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Con la tercera reelección de Xi Jinping, en China se viene más autoritarismo

En un movimiento inédito, Xi Jinping, presidente de China, fue reelecto para un tercer periodo. Esta vez tendrá más poder que nunca.

José David Escobar Franco
24 de octubre de 2022 - 02:00 a. m.
Un hombre observa a Xi Jinping, presidente de China, durante la presentación del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista. / AFP
Un hombre observa a Xi Jinping, presidente de China, durante la presentación del Comité Permanente del Politburó del Partido Comunista. / AFP
Foto: AFP - STR
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Desde este fin de semana, Xi Jinping, presidente chino, se ratificó como el líder más poderoso de China desde la era de Mao Zedong. Aunque su nombramiento formal como presidente de China para un tercer período ocurrirá en marzo de 2023, durante las sesiones legislativas anuales del gobierno, la reelección de aliados muy cercanos a Xi en el nuevo Comité Permanente del Politburó, formado por siete miembros, le asegura su ratificación.

Es la primera vez que un presidente chino ejerce un mandato de tres períodos. Antes no era posible, pero en 2018 él mismo, como jefe de Estado, modificó la Constitución y abolió el límite presidencial de dos mandatos que había establecido el reformista Deng Xiaoping, en 1982, para evitar la figura de un líder autócrata, como ocurrió con Mao Zedong.

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En su discurso ante la prensa en el Gran Palacio del Pueblo en Pekín, Xi afirmó que intensificará sus esfuerzos para construir una nación “socialista moderna” y aseguró que China ofrecía al mundo una opción nueva para modernizarse. Según le dijo a la AFP Holly Snape, académica de la Universidad de Glasgow especialista en China, es la primera vez que en ese contexto se habla de modernización.

“Un nuevo modelo de mundo”

“Ahora estamos dando pasos confiados en un nuevo viaje para convertir a China en un país socialista moderno en todos los aspectos, para avanzar hacia la meta del segundo centenario y abrazar el gran rejuvenecimiento de la nación china en todos los frentes a través del camino chino hacia la modernización”, afirmó el mandatario.

Camilo Defelipe, experto en China, docente de estudios de área y de política exterior de Asia Pacífico y doctorando de la East China Normal University, “el socialismo moderno es lograr un balance entre economía de mercado, prosperidad general, sostenibilidad y estabilidad política, algo en lo que el dogma neoliberal de Occidente ha fallado”. A esto se suma una apuesta por inculcar disciplina ideológica y moral. En ese sentido, puede esperarse que China no “imponga” esos objetivos mediante la fuerza o coerción económica, sino que se promocione como un ejemplo exitoso de modernización y desarrollo tecnológico.

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Los réditos económicos que China coseche en el exterior le servirán para mejorar el rendimiento en el país, aun no recuperado de la pandemia. El covid-19 implicó que China tuviera una gran contracción económica y esta continuó aún dos años después de la pandemia. Entre tanto, China implementó la política “cero covid”, que permitió al Estado ejercer mayores controles sobre la población y decretar frecuentes confinamientos, pero los chinos están cansados de esos controles. Según el medio China Daily, el país no tiene planes de mediano plazo para acabar esa política y, a la fecha, menos del 86 % de la población de tercera edad ha sido vacunada por completo. Por eso, la actitud jovial de Nicolás Maduro, Vladimir Putin, Evo Morales y Kim Jong-un, quienes felicitaron a Xi por su triunfo, contrasta con la baja expectativa de los pocos ciudadanos chinos que se atrevieron a hablar en un reportaje que hizo la AFP en Pekín.

En su política exterior, se puede esperar que China busque “reconstruir” valores universales contra los que Occidente ha atentado, mediante el colonialismo. En esta agenda, China quizá privilegie la innovación tecnológica a la vez que atiende la crisis medioambiental. Para esto último, China también ha promovido el discurso de la “civilización ecológica”, algo similar a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Todo esto es en realidad la continuidad de una narrativa que Xi Jinping ya venía impulsando, pero ahora tendrá más poder para hacerlo.

Un mensaje de autoridad

En el acto ante el Congreso hubo más hitos históricos. En lo que fue quizás el hecho más insólito, el expresidente Hu Jintao fue obligado a salir del auditorio del Congreso. Antes de las votaciones, el exmandatario de 79 años estaba sentado al lado de Xi Jinping; se le invitó a salir, pero se negó a hacerlo, y entonces dos funcionarios se le acercaron y lo escoltaron forzosamente. De nada sirvió su resistencia y su desconcierto fue visible cuando Xi le volteó la mirada. La explicación de la prensa oficial china, la cual nadie parece creer, es que Hu Jintao salió por problemas de salud y que ahora se encuentra bien. La prensa internacional quedó desconcertada. Cuando la cadena CNN reportó el hecho, fue inmediatamente sacada del aire.

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Hu fue presidente de China de 2003 a 2013, inmediatamente antes de la llegada de Xi al poder. Es cercano a Li Keqiang, primer ministro saliente y a otros líderes que fueron retirados de sus cargos directivos en el partido. Representó una China distinta a la de Xi. Su período se destacó por un liderazgo colectivo, consensuado y más abierto al mundo. Aunque Hu Jintao sentó las bases del poder de Xi Jinping, hoy se le atribuye un gobierno desordenado y un período de indisciplina partidista.

Defelipe comenta que fue un episodio desconcertante y, sin duda, premeditado, pues China es un Estado que se caracteriza por manejar protocolos estrictos y tratar más dignamente a los ancianos. Así, la expulsión de Hu Jintao conlleva un mensaje, una especia de puesta en escena. “Por un lado, había una preocupación por evitar que Hu Jintao votara contra las fichas de Xi Jinping en el Politburó; por otro, se envía un mensaje de fuerza y autoridad”. Este mensaje, opina Defelipe, refleja un exceso de personalismo, que a la larga será un obstáculo para cumplir las metas de modernización que Xi se propuso, pues mientras estos implican más transparencia, el personalismo puede crear “parálisis tecnócratas e ineficiencias”. Y, pronostica Defelipe, lo que se avecina es más autoritarismo y más intentos de influir en el mundo mediante la propaganda.

José David Escobar Franco

Por José David Escobar Franco

Periodista de investigación y asuntos internacionales. Internacionalista con énfasis en América Latina y el Caribe.@JoseD_Escobarjdescobar@elespectador.com

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