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Ozlam es una mujer trans afgana de 24 años. Hasta hace pocas semanas vivía en Kabul, capital de Afganistán, con cuatro de sus amistades de identidad sexual diversa. Aunque vivía decidida a ser ella misma, temía que algún día ocurriera lo que, en efecto, sucedió: un grupo de talibanes hicieron una redada en su casa, la atacaron y, según cuenta ella, secuestraron y violaron a una de sus amistades. Más tarde, apareció colgando en un árbol de un parque en Kabul.
Afganistán nunca ha sido un lugar seguro para ser gay y mucho menos trans. En 2018, tres años antes del regreso al poder del régimen talibán, el presidente Ashraf Ghani introdujo una ley que explícitamente criminalizaba las relaciones homosexuales, aunque el código penal era más bien vago.
En 2021, días antes de la caída de Kabul, un juez talibán le dijo al diario alemán Bild que frente a las relaciones homosexuales solo existirían dos castigos posibles: “o la lapidación o el aplastamiento con un muro de ladrillos”. Entre 1996 y 2001, durante el primer periodo del Talibán, las relaciones homosexuales por fuera eran castigadas con ejecuciones en público.
Así, desde el regreso del Talibán, las condiciones de vida de las personas diversas en Afganistán se deterioraron rápidamente. El Estado tiene una lista de homosexuales a los que persigue. Las personas LGBTQ+ ahora son vistas como enemigo público y están condenadas a vivir con miedo, a menudo, a escondidas.
El medio británico Pinknews, especializado en temas de diversidad sexual, reportó en octubre de 2021 el caso de un hombre gay a quien el talibán torturó quemándolo con agua hirviendo por usar ‘prendas occidentales’. El mismo medio contó recientemente que, bajo la excusa de prevenir la expansión de la viruela símica, el talibán comenzó a arrestar personas LGBTQ+. Las víctimas que Pinknews ha entrevistado coinciden en su sorpresa ante ‘la falta de solidaridad’ de la población LGBTQ+ a nivel global.
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Por todo esto, Ozlam asumió el riesgo de cruzar la frontera y trasladarse a Pakistán. Ahora con estatus de refugiada, Ozlam convocó una protesta el pasado 11 de agosto para exigirle al gobierno británico que ofrezca asilo a miembros de la población LGBTQ+ de Afganistán. Fue la primera movilización de personas afganas LGBTQ+.
La protesta, inicialmente, tendría lugar frente a la embajada británica en Islamabad, capital paquistaní, pero por presión de la policía local, acabó trasladándose al parque Lake View, en el centro de la ciudad. Allí se reunió una docena de personas con pancartas. Una de las pancartas estaba dirigida al Ministerio de Relaciones Exteriores del Reino Unido (FCDO): “We do not want your mind games of vanity”, que traduce “No queremos sus juegos mentales de vanidad”.
“La ayuda no ha sido suficiente”
La organización humanitaria pro-LGBTQ+ Roshaniya ayuda a las personas LGBTQ+ de Afganistán a escapar y reubicarse en un refugio seguro. Desde que el régimen talibán se tomó el poder por asalto, Roshaniya ha armado una base de datos de personas LGBTQ+ en su país. Hasta el momento, Roshaniya ha identificado más de 1200 personas afganas LGBTQ+ y 20 activistas que permanecen atrapadas en Afganistán o en el limbo en Irán, Pakistán y Turquía.
Nemat Sadat, director de Roshaniya, asegura que la tarea ha sido dificilísima. Sadat ha apelado ante los gobiernos del Reino Unido, Canadá y los Estados Unidos para que reciban como refugiadas a las personas de su base de datos, pero la mayoría de sus solicitudes son rechazadas.
Antes del régimen talibán, Sadat fue docente en una universidad afgana y allí hizo una suerte de activismo por los derechos LGBTQ+. Sin embargo, en palabras de Sadat “hacer activismo ahora en Afganistán es un suicidio. El activismo es algo de las democracias”. Para Sadat, cuando los países de la OTAN estaban presentes en Afganistán, aun cuando existía homofobia generalizada, existía también una sociedad civil que medianamente permitía amortiguar la discriminación. Con el régimen talibán eso se acabó.
Para buena parte de la población afectada y algunas organizaciones que abogan por las personas LGBTQ+ de Afganistán, los esfuerzos de los países que se declaran amigables con la diversidad sexual, entre ellos el Reino Unido, no han sido suficientes.
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El Reino Unido tiene dos políticas públicas para el recibimiento de personas refugiadas afganas: el Plan de Reasentamiento de Ciudadanos Afganos y la Política de Asistencia y Reubicaciones Afganas. Ninguna de las dos tiene un enfoque de derechos LGBTQ+. Para Nemat Sadat esto es grave, pues la población LGBTQ+ es quizás la más vulnerable en Afganistán ya que no solo se le criminaliza por existir, sino que muchas personas carecen de redes de apoyo. “Muchas familias afganas abandonan a sus hijes*, les humillan y les maltratan. Algunas, por honor, están dispuestas a matarles”, relata Nemat. Por eso, hay quienes no tienen más opción que migrar en soledad y con escasos recursos económicos.
