Claves para aproximarse al conflicto palestino-israelí
El Espectador entrevistó a los docentes de la Universidad Javeriana Silvia Cogollos (SC), del Departamento de Historia, y Manuel Camilo González (MG), del Departamento de Relaciones Internacionales, para dar una perspectiva del conflicto actual en Oriente Medio desde la academia.
Hugo Santiago Caro
¿Cómo replantear el sistema internacional? Lo que puede ser una respuesta eficiente de instituciones como la ONU.
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¿Cómo replantear el sistema internacional? Lo que puede ser una respuesta eficiente de instituciones como la ONU.
SC: en todos los conflictos tienen que existir organismos internacionales porque es una forma de organizar las relaciones entre los Estados. La cuestión es que si los Estados firman, es porque están de acuerdo. Pero ¿qué pasa ahora? Tampoco se trata de que hay que utilizar la violencia para que se cumplan, pero no sé si hay que renovarla, cambiarla.
Por ejemplo, el famoso Consejo de Seguridad, allá están las distintas posiciones de los líderes mundiales. Está la geopolítica mundial, entonces depende de los intereses. Se aprueba o no, se mitiga, se negocia en términos de la declaración, etc. Uno se pregunta ahora cómo van a tratar que este conflicto no escale más, cómo se va a tratar de tranquilizar. Ahora viajó Biden a Israel, y creo que el apoyo de Estados Unidos a Israel viene de tiempo atrás, como una forma de contención frente a todos estos Estados árabes, de acuerdo o no de acuerdo con las políticas de Estados Unidos. Aquí hay que mencionar a la Unión Europea. Funciona un poco igual, negocia de una forma muy parecida.
MG: siento que Naciones Unidas tiene un fallo de origen. Se pensó como un organismo supranacional, pero los Estados son muy recelosos de entregar soberanía y terminó siendo una institución intergubernamental donde todo se negocia. Es decir, donde los Estados tienen más poder que incluso las instituciones. Tanto así, que el balance de poder termina configurando los acuerdos y las reglas.
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De otra forma, desde las relaciones internacionales, desde la academia, ¿qué soluciones se pueden plantear?
MG: siempre apuesto por el diálogo, pero hay una serie de condiciones que tienen que cambiar entre las partes.
Es decir, no hacerse de la vista gorda frente a ciertas situaciones que aparecen en las partes. Uno no puede condenar la violencia de una parte y no condenar la otra. Si todos al final de cuentas vamos a estar en una mesa de negociación, tienen que ser pares. No es una subordinación de una parte hacia la otra. Si Naciones Unidas tuviera que recobrar la credibilidad que ha perdido durante todo este tiempo, pues creo que lo primero sería cumplir ese plan de partición de 1947. El asunto es que la realidad se estrella. Por inercia los judíos están acostumbrados a tener ese territorio. No obstante, el problema es que los palestinos no han dejado de reivindicarlo.
SC: aquí habría que preguntar: ¿hasta dónde los israelíes están dispuestos a ceder, sobre todo en estos asentamientos donde hay comunidades de colonos muy violentas? ¿Hasta dónde están dispuestos a retirarse? Alcanzaría a pensar que la Autoridad Palestina, Al Fatah, estaría dispuesta a conciliar. ¿Hamás? No creo. También estoy de acuerdo, hay que sentarse y tiene que haber una simetría entre los actores. Hay que reconocer que el Estado de Israel existe, es una realidad, pero también hay que reconocer la posibilidad de un Estado palestino. La cuestión es que en las condiciones actuales con Cisjordania por acá, Gaza del otro lado e Israel en la mitad: ¿cómo funcionan como enclave? De alguna forma, ¿cómo conectar esas dos poblaciones? ¿Cómo se van a comunicar si el de la mitad no los deja y qué garantías va a tener ese paso?
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¿Cómo debemos entender este conflicto como una sociedad civil de Occidente?
SC: desafortunadamente se construyen narrativas y, de acuerdo con las preferencias, hay un bueno y hay un malo. Aparentemente, es un conflicto que está lejano, que no es común y no podemos caer en eso, en las narrativas de que si estamos con estos, entonces estamos con el genocidio. ¿Esas narrativas a qué llevan? Llevan a antisemitismo, islamofobia, porque a los palestinos se les identifica clarísimamente con lo musulmán, cuando hay palestinos que son cristianos. También lleva a expresiones violentas, de odio. ‘Voy a atentar contra ese que es judío o musulmán’. Como sociedad civil tenemos que ser conscientes de que primero hay que acercarnos y conocer qué es lo que pasa, qué es el conflicto: ¿quiénes son los palestinos? ¿Quiénes son los israelíes? El 70 % de la población israelí es judía, pero hay un 20 % que es árabe.
Tampoco se trata aquí de priorizar o discriminar a todos los judíos del mundo. Hay mucha población israelí que no está de acuerdo con las políticas del gobierno, hay muchas organizaciones israelíes que reconocen la existencia y que debe existir un Estado palestino. Lo mismo para el caso de palestinos, es que no hay que verlo como que se están matando y se odian. Por supuesto, tú encuentras también en Israel grupos ultraortodoxos y radicales que no aceptan por ningún motivo la creación de un Estado palestino y viceversa. Pero lo más básico es el reconocimiento del otro, la no violencia como mecanismo, el acercarnos al conocimiento, no empezar a hablar sobre este tema si no lo conocemos, confiar en que en este conflicto se puedan sentar, que puedan dialogar.
MG: primero, desde los ciudadanos, muchas veces por redes sociales, por la inmediatez de la información, las personas suelen tomar una posición dependiendo de las preferencias, dependiendo de su afinidad política e ideológica. No es bueno ese consumo excesivo de información sin digerirlo bien.
Hay que entender que en los dos bandos hay culpabilidades, pero también en los dos bandos pueden existir las soluciones, que es lo que hablamos un poco de que en el bando de Israel hay gente que favorece, digamos, la creación de un Estado palestino, pero hay otros a los que no les favorece de ninguna forma, y lo mismo pasa del lado de Palestina. Segundo, en términos de los que toman decisiones, los decision makers, el punto de referencia tiene que ser el derecho internacional. No hay otra solución, salirse de eso básicamente es provocar más problemas. La idea es respetar el derecho internacional, la idea de respetar las resoluciones de Naciones Unidas, que es básicamente el acuerdo que todos hicieron para que este mundo estuviera en paz y seguro, que obviamente no se ha respetado.
Algo muy importante es entender que en este tipo de conflictos hay que tener mucha mesura. Los discursos terminan generando esas narrativas que llaman a la acción. Uno pensaría que simplemente son palabras vacías, pero envalentonan, motivan. Entonces hay que cambiar esos discursos de odio por unos discursos más ligados al conocimiento, más ligados a la idea de que hay que abordar estos conflictos a través de la razón.
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