Después de una vida escapando, el “Chapo” Guzmán ya no tiene salida
El narcotraficante vivo más famoso del mundo está cerca de pasar el resto de su vida en prisión. En tres meses de juicio los testigos revelaron escandalosos sobornos a presidentes, espectaculares huidas, asesinatos crueles, estrategias para transportar la droga y hasta detalles de su vida personal. Así fue la caída del capo más buscado.
Daniela Quintero Díaz
El juicio más esperado (y también el más mediático) de Estados Unidos llegó a su final. El martes pasado, los doce miembros del jurado declararon culpable a Joaquín “El Chapo” Guzmán de 10 cargos relacionados con narcotráfico, tenencia de armas y blanqueo de dinero. Aunque la sentencia final, a cargo del Juez encargado del caso, Brian Cogan, se conocerá hasta el 25 de junio, la percepción de la posible respuesta es unánime: cadena perpetua.
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El juicio más esperado (y también el más mediático) de Estados Unidos llegó a su final. El martes pasado, los doce miembros del jurado declararon culpable a Joaquín “El Chapo” Guzmán de 10 cargos relacionados con narcotráfico, tenencia de armas y blanqueo de dinero. Aunque la sentencia final, a cargo del Juez encargado del caso, Brian Cogan, se conocerá hasta el 25 de junio, la percepción de la posible respuesta es unánime: cadena perpetua.
El proceso de Guzmán generó tanta expectativa como su serie en Netflix. Incluso, el actor que lo interpreta en el popular programa, Alejandro Edda, estuvo en una de las audiencias conociéndolo. "Mi intención como actor es darle veracidad a mi personaje. Vine a estudiar a un señor que de cierta manera es como un mito, una leyenda", aseguró. Y no es el único que lo piensa. Viajeros de todo el mundo llegaron hasta la corte federal del distrito de Brooklyn en una especie de “narcoturismo” para conocer al que es, tal vez, el narcotraficante vivo más famoso del mundo.
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“¡El Chapo es un rockstar!”, dijo a El Clarín Frank Tichenor, un jubilado que viajó desde Nueva Jersey para asistir a una sesión. “Es una celebridad, su fortuna es más grande que el Producto Interno de muchos países, y por eso quiero verlo”, arengó Tim Macken, un amigo que lo acompañaba mientras esperaban para poder ingresar a la sala.
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El juicio de Joaquín Guzmán, retratado por la artista neoyorkina Jane Rosenberg.
La escena se repitió durante los tres meses del juicio, en los que un total de 56 testigos (entre esos, 14 exsocios y excolaboradores del Chapo, especialistas de diferentes agencias de seguridad y hasta una examante) revelaron innumerables secretos de la vida y el accionar del capo. Ese, que según el fiscal Adam Fels, logró enviar la cantidad suficiente para “dar más de una línea de cocaína a cada persona de los Estados Unidos”.
Aunque, Jeffrey Lichtman, abogado de Guzmán, intentó mostrar al Chapo como un pequeño eslabón del sistema corrupto y un peón que no tenía el control del cartel de Sinaloa, del cual el verdadero líder era Ismael “Mayo” Zambada (coacusado en el proceso y prófugo de la justicia); los relatos de los testigos mostraron otra cosa: Joaquín Guzmán era el líder de una gigantesca organización global del narcotráfico, y era capaz de hacer cualquier cosa para proteger su negocio.
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Revelaciones escandalosas
Los detalles en las declaraciones de los testigos (en las que, vale aclarar, faltan los elementos probatorios) pusieron contra las cuerdas a varios pesos pesados de la política mexicana. Expresidentes como Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto fueron acusados por los declarantes de recibir dinero por parte del líder del Cartel de Sinaloa.
Ante la pregunta del abogado Jeffrey sobre si Peña Nieto había recibido un soborno de 100 millones de dólares proveniente de Guzmán, uno de los testigos del caso, el excapo colombiano Alex Cifuentes (que se autodenomina como “el brazo derecho e izquierdo del Chapo”, con quien vivió desde 2007 hasta 2013) respondió: “Así es”.
Otro testigo, Jesús Zambada García, “El Rey”, quien controlaba la actividad del cartel en Ciudad de México aseguró que pagó sobornos personalmente al comandante de la Procuraduría General de la República (la Fiscalía del país) en la capital mexicana, a la policía federal de caminos, a la policía judicial federal, estatal y municipal y hasta a la Interpol. Zambada también aseguró que “El Chapo” utilizó a agentes de la DEA y la policía mexicana para luchar contra los carteles rivales.
Por su parte, Jorge Cifuentes, hermano de Alex y quien también se dedicó al narcotráfico hasta que fue capturado, reveló que el ejército de Ecuador “ayudaba” en el negocio. Telmo Castro, entonces capitán, recibió US $100 por cada kilo de cocaína transportado desde la frontera con Colombia hasta las bodegas en Ecuador donde los envíos eran preparados, según relató Cifuentes. “Tenía que transportar la cocaína en los camiones del ejército, pues son los que no revisan”, aseguró.
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Las huidas del Chapo
En las declaraciones no faltaron los relatos de cómo huyó el capo de las prisiones de máxima seguridad en México de Puente Grande (en un carro de lavandería) y el altiplano (a través del famoso túnel). Sin embargo, otro de sus escapes sorprendió al publico aún más: el día que tuvo que huír con su amante desnudo.
Quien reveló este secreto fue Lucero Guadalupe Sánchez López, conocida como la Chapodiputada, que en uno de los testimonios más dramáticos del juicio (sufrió una crisis nerviosa y estalló en llanto en plena sala del tribunal), contó detalles de una de las numerosas fugas del capo.
Sánchez relató cómo la noche del 16 de febrero de 2014, mientras se encontraban con el Chapo encamados en una casa de Culiacán, llegó un grupo de marines mexicanos guiado por un agente de la DEA. Junto a un guardaespaldas y una sirvienta de la casa tuvieron que escapar por el túnel oculto debajo de una bañera del baño principal.
La salida fue con tal prisa que el Chapo no tuvo tiempo ni de vestirse, y corrió desnudo por el túnel que conectaba con la tubería de aguas negras de la ciudad por más de una hora. “Para mi era horrible. Era un lugar húmedo, lleno de agua, lleno de lodo”, señaló la exdiputada.
“El Chapo”: un sanguinario
El último testigo cooperante del Gobierno de Estados Unidos fue quien permitió ver la crudeza del exlíder del cartel para defender su negocio. Su nombre: Isaías Valdez Ríos, alias Memín o Memo, uno de los sicarios más importantes del Chapo.
Valdez fue el único que dio cuenta de los asesinatos cometidos por el propio capo (y los contó con exceso de detalles). En uno, vio cómo su “patrón” mató a un integrante del cartel rival de los Arellano Félix: lo dejó varios días encerrado en un gallinero, amarrado en los pies y en las manos con los ojos vendados… cuando decidió matarlo le gritó: “A chingar a tu madre”, y le disparó con su pistola calibre .25. Además, “aunque el hombre seguía respirando, así lo echamos al hoyo y lo enterramos”, relató.
Alias Memín también contó que vio al chapo torturar y asesinar a dos integrantes del cartel rival de los Zetas. Primero, pidió a sus sicarios que los llevaran a una enramada y los golpearan para sacarles información. Luego, llegó él, pidió un troco grueso y “los empezó a torturar”.
"Las personas estaban completamente sueltas, los huesos todos quebrados, no se podían mover. Y el señor Joaquín les seguía golpeando con el tronco y con el arma también", un rifle camuflado AR15 o un M16, relató.
Después, los cargaron en unas parrillas de unas