Pakistán, Tayikistán, Uzbekistán, Turkmenistán, China e Irán, países con los que Afganistán tiene frontera terrestre, son todos hostiles con la población LGBTQ+, por lo que la única opción parece ser huir por aire al occidente de Europa, Australia o América, algo que pocas personas pueden costear.
El 29 de octubre de 2021, el Reino Unido recibió como refugiadas a 29 personas afganas LGBTQ+. En ese momento, Liz Truss, secretaria de Exteriores, ministra de la Mujer e Igualdad y actual candidata a primera ministra, dijo que “Gran Bretaña es una feroz defensora de la libertad y del derecho de todas las personas a ser ellas mismas y amar a quienes quieran libres de persecución. (…) Jugamos un papel clave para sacar a estas personas y continuaremos haciendo todo lo posible para ayudar a los afganos en riesgo a abandonar el país”.
El gobierno británico trabajó de la mano con las oenegés Rainbow Railroad y Stonewall, las cuales lidera esfuerzos en Europa para llevar a personas LGBTQ+ a un lugar seguro y ayudarlos a reasentarse. Según se registra en el informe anual de 2021 de Rainbow Railroad, las solicitudes de ayuda se duplicaron para ese año. Fueron 8.506 solicitudes de las cuales 4.187 provenían del sur de Asia Central.
1/ An update on Rainbow Railroad’s work in Afghanistan:
— Rainbow Railroad (@RainbowRailroad) October 29, 2021
Earlier today, 29 #LGBTQI+ Afghans arrived in the U.K. as part of a special operation coordinated by the U.K. Gov., @RainbowRailroad and @stonewalluk. This photo shows them embarking from an undisclosed location. pic.twitter.com/Nm6SdA90Yb
Tokenismo o los ‘juegos mentales de vanidad’
Sin embargo, no volvió a ocurrir un traslado de migrantes con enfoque diferencial. Para Sadat, lo que hace el gobierno británico es tokenismo, una práctica de las organizaciones que consiste en hacer concesiones superficiales a un colectivo discriminado para así desviar o refutar las acusaciones de discriminación sobre ellas.
De acuerdo con Sadat, lo mismo ocurre en Canadá y Estados Unidos, donde los gobiernos han privilegiado las solicitudes de migrantes LGBTQ+ de Ucrania, según él, porque se trata de gente blanca.
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Sadat extiende su crítica a los medios de comunicación que, pensando en “mostrar a sus propios países como salvadores”, han dejado de hacer la pregunta de por qué ha habido tan pocos esfuerzos en favor de las personas LGBT+. De hecho, otra pancarta en la protesta de Islamabad decía “El documental de la BBC nos invisibilizó y sofocó”. Se refería a “La misión secreta para salvar a los afganos LGBT”, documental de la BBC, el servicio público de radio y televisión británico. En el documental, si bien se abordan las experiencias de las 29 personas afganas refugiadas en el Reino Unido, no se aborda la situación de quienes siguen en Afganistán ni se mencionan los esfuerzos de las personas LGBTQ+ afganas.
Ahora bien, aplicar un enfoque diferencial para la población LGBTQ+ a los programas de refugio puede ser difícil. Sonia Lenegan, directora legal y de políticas de Rainbow Migration, una organización benéfica inglesa que apoya a las personas LGBT+ a través del sistema de asilo e inmigración, le dijo al medio Gay Times que las personas sexualmente diversas que intentan abandonar un país enfrentan el problema de ‘demostrar’ cómo se identifican porque puede implicar, o bien que las personas alrededor pongan en duda la orientación sexual, o bien, ‘salir del clóset’ forzosamente.
Para mayo de 2022, la Rainbow Refugee Assistance Partnership de Canadá ha recibido a más de 170 refugiados. Ozlam presentó su solicitud de asilo a Canadá y esta se encuentra en progreso. Sin embargo, asegura ella, esto no significa que planee dejar atrás a sus hermanes.
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Para quienes siguen sin poder salir de Afganistán, es difícil mantenerse optimistas. No creen que su país cambie y, por eso, algunas personas optan por suicidarse. Sadat espera que, eventualmente, más países tomen acciones afirmativas por la población LGBTQ+.
A modo de conmemoración, el 15 de agosto la organización Roshaniya publicó en Twitter una serie de testimonios de personas LGBTQ+ atrapadas en Afganistán. La mayoría de estos testimonios cuentan historias de amor que fueron truncadas por la insurrección de un régimen opresivo y fundamentalista islámico. Todas están marcadas por una consigna: ‘Déjennos vivir’.
#LetUsLive: My name is Omar.
— Roshaniya (@RoshaniyaLGBT) August 15, 2022
August 15th 2021, that sunny and delightful day I was roaming in downtown Kabul with the man of my dreams, Abdullah. The man whom I had met online the prior month. We had finally decided to meet and we were supposed to begin a new life together.
*Para este artículo, hemos respetado las formas de expresión utilizadas por nuestras fuentes.
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