Cuando García Márquez y Gorbachov hablaron de “Glasnost” y “Perestroika”
A propósito de que Mijail Gorvachov cumple hoy 90 años de edad, rescatamos la versión de su encuentro con el Nobel de Literatura colombiana publicada en 1987 por la agencia rusa TASS y reproducida por El Espectador.
Agencia de prensa TASS * / Especial para El Espectador
En el marco de una visita a la Unión Soviética, Gabriel García Márquez mantuvo una prolongada entrevista con el líder soviético Mijail Gorvachov. Ese diálogo se realizo en Moscú y estuvo marcado por muestras de admiración mutua. Durante la charla, el secretario general del Partido Comunista Soviético se extendió sobre el sentido de las actuales reformas en curso en la URSS, de las que es el principal promotor, y sobre los alcances de esa “restructuración” en el plano de la política internacional. Luego de saludarse con un cálido abrazo, el diálogo fue abierto por el líder soviético:
Mijail Gorbachov: Usted ha venido en una época clave, una época de cambios tajantes, de renovación de todo el sistema de relaciones sociales, empezando por la economía y terminando por la esfera espiritual. En todas partes se trabaja intensamente, pero es un trabajo de nuestro pueblo; tiene dónde aplicar sus fuerzas, dónde poder mostrar su iniciativa, crear. Todo esto, nosotros, y no sólo nosotros sino también el mundo entero, lo conoce por las palabras “perestroika” y “glasnost”.
García Márquez: “Perestroika” y “glasnost” son las palabras más conocidas hoy en todo el mundo. Son palabras acertadas. Ellas no se traducen al español ni al francés ni al inglés. “Glasnost” y “perestroika” se pronuncian en ruso en el mundo entero.
M. G. : En el sentido más amplio de la palabra, “perestroika” no sólo refleja los problemas ya maduros para su solución en nuestro país. Podemos decir que todo el mundo necesita perestroika, es decir, cambios cualitativos, desarrollo progresista. La gente necesita saber dónde se encuentra, comprender los problemas que inquietan a todos, tomar conciencia de cómo se va a vivir en adelante. Parece ser que los científicos carecen de datos de que en alguna otra parte exista una civilización tan racional como la nuestra, la terrena. ¿Y es posible que no tengamos la suficiente sabiduría para llegar al entendimiento, para no hacer estallar al mundo sólo porque somos distintos?
G. M. : Si la “perestroika”, lo que ustedes hacen, es llevada a su fin, será el acontecimiento más importante de la historia moderna. Yo tengo muchos amigos en América Latina que comprenden calurosamente lo que ustedes hacen. También hay gente que duda de su éxito. A ustedes les será difícil, probablemente, seguir la diversidad con que el mundo reacciona ante los procesos que se operan en su país. (Recomendamos: Las cartas secretas de García Márquez y Guillermo Cano, por Nelson Fredy Padilla).
M. G. : Nosotros, naturalmente, seguimos la reacción en el mundo, percibimos la resonancia de lo que hacemos, de lo que ofrecemos a nuestro pueblo. Queremos poner nuestra sociedad a mayor altura. Infundirle nueva calidad sobre la base de los valores del socialismo y los valores generales humanos. El camino para ello es el desarrollo de la democracia: ampliar la incorporación del hombre, de los trabajadores a la vida social, a los procesos que se operan. Este es un aspecto de la cuestión. El otro aspecto consiste en que nuestra política exterior es continuación de la interior. En política exterior nosotros tratamos de dirigirnos por los nuevos enfoques, de mantener una relación viva con los procesos que tienen lugar en el país. Esto quiere decir que también en ello damos prioridad a los intereses del hombre, a los valores humanos, y a nosotros no nos es indiferente, claro está, cómo acoge el mundo lo que hacemos. Nosotros queremos hablar honradamente al mundo de cuáles son nuestros planes y nuestros problemas. (Le puede interesar: García Márquez desde sus cenizas, por Nelson Fredy Padilla).
G. M. : ¿Qué tipo de condicionamientos puede tener la “perestroika”?
M. G. : A nosotros no nos guía ninguna clase de ambición vanidosa, no lo hacemos para que le guste a nadie, para producir una impresión favorable. Nosotros vemos que nuestra sociedad ha madurado para los cambios, y si nosotros no hiciéramos lo que hacemos, si no lo hiciera la dirección actual, lo harían otros. La “perestroika” es difícil y compleja, pero es un proceso necesario que viene socialmente condicionado. Los nuevos enfoques en los asuntos internos, nosotros los transformamos en iniciativas de política exterior; no son “slogans” sino propuestas prácticas reales. En dos años hemos hecho muchas propuestas de este género y las hemos sometido al juicio de la comunidad internacional. No pretendemos ser poseedores de la verdad absoluta. Atendemos a la opinión de los demás. Esto es lo que llamamos nueva mentalidad. Hay que aprender a saber escucharse unos a otros, a tener en cuenta los intereses de cada Estado y a respetar los intereses de cada pueblo. Que cada uno demuestre sus ventajas dentro de toda la diversidad del mundo moderno, pero que lo haga por medios pacíficos, colaborando con los demás, unos con otros.
