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1. “La oposición está conformada por grupos “yihadistas” que…”:
Pareciese de poca importancia explorar alternativas a cómo referirse a los grupos que conforman la oposición siria que derrocaron al presidente Bashar al-Ásad teniendo en cuenta las imágenes y videos de júbilo entre la mayoría de los sirios y en especial de los refugiados que anhelan el regreso a sus tierras. Sin embargo, no por ello el lenguaje pierde importancia. ¿Alguna vez te has preguntado si el término “yihadista” te ayuda a comprender las motivaciones de estos y otros grupos de la región? Seguramente la respuesta es no.
Este concepto no traduce “guerra santa”, sino que denota esfuerzo en el idioma árabe y en el contexto religioso islámico significa aquel esfuerzo por agradar a Alá (Dios) con tus actos. El profeta Mujámmad enfatizó siempre que el yihad es esa lucha espiritual interna por combatir la maldad dentro de ti. Si se desea profundizar el tema de la guerra en el islam, en árabe y en el Corán encontramos los términos de harb y qital. En este orden de ideas, calificar a algunos grupos armados como de “yihadistas” no solo es impreciso sino que no contribuye a entender sus motivaciones políticas, económicas y sociales. Ocurre lo mismo con la expresión “islamistas”. Poner demasiado énfasis en el islam no te ofrecerá respuestas útiles. Como sugerencia, evita agrupar a todas las organizaciones armadas en un mismo saco, no necesariamente debes rotularlos bajo uno o dos términos. Resulta mejor analizar a cada uno en su contexto histórico y político. En el presente caso, son varios grupos cuya agenda en la práctica está por verse. Tener amplitud conceptual permitirá un mayor debate.
¿Y entonces cómo tratar de entender lo que sucede en Siria? Si bien las explicaciones se encuentran en décadas de autoritarismo, el año de 2011 o las revueltas populares en Oriente Medio y Norte de África son un buen punto de partida. Sin embargo, para ello es necesario observar algunos puntos adicionales.
2. Siria: contexto histórico básico
El territorio del que estamos hablando tiene una extensa historia antigua. El paso de los amorreos, cananeos, asirios, hititas, arameos, griegos, romanos así como el advenimiento de las religiones cristiana e islámica, hacen de esta zona geográfica de interés general. Sin embargo, el Estado nación actual de Siria fue creado recientemente, particularmente desde el 1920 al igual que muchos en la región de Oriente Medio. Los antecedentes inmediatamente anteriores a dicho año nos invitan a recordar las diferentes luchas de las poblaciones del Bilad al-Sham (la manera como los árabes definieron a la antigua siria histórica que abarcaba a muchos de los Estados vecinos) contra el Imperio otomano, aunque también es cierto que tuvo partidarios locales hasta su caída.
Luego, cayó bajo el colonialismo europeo, concretamente el llamado mandato francés (1920-1946). Como antesala se encuentra el Acuerdo Sykes-Picot (1916), un entramado colonial en el que se decidió arbitrariamente el reparto de la gran siria histórica entre franceses y británicos. Los diferentes pueblos en Siria se opusieron nuevamente a esta realidad colonialista, por ejemplo, con la decisión del Congreso Sirio de reconocer como rey de Siria a Faisal (1918-1920), hijo del recordado Sherif Hussein (líder de la revuelta árabe). A pesar de ello, estos pueblos europeos se impusieron por la fuerza por medio de los acuerdos entre Clemenceau y Lloyd George (1919), al igual que la Conferencia de San Remo (1920), que negaron el derecho a la autodeterminación de los pueblos nativos. Estos episodios nos ayudan a entender por qué no es tan creíble el anhelo de algunas potencias del hemisferio occidental de querer el bienestar de los sirios.
Por diferentes circunstancias propias de la Primera y Segunda Guerra Mundial que exceden el propósito de este texto, Siria obtiene la independencia en 1946 con una constitución política y democracia parlamentaria, pasando un periodo convulso entre golpes militares y experimentos políticos como la República Árabe Unida. Hacia 1963 llegó al poder el partido político Baath (fundado en 1947), un movimiento de orientación socialista, al menos en el papel, con tintes ideológicos panarabistas, entre otras influencias (el Baath iraquí tiene una historia diversa). En su conformación participaron cristianos como Michel Aflaq y musulmanes como Salah al-Din al-Bitar.
