Comienza la era Bolsonaro en Brasil

El ultraderechista Jair Bolsonaro tomará posesión mañana como presidente de los brasileños acompañado por un gabinete estrictamente conservador. ¿Podrá el polémico candidato cumplir con su discurso electoral?

Camilo Gómez Forero
31 de diciembre de 2018 - 02:00 a. m.
Un gigantesco operativo militar garantizará la seguridad de Jair Bolsonaro durante la ceremonia de posesión.  / AFP
Un gigantesco operativo militar garantizará la seguridad de Jair Bolsonaro durante la ceremonia de posesión. / AFP
Foto: AFP - CARL DE SOUZA
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Tras superar una turbulenta campaña electoral, llena de polémicas declaraciones, la hora de la verdad ha llegado para los brasileños. El presidente electo del país, Jair Bolsonaro, tomará posesión mañana en una ceremonia que se celebrará en Brasilia bajo un gigantesco operativo militar, que incluye el despliegue de más de 3.000 hombres de las Fuerzas Armadas, aviones de combate y antimisiles. Después de que el nuevo mandatario presente juramento, comenzará el verdadero reto para su gobierno: demostrar que puede superar su retórica electoral y llevar a Brasil por un buen camino.

Bolsonaro, quien es reconocido por su línea ultraderechista y sus polémicas declaraciones sobre mujeres, negros y homosexuales, llega con un alto porcentaje de legitimidad conferido por su contundente victoria en las urnas el pasado 28 de octubre. Además, el militar retirado de 63 años también cuenta con el respaldo del mundo de los negocios, que fue seducido por sus promesas de recortes fiscales y privatizaciones. Por último, el nuevo inquilino del Palacio del Altiplano tiene la ventaja de que la oposición está dividida y que los partidos de centro quedaron reducidos a fuerzas inexpresivas en las pasadas elecciones. Sin embargo, gobernar no será una tarea fácil para Bolsonaro por varias razones. Le recomendamos: ¿Quién es Jair Bolsonaro, el Donald Trump brasilero?

En primer lugar, Bolsonaro recibe un país devastado en el ámbito económico, político y social. La nación, potencia en exportación de materias primas, aún está saliendo de una gran recesión que revirtió los logros del período de bonanza. No solo la corrupción será uno de los problemas que tendrá que llegar a combatir, sino la complejidad del mercado laboral. Brasil tiene 12,2 millones de desempleados al cierre del informe del último trimestre de 2018. Aunque la cifra de desempleo se redujo en una décima en noviembre del presente año, esta característica se debe al aumento de la informalidad, lo que conduce a que muchos brasileños no se están vinculando formalmente a empresas. Además, las estadísticas publicadas tras las elecciones presidenciales revelaron que la brecha entre ricos y pobres, blancos y negros, población urbana y rural todavía es gigantesca.

Del otro lado, el Partido Social Liberal (PSL) del mandatario cuenta con apenas 52 de los 513 escaños en el poder legislativo, por lo que será la segunda bancada de una destruida Cámara de Diputados. Para asegurar la gobernabilidad, Bolsonaro tendrá que mantener contentos a los lobbies de otros partidos que le dieron un apoyo clave en campaña, además de a los grandes productores agrícolas, a las ultraconservadoras iglesias pentecostales y a los defensores del porte libre de armas, a quienes ya les anunció novedades para garantizar la libertad de posesión de armas de fuego en el país. Para dar la batalla desde su oficina ante tan complejos retos, el mandatario ha formado un equipo que va acorde con su estricta línea derechista en su administración, comenzando por su fórmula vicepresidencial, Hamilton Mourao, quien es un general de línea dura que, como el presidente, dice lo que piensa sin miedo a represalias ni a las polémicas que pueda desatar. Esto puede ser de su interés: ¿Por qué negros, mujeres y gais votan por Bolsonaro?