Al decir esto no ocultamos nuestra convicción de que es precisamente el socialismo el que brinda inmensas posibilidades y perspectivas al hombre. Nosotros estamos por el socialismo, desde luego, pero no imponemos nuestras convicciones a nadie. Que cada uno elija lo que quiera, que ya la historia pondrá a cada uno en su lugar. Desde luego no improvisamos, aunque ahora necesitamos mucha imaginación y creatividad. Llevamos adelante nuestra obra sobre la base del análisis científico verificado por las concepciones políticas interna y externa.
G. M. : Entonces, el análisis científico para una mejora global.
M. G. : En nuestro léxico comunista, esto se llama internacionalismo, pero coincide con el afianzamiento de los valores humanos generales, en contraposición con lo que hace el capitalismo, que recurre al saqueo de los pueblos, se niega a respetar la elección del camino a seguir hecha por ellos y toma continentes enteros como feudos propios. Para el imperialismo, “la perestroika” de las relaciones internacionales es como un hueso que se le ha atragantado. Pero la “perestroika” la necesita el mundo atiborrado de armas nucleares, un mundo que tiene serios problemas económicos y ecológicos, en el que existen la pobreza, el atraso, las enfermedades. Un mundo en el que se ha creado una gigantesca industria informativa, y usted sabe cómo influye esto en la mente humana…
Consideramos que es preciso aprender a compaginar los intereses nacionales con las tareas generales del género humano. Nuestra política no tiene doble fondo. Tenemos la conciencia limpia. Nuestra filosofía de las relaciones internacionales no está en contradicción con el sentido común. Ella se asienta en un profundo análisis científico de los procesos y en la rigurosa atención de los intereses del pueblo trabajador. Esa filosofía es la que proponemos a todo el mundo. Nosotros sabemos que nuestra política no promueve simplemente curiosidad, sino también profundo interés. El mundo está cansado de la tensión y todos aspiran a mejorar. Cierto que hay a quien no le conviene las perspectivas que nosotros ofrecemos. Nuestra visión filosófica del mundo la declaran utópica y tratan de desacreditar nuestra política y la dirección actual. Esto lo sabemos.
G. M. : Le agradezco cordialmente lo que usted me ha dicho. No puede imaginarse en qué medida sus manifestaciones coinciden con lo que yo mismo pienso, con lo que he oído de mis amigos en América Latina. Tiene para mí gran importancia que todo lo que usted dice y hace es sincero, y cómo los enemigos de ustedes ven esta sinceridad, pues les origina miedo. Y las acciones de éstos pueden ser más peligrosas todavía en el futuro.
Esta vez ansiaba venir a la URSS. Por primera vez estuve en su país en el Festival de la Juventud, en 1957. Entonces, también a mí, junto con mis amigos soviéticos, me emocionaban los cambios producidos. La gente festejaba el comiendo de los cambios. Los perciben con análoga alegría. Pero esto no es una fiesta simplemente, sino un tenso trabajo de la mente. Son reflexiones profundas y no fáciles. No existe el ciego optimismo que existía en el año 1957. Ahora yo consigno un optimismo firme y en alto grado.
M. G. : Agradezco profundamente sus palabras.
G. M. : Puede estar seguro de que también los intelectuales de América Latina están de parte de usted. Allí se percibe con enorme interés lo que sucede en la Unión Soviética. Esta gran “perestroika” soviética. En el plano personal, yo soy un escritor y expreso los pensamientos que me embargan. Quiero afirmar que siento cariño y profundo respeto por usted.
M. G. : Gracias. Valoramos en usted un partidario apasionado de la “perestroika” y a un amigo nuestro.
G. M. : El acontecimiento más importante para mí de los últimos años es la entrevista de hoy. Me siento feliz de que haya podido tener lugar.
M. G. : Usted goza de enorme prestigio en nuestro país. Sus trabajos se editan en la Unión Soviética, posiblemente, en mayores tiradas que en otros países. Tiene usted aquí muchos lectores.
