiones chinas en los sectores iraníes de energía e infraestructuras, a cambio de petróleo y gas.
Washington ha señalado repetidas veces a Teherán como el principal proveedor de armas de los rebeldes hutíes, algo negado por las autoridades iraníes: “Los hutíes tienen sus propias herramientas y actúan según sus propias decisiones”, declaró el vicecanciller iraní, Ali Bagheri.
Sin embargo, la relación de los rebeldes con Teherán podría disuadir a Pekín de participar en una operación contra los hutíes por temor a contrariar a Irán, país con el que le une una “inquebrantable amistad”, según declaró el pasado febrero el presidente chino, Xi Jinping, durante una visita de su homólogo iraní, Ebrahim Raisí, a China.
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El hecho de que los hutíes hayan evitado atacar a buques chinos no significa que los intereses del país asiático salgan indemnes de la crisis: el pasado 18 de diciembre, al comienzo de los ataques, las navieras chinas COSCO y OOCL suspendieron el transporte por el mar Rojo, la ruta más rápida entre China y Europa.
Además, los datos de la Bolsa de Transporte Marítimo de Shanghái muestran que el transporte de mercancías a Europa se encontraba el 22 de diciembre en 1.050 dólares por TEU (unidad equivalente a un contenedor de veinte pies), dato que representa un aumento del 2,5 % con respecto al de siete días antes, cuando ya había crecido un 4,1 % en la semana previa.
Este encarecimiento y la incertidumbre han causado que empresarios chinos busquen alternativas para transportar sus mercancías, entre ellas la red ferroviaria euroasiática que China ha construido y lleva años promocionando y subvencionando para el transporte de productos a y desde Europa.
“Desde que se agravó la situación en el Mar Rojo, el volumen de consultas sobre el tren entre China y Europa aumentó un 40 %”, según el presidente de una empresa logística Ma Lei, citado hoy por el medio financiero Shanghai Securities Journal.
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Este transporte tiene como ventaja la mayor rapidez, ya que “lleva productos de China a Alemania en 13 días frente a los 40 que necesitan los barcos”, explicó un responsable de la compañía logística Henan Hangyu citado por el diario.
Sin embargo, los trenes tienen una capacidad mucho más reducida que los barcos, siendo “más apropiados para transportar productos de la industria ligera y el comercio electrónico” y no tanto para productos como maquinaria o coches, según un analista del medio.
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