Bolsonaro, nostálgico de la dictadura militar de 1964 a 1985 en Brasil, eligió a siete militares retirados para componer su equipo de 22 ministros. Varios de ellos, cabe destacar, pasaron por la misma escuela militar en la que se graduó Bolsonaro, la de Agulhas Negras, en la localidad de Resende, en Río de Janeiro.

La lista la encabezan los generales de la reserva del Ejército Fernando Azevedo e Silva, que estará al frente de la cartera de Defensa; Augusto Heleno Ribeiro, en el Gabinete de Seguridad Institucional, y Carlos Alberto dos Santos Cruz, en la Secretaría de Gobierno. Azevedo e Silva es el que tiene un perfil más político. Ha servido en los tres poderes del Estado y para diferentes gobiernos. Augusto Heleno Ribeiro cuidará de la seguridad del presidente y tendrá bajo su mando la Agencia Brasileña de Inteligencia. En un momento de la campaña fue barajado como la fórmula vicepresidencial del candidato. En una reciente entrevista para una radio local, Ribeiro afirmó que “los derechos humanos son, básicamente, para humanos derechos”. Cruz, finalmente, quien formó parte de las misiones de paz en Haití y en el Congo y fue secretario de Seguridad en el gobierno del actual presidente, Michel Temer, hasta que en junio pasado pasó a ser consultor de la ONU, será el puente entre el gobierno y los estados y municipios, así como con el Congreso. Le puede interesar: Extreman la seguridad para la posesión de Bolsonaro

En el Ministerio de Economía optó por el ultraliberal Paulo Guedes; en la cartera de Exteriores, por Ernesto Araújo, un diplomático convencido de que Donald Trump es la “salvación de Occidente”, mientras que Damares Alves, una pastora evangélica, dirigirá el Ministerio de la Mujer, Familia y Derechos Humanos. Una mujer que se ha opuesto a la despenalización del aborto, que no comparte la unión entre homosexuales ni el concepto de identidad de género.

Además, el presidente le pidió a Sergio Moro, el reconocido juez anticorrupción que destapó el escándalo del Lava Jato y llevó al expresidente Luiz Inácio Lula da Silva a prisión, que liderara el Ministerio de Justicia. Aun con todos los hombres del presidente militando en su misma línea política, los días que se avecinan no son fáciles.

Jair Bolsonaro ya ha tenido que dar marcha atrás a algunas de sus promesas de campaña o, por lo menos, ha tenido que dejarlas en remojo. La reforma a las pensiones, que fue un punto central de su discurso electoral, encuentra resistencia en sus propias filas. El acercamiento con el gobierno de Israel también ha generado desconfianza entre los exportadores brasileños, que temen represalias de los países árabes por la nueva amistad que ha surgido con el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.

“Estamos en vísperas de la asunción del presidente electo y aún hay una gran incógnita sobre cómo será el gobierno”, aseguró el profesor Rogério Bastos Arantes, de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de São Paulo (USP). “Bolsonaro tiene que decirle a la sociedad lo que pretende hacer positivamente, no solo negativamente. Es muy difícil gobernar y relacionarse con las instituciones con base en su retórica de campaña”, complementa Bastos.

Bolsonaro ha ignorado, hasta el momento, otro reto importante de su gobierno: la protección ambiental. Los intereses de la administración con el sector minero prevén un conflicto en esta área. En campaña, el mandatario anunció que retirará al país del acuerdo de cambio climático COP21, lo que deja a la Amazonia, el mayor pulmón del mundo, a la deriva de un plan de protección medioambiental.

La administración de Bolsonaro ya ha revelado detalles de su plan de gobierno para los primeros cien días, destacando una ceremonia de celebración para el 11 de abril en la que se destacarán los logros alcanzados. Para ese entonces, el país y la región ya se habrán hecho una idea de cómo funciona el gobierno del ultraderechista.

Mañana, rodeado de al menos doce jefes de Estado, en su mayoría de países de la región, y representantes de más de sesenta países, se dará inicio a la era Bolsonaro en Brasil.

Por Camilo Gómez Forero

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