G. M. : Sí, sé que mis libros se editan en mayor número primero en español y luego en ruso.
M. G. : Estos días me entrevisté con los dirigentes de nuestros medios de comunicación social y de las uniones de intelectuales. Fue una entrevista interesante. Decía yo en ella que nosotros atribuimos gran importancia a la glasnost, al desarrollo de la democracia. Esto brinda al hombre soviético la posibilidad de abrirse por completo. La gente ha comenzado a hablar, tienen qué decirse unos a otros y qué manifestar al gobierno. ¡Cuánto hemos perdido porque en una cierta etapa se frenó el proceso de desarrollo de la democracia!
Lo más difícil es la “perestroika” en los dominios ideológico y espiritual. Como marchen las cosas en la esfera de la democracia, en la esfera espiritual, así marchará también la “perestroika”. Esto lo comprendemos bien, y en ello consiste la diferencia de lo que sucedió después del XX Congreso del partido. Sin el desarrollo de los procesos en la esfera espiritual, en la esfera de la democracia, sin la consolidación de los valores socialistas humanos, la “perestroika” no avanzará. En el encuentro con los periodistas dije que lo que hacemos es justo y necesario. Probablemente en algo nos equivocamos, pero hay que buscar juntos la verdad. No hay que olvidar que el partido y los intelectuales sirven a los intereses del pueblo. Este planteamiento de la cuestión no debe turbar a los verdaderos artistas. Un verdadero artista no es indiferente a la suerte del pueblo, la voluntad del pueblo. Cuando leía su obra, Cien años de Soledad y otros libros, notaba que en ellas no hay esquemas que están penetrados por el amor a la gente, a la humanidad.
M. G. : ¿Eso incluye mirar hacia atrás?
G. M. : Pienso que se debe tener en alta estima cada día vivido después de la Revolución de Octubre. Y los días más difíciles no se vivieron en vano. Todo esto es nuestra historia. ¿Acaso se puede permitir la falta de respeto a las generaciones que crearon las bases del socialismo, que nos dieron la posibilidad de avanzar hoy? Hubo, claro está, errores e inclusive tragedias. Pero, si se observara lo que hemos logrado gracias a los esfuerzos del partido y del pueblo, son enormes los resultados. No hay pueblo sin raíces históricas. Un árbol sin raíces se seca y se muere.
* Se trata de la ahora ITAR-TASS, la agencia oficial de prensa de la Federación Rusa. Esta versión fue publicada originalmente en el diario El Espectador impreso en julio de 1987.
En el marco de una visita a la Unión Soviética, Gabriel García Márquez mantuvo una prolongada entrevista con el líder soviético Mijail Gorvachov. Ese diálogo se realizo en Moscú y estuvo marcado por muestras de admiración mutua. Durante la charla, el secretario general del Partido Comunista Soviético se extendió sobre el sentido de las actuales reformas en curso en la URSS, de las que es el principal promotor, y sobre los alcances de esa “restructuración” en el plano de la política internacional. Luego de saludarse con un cálido abrazo, el diálogo fue abierto por el líder soviético:
Mijail Gorbachov: Usted ha venido en una época clave, una época de cambios tajantes, de renovación de todo el sistema de relaciones sociales, empezando por la economía y terminando por la esfera espiritual. En todas partes se trabaja intensamente, pero es un trabajo de nuestro pueblo; tiene dónde aplicar sus fuerzas, dónde poder mostrar su iniciativa, crear. Todo esto, nosotros, y no sólo nosotros sino también el mundo entero, lo conoce por las palabras “perestroika” y “glasnost”.
García Márquez: “Perestroika” y “glasnost” son las palabras más conocidas hoy en todo el mundo. Son palabras acertadas. Ellas no se traducen al español ni al francés ni al inglés. “Glasnost” y “perestroika” se pronuncian en ruso en el mundo entero.
M. G. : En el sentido más amplio de la palabra, “perestroika” no sólo refleja los problemas ya maduros para su solución en nuestro país. Podemos decir que todo el mundo necesita perestroika, es decir, cambios cualitativos, desarrollo progresista. La gente necesita saber dónde se encuentra, comprender los problemas que inquietan a todos, tomar conciencia de cómo se va a vivir en adelante. Parece ser que los científicos carecen de datos de que en alguna otra parte exista una civilización tan racional como la nuestra, la terrena. ¿Y es posible que no tengamos la suficiente sabiduría para llegar al entendimiento, para no hacer estallar al mundo sólo porque somos distintos?
