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Israel declaró el miércoles que su guerra en Gaza contra Hamás continuará “con o sin apoyo internacional”, a pesar de las crecientes presiones de sus aliados, entre ellos Estados Unidos, y los llamados a un alto el fuego. El Ejército bombardea la Franja de Gaza en respuesta al ataque lanzado por Hamás en su territorio el 7 de octubre, que dejó 1.200 muertos, según las autoridades israelíes.
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El 27 de octubre sus tropas iniciaron además una operación terrestre para cumplir con el objetivo de “aniquilar” al movimiento islamista, que gobierna en Gaza desde 2007. El Ministerio de Salud de Hamás afirma que 18.608 personas murieron desde el inicio de la ofensiva israelí, en su mayoría mujeres y menores de 18 años.
El martes, la Asamblea General de la ONU aprobó un texto no vinculante que pide un “alto el fuego humanitario inmediato en Gaza, pero que evitaba condenar al movimiento islamista palestino Hamás por su ataque.
Sin embargo, los bombardeos y los enfrentamientos armados continuaron principalmente en la ciudad de Gaza, Jan Yunis y Rafah, en el sur, indicaron periodistas de AFP. El Ministerio informó que unas 50 personas murieron.
Los combatientes de Hamás siguieron lanzando cohetes, en su mayoría interceptados, hacia Sederot y otras comunidades del sur de Israel. El ejército israelí indicó que sonaron sirenas en la ciudad de Asdod y en la zona de Lakhish. Imágenes difundidas en redes sociales mostraban que un gran fragmento de un cohete interceptado impactó contra un supermercado.
La misma fuente afirmó que golpeó una célula de milicianos en la ciudad de Gaza “que estaba lista para lanzar cohetes hacia Israel”. Según el cuerpo militar, 115 de sus soldados han muerto en la guerra, diez de ellos el martes.
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Críticas de Estados Unidos
Después de que Estados Unidos vetara el viernes una resolución del Consejo de Seguridad para pedir un alto el fuego en la Franja de Gaza, la Asamblea General aprobó el martes un texto similar. De los 193 países miembros de la ONU, 153 votaron a favor, 23 se abstuvieron y diez votaron en contra, entre ellos Israel y Estados Unidos.
En una declaración conjunta inusual, los primeros ministros de Australia, Canadá y Nueva Zelanda afirmaron este miércoles que están “alarmados por la reducción de espacio de seguridad para los civiles en Gaza”.
El presidente estadounidense, Joe Biden, afirmó el martes que Israel comienza a perder el respaldo internacional “por el bombardeo indiscriminado” en Gaza. Posteriormente suavizó sus palabras, reiterando su apoyo a Israel y afirmando que “la seguridad de los palestinos inocentes sigue siendo una gran preocupación”.
Pese a las críticas de su principal aliado, Israel prometió continuar la ofensiva. “Israel continuará la guerra contra Hamás, con o sin apoyo internacional”, declaró en un comunicado el jefe de la diplomacia israelí, Eli Cohen.
“Un alto el fuego en este momento sería un regalo a la organización terrorista Hamás y le permitiría volver a amenazar a los habitantes de Israel”, añadió.
El Consejero de Seguridad Nacional estadounidense, Jake Sullivan, viajará el jueves a Israel para reunirse con el primer ministro Benjamin Netanyahu.
Pérdidas “incomparables”
Según Naciones Unidas, 1,9 millones de los 2,4 millones de sus habitantes han sido desplazados por el conflicto.
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En Deir al Balah, las fuertes lluvias inundaron un campo de refugiados. “El agua se filtró en nuestras tiendas de campaña. No podíamos dormir. (...) Utilizamos piedras y arena” para bloquear el agua, contó a AFP Amine Edwan. Las organizaciones humanitarias alertan de que, en breve, el asediado territorio estará desbordado por las enfermedades y la hambruna.
El sistema de salud está colapsado y en ruinas, y el gobierno de Hamás aseguró el miércoles que sus suministros de vacunas infantiles se agotaron, advirtiendo de las “consecuencias catastróficas”. A la población de Gaza “se le acaban el tiempo y las opciones”, declaró Philippe Lazzarini, jefe de la agencia de la ONU para los refugiados palestinos (UNRWA).
El Banco Mundial advirtió que “la pérdida de vidas, la velocidad y el alcance de los daños (...) son incomparables”. Hamás afirmó el miércoles que las tropas israelíes “reforzaron el asedio del hospital Kamal Adwan, disparando contra las habitaciones de los pacientes”.
La Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) había indicado anteriormente que unas 3.000 personas estaban atrapadas dentro.
AFP no pudo verificar la afirmación del movimiento islamista y el ejército israelí no reaccionó, pero Israel suele acusar al grupo islamista de usar túneles bajo hospitales, escuelas y mezquitas, con fines militares. Hamás rechaza estas acusaciones.
Los temores de una conflagración regional siguen creciendo por las frecuentes escaramuzas en la frontera entre Israel y Líbano, donde se encuentra el movimiento Hezbolá, y por los ataques de otros grupos respaldados por Irán contra las fuerzas estadounidenses y aliadas en Irak y Siria.
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