Años más tarde, Siria cayó bajo el dominio de la familia al-Ásad, periodo dividido en dos fases: Háfez al-Ásad (1970-2000) y su hijo el derrocado Bashar al-Ásad (2000-2024). No fueron gobiernos idénticos sino con particularidades por explorar en otro texto, aunque el autoritarismo, la corrupción y un campo limitado para la sociedad civil, fueron recurrentes. En este entramado histórico siempre se vio el juego de favorecimiento de algunas comunidades sobre otras y por ello es relevante observar la configuración de etnias y religiones en Siria. No hay una experiencia única y singular de todos los sirios.
3. “Los sirios piensan que…”: Siria, un territorio con diversidad étnica y religiosa
Actualmente hay una población (aproximada) de 25 millones de habitantes y, contrario a lo que se suele decir de manera simplista, no es un país que se entienda solo a partir de lo árabe o lo islámico. Sus grupos étnicos más importantes son los árabes (incluyendo a los refugiados palestinos), kurdos y armenios. Un porcentaje restante agrupa a turcomanos, asirios y circasianos. Finalmente, hay una población rural de importancia, siendo las tribus un elemento a considerar siempre en el análisis. Entender a Siria implica tener noción de esta diversidad étnica pues por ejemplo la agenda kurda no está de acuerdo con procesos arabizantes.
A nivel religioso, si bien la gran mayoría son musulmanes sunníes (75% aprox.), recordemos que el territorio es hogar de comunidades shiitas alauíes (o de manera más precisa: nusairíes, 12% aprox.), ismaelíes y duodecimanos, pero también importantes grupos que escapan a la dicotomía sunní-shií como los drusos y los izidí (o yazidíes). Además, la presencia cristiana en Siria es fundamental, con comunidades que incluyen a fieles de la Iglesia Siriaca Ortodoxa de Antioquía, así como a griegos ortodoxos, católicos griegos, católicos sirios, católicos armenios, maronitas, protestantes, nestorianos y caldeos, entre otros. Otra particularidad interesante es la supervivencia de comunidades en Maalula que hablan el arameo. También hay una escasa comunidad judía.
Como observas, definir todo alrededor de lo árabe o islámico demuestra la poca profundidad de algunos analistas y no es tan fácil hablar de lo que desean “los sirios”. No está de más recordar que los Estados nación son comunidades imaginadas.
4. ¿Cuál es el origen del grupo Hayʼat Tahrir al-Sham y quién es Abu Mujámmad al-Yulani?
La oposición siria que logró la caída de Bashar al-Ásad es supremamente diversa, por lo cual hablaremos brevemente del grupo que aparentemente tiene el mayor liderazgo: Hayʼat Tahrir al-Sham (HTS) o “El comité para la liberación del Sham”, liderado por Ahmed al-Sharaʼa conocido bajo el alias de Abu Mujámmad al-Yulani, de quien se sabe algunos aspectos de su vida.
Nació en Siria y su familia es oriunda de los Altos del Golán, región ocupada por Israel. Participó en grupos vinculados con al-Qaida en Iraq en el contexto de la ocupación estadounidense en 2003. Fue arrestado en 2005 y enviado al Campo Bucca, lugar donde se gestaría el futuro Estado Islámico. Fue liberado tiempo después y en 2011 en el periodo de las revueltas antigubernamentales en Siria decide regresar a su país, no sin antes, entrar en contacto con el difunto fundador del Estado Islámico Abu Bakr al-Bagdadi, quien lo financió por un tiempo. Hacia el año de 2012 funda la filial de al-Qaida en Siria llamada Yabhat al-Nusra (El Frente de la Victoria). Es importante anotar, que en la historia del país no hubo antecedentes de grupos integristas y solo en dicho escenario de caos y guerra, esta ideología tuvo recepción entre algunos habitantes.
Esta organización, junto con otras como Ahrar al-Sham (Los Libres del Sham) y el mismo Ejército Libre Sirio (desertores de las fuerzas armadas gubernamentales), recibieron apoyo político, económico y armamentístico de diversas naciones. Como resultado, desplazaron a los manifestantes pacíficos o no adscritos a una ideología o grupo en particular. El gobierno por su parte recibió el espaldarazo de Rusia, a partir de las campañas aéreas en Alepo en 2015 y de milicias y grupos populares iraníes e iraquíes, así como del Hezbolá libanés. La guerra se tornó cruenta por muchos años e ignorada por el mundo creó un balance favorable para el oficialismo. Los opositores mantuvieron control principalmente de Idlib ubicada al noroeste de Siria.
En 2016 anunció su desvinculación con al-Qaida y el Estado Islámico, así como la nueva denominación de su grupo (HTS), que implica un proyecto más grande: el tratar de unir a diversos grupos étnicos y religiosos bajo una especie de nacionalismo sirio, combinado con un salafismo que cree en la lucha armada. De 2017 a 2024 parecía que Bashar permanecería en el poder bajo una paz autoritaria fruto de diferentes iniciativas y diálogos de paz como Ginebra I y II, además del proceso de Astaná en 2017, contando con apoyos a nivel mundial como su reingreso a la Liga Árabe (organismo en desuso) y la normalización de relaciones diplomáticas con países como Emiratos Árabes Unidos. Sin embargo, factores como el fortalecimiento del HTS y otros grupos en Idlib, el desmoronamiento del ejército oficial, la guerra Rusia-Ucrania, los distintos desafíos que tiene Irán, la etapa crítica que vive Hezbolá en Líbano, entre otros, explican la caída de Bashar al-Ásad en diciembre de 2024.
5. No se trata de “sunníes contra shiíes” sino de la lucha contra el autoritarismo: el pueblo todavía quiere que caiga el régimen.
Finalmente, en algunas redes sociales, reaparece el discurso de “la eterna rivalidad sunní/shií” como forma de explicar lo que ocurre en Siria. Si realmente el lector desea entender con profundidad estos y futuros escenarios de conflicto, le sugiero desechar esta tesis pues en este caso no aplica a cabalidad. En efecto, hay una agenda religiosa pero no ayuda a entender toda la situación. No es cierto que el gobierno de Bashar se pudiese caracterizar de “shiita”. Si bien él y su familia fueron criados bajo la fe alauí, esta pertenencia religiosa no explica en su totalidad la forma autoritaria de gobierno. El alauismo (o mejor nusairismo), brevemente, es una corriente del islam shiita, que integra elementos de otras tradiciones como el cristianismo. No hay consenso en la academia de su pertenencia o no al islam. Además, ni los shiitas ni los sunníes son bloques homogéneos. Los opositores a Bashar no representan al sunnismo, al igual que el expresidente al shiismo o a toda la comunidad alauí/nusairí. La alianza de al-Ásad con Irán no se explica porque “ambos eran shiitas” pues además de pertenecer a grupos distintos (alauíes y duodecimanos), Bashar no es un hombre conservador religioso, como sí lo podría ser el ayatolá Alí Jameneí. Su alianza se explica por factores geográficos, políticos y económicos. Hay de hecho shiíes en contra de Irán (p. ej. la corriente de Muqtada al-Sadr en Iraq) y hay grupos con agenda propia como Ansar Alá (“hutíes”) en Yemen quienes de hecho acaban de hacer una propuesta de alianza bélica al HTS contra Israel. Lo anterior desde el discurso de “sunnitas contra shiitas” sería imposible. Es claro que en Oriente Medio hay una retórica sectaria que está creciendo pero la sugerencia es explorar con detalle.
Finalmente, restan varios interrogantes, pero no son los únicos. Primero, aclarar la postura de las Fuerzas Democráticas Sirias, una organización liderada por los kurdos pero que incluye a otros grupos étnicos y religiosos. Si bien se opusieron a Bashar, no está del todo clara su relación con HTS y grupos afines. Segundo, el futuro inmediato de la población civil alauí. Tercero, qué debe de hacer la “comunidad internacional” con los ánimos expansionistas israelíes, que esta vez aprovechan para profundizar su ocupación de los Altos del Golán sirios.
Hay mucho más por aprender de Siria, pero estos aspectos nos sirven para darles seguimiento a los acontecimientos y comprender cada día mejor la región del Medio Oriente que a menudo es presentada con simplismo. Profundicemos, complejicemos y debatamos. Esperemos el pueblo sirio sepa superar esta nueva etapa en su larga historia y, si llega el autoritarismo, lo derroque nuevamente.
* Docente Pontificia Universidad Javeriana.
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