G. M. : Si la “perestroika”, lo que ustedes hacen, es llevada a su fin, será el acontecimiento más importante de la historia moderna. Yo tengo muchos amigos en América Latina que comprenden calurosamente lo que ustedes hacen. También hay gente que duda de su éxito. A ustedes les será difícil, probablemente, seguir la diversidad con que el mundo reacciona ante los procesos que se operan en su país. (Recomendamos: Las cartas secretas de García Márquez y Guillermo Cano, por Nelson Fredy Padilla).
M. G. : Nosotros, naturalmente, seguimos la reacción en el mundo, percibimos la resonancia de lo que hacemos, de lo que ofrecemos a nuestro pueblo. Queremos poner nuestra sociedad a mayor altura. Infundirle nueva calidad sobre la base de los valores del socialismo y los valores generales humanos. El camino para ello es el desarrollo de la democracia: ampliar la incorporación del hombre, de los trabajadores a la vida social, a los procesos que se operan. Este es un aspecto de la cuestión. El otro aspecto consiste en que nuestra política exterior es continuación de la interior. En política exterior nosotros tratamos de dirigirnos por los nuevos enfoques, de mantener una relación viva con los procesos que tienen lugar en el país. Esto quiere decir que también en ello damos prioridad a los intereses del hombre, a los valores humanos, y a nosotros no nos es indiferente, claro está, cómo acoge el mundo lo que hacemos. Nosotros queremos hablar honradamente al mundo de cuáles son nuestros planes y nuestros problemas. (Le puede interesar: García Márquez desde sus cenizas, por Nelson Fredy Padilla).
G. M. : ¿Qué tipo de condicionamientos puede tener la “perestroika”?
M. G. : A nosotros no nos guía ninguna clase de ambición vanidosa, no lo hacemos para que le guste a nadie, para producir una impresión favorable. Nosotros vemos que nuestra sociedad ha madurado para los cambios, y si nosotros no hiciéramos lo que hacemos, si no lo hiciera la dirección actual, lo harían otros. La “perestroika” es difícil y compleja, pero es un proceso necesario que viene socialmente condicionado. Los nuevos enfoques en los asuntos internos, nosotros los transformamos en iniciativas de política exterior; no son “slogans” sino propuestas prácticas reales. En dos años hemos hecho muchas propuestas de este género y las hemos sometido al juicio de la comunidad internacional. No pretendemos ser poseedores de la verdad absoluta. Atendemos a la opinión de los demás. Esto es lo que llamamos nueva mentalidad. Hay que aprender a saber escucharse unos a otros, a tener en cuenta los intereses de cada Estado y a respetar los intereses de cada pueblo. Que cada uno demuestre sus ventajas dentro de toda la diversidad del mundo moderno, pero que lo haga por medios pacíficos, colaborando con los demás, unos con otros.
Al decir esto no ocultamos nuestra convicción de que es precisamente el socialismo el que brinda inmensas posibilidades y perspectivas al hombre. Nosotros estamos por el socialismo, desde luego, pero no imponemos nuestras convicciones a nadie. Que cada uno elija lo que quiera, que ya la historia pondrá a cada uno en su lugar. Desde luego no improvisamos, aunque ahora necesitamos mucha imaginación y creatividad. Llevamos adelante nuestra obra sobre la base del análisis científico verificado por las concepciones políticas interna y externa.
G. M. : Entonces, el análisis científico para una mejora global.
M. G. : En nuestro léxico comunista, esto se llama internacionalismo, pero coincide con el afianzamiento de los valores humanos generales, en contraposición con lo que hace el capitalismo, que recurre al saqueo de los pueblos, se niega a respetar la elección del camino a seguir hecha por ellos y toma continentes enteros como feudos propios. Para el imperialismo, “la perestroika” de las relaciones internacionales es como un hueso que se le ha atragantado. Pero la “perestroika” la necesita el mundo atiborrado de armas nucleares, un mundo que tiene serios problemas económicos y ecológicos, en el que existen la pobreza, el atraso, las enfermedades. Un mundo en el que se ha creado una gigantesca industria informativa, y usted sabe cómo influye esto en la mente humana…
Consideramos que es preciso aprender a compaginar los intereses nacionales con las tareas generales del género humano. Nuestra política no tiene doble fondo. Tenemos la conciencia limpia. Nuestra filosofía de las relaciones internacionales no está en contradicción con el sentido común. Ella se asienta en un profundo análisis científico de los procesos y en la rigurosa atención de los intereses del pueblo trabajador. Esa filosofía es la que proponemos a todo el mundo. Nosotros sabemos que nuestra política no promueve simplemente curiosidad, sino también profundo interés. El mundo está cansado de la tensión y todos aspiran a mejorar. Cierto que hay a quien no le conviene las perspectivas que nosotros ofrecemos. Nuestra visión filosófica del mundo la declaran utópica y tratan de desacreditar nuestra política y la dirección actual. Esto lo sabemos.
G. M. : Le agradezco cordialmente lo que usted me ha dicho. No puede imaginarse en qué medida sus manifestaciones coinciden con lo que yo mismo pienso, con lo que he oído de mis amigos en América Latina. Tiene para mí gran importancia que todo lo que usted dice y hace es sincero, y cómo los enemigos de ustedes ven esta sinceridad, pues les origina miedo. Y las acciones de éstos pueden ser más peligrosas todavía en el futuro.
Esta vez ansiaba venir a la URSS. Por primera vez estuve en su país en el Festival de la Juventud, en 1957. Entonces, también a mí, junto con mis amigos soviéticos, me emocionaban los cambios producidos. La gente festejaba el comiendo de los cambios. Los perciben con análoga alegría. Pero esto no es una fiesta simplemente, sino un tenso trabajo de la mente. Son reflexiones profundas y no fáciles. No existe el ciego optimismo que existía en el año 1957. Ahora yo consigno un optimismo firme y en alto grado.
M. G. : Agradezco profundamente sus palabras.
G. M. : Puede estar seguro de que también los intelectuales de América Latina están de parte de usted. Allí se percibe con enorme interés lo que sucede en la Unión Soviética. Esta gran “perestroika” soviética. En el plano personal, yo soy un escritor y expreso los pensamientos que me embargan. Quiero afirmar que siento cariño y profundo respeto por usted.
M. G. : Gracias. Valoramos en usted un partidario apasionado de la “perestroika” y a un amigo nuestro.
G. M. : El acontecimiento más importante para mí de los últimos años es la entrevista de hoy. Me siento feliz de que haya podido tener lugar.
M. G. : Usted goza de enorme prestigio en nuestro país. Sus trabajos se editan en la Unión Soviética, posiblemente, en mayores tiradas que en otros países. Tiene usted aquí muchos lectores.
G. M. : Sí, sé que mis libros se editan en mayor número primero en español y luego en ruso.
M. G. : Estos días me entrevisté con los dirigentes de nuestros medios de comunicación social y de las uniones de intelectuales. Fue una entrevista interesante. Decía yo en ella que nosotros atribuimos gran importancia a la glasnost, al desarrollo de la democracia. Esto brinda al hombre soviético la posibilidad de abrirse por completo. La gente ha comenzado a hablar, tienen qué decirse unos a otros y qué manifestar al gobierno. ¡Cuánto hemos perdido porque en una cierta etapa se frenó el proceso de desarrollo de la democracia!
Lo más difícil es la “perestroika” en los dominios ideológico y espiritual. Como marchen las cosas en la esfera de la democracia, en la esfera espiritual, así marchará también la “perestroika”. Esto lo comprendemos bien, y en ello consiste la diferencia de lo que sucedió después del XX Congreso del partido. Sin el desarrollo de los procesos en la esfera espiritual, en la esfera de la democracia, sin la consolidación de los valores socialistas humanos, la “perestroika” no avanzará. En el encuentro con los periodistas dije que lo que hacemos es justo y necesario. Probablemente en algo nos equivocamos, pero hay que buscar juntos la verdad. No hay que olvidar que el partido y los intelectuales sirven a los intereses del pueblo. Este planteamiento de la cuestión no debe turbar a los verdaderos artistas. Un verdadero artista no es indiferente a la suerte del pueblo, la voluntad del pueblo. Cuando leía su obra, Cien años de Soledad y otros libros, notaba que en ellas no hay esquemas que están penetrados por el amor a la gente, a la humanidad.
M. G. : ¿Eso incluye mirar hacia atrás?
G. M. : Pienso que se debe tener en alta estima cada día vivido después de la Revolución de Octubre. Y los días más difíciles no se vivieron en vano. Todo esto es nuestra historia. ¿Acaso se puede permitir la falta de respeto a las generaciones que crearon las bases del socialismo, que nos dieron la posibilidad de avanzar hoy? Hubo, claro está, errores e inclusive tragedias. Pero, si se observara lo que hemos logrado gracias a los esfuerzos del partido y del pueblo, son enormes los resultados. No hay pueblo sin raíces históricas. Un árbol sin raíces se seca y se muere.
* Se trata de la ahora ITAR-TASS, la agencia oficial de prensa de la Federación Rusa. Esta versión fue publicada originalmente en el diario El Espectador impreso en julio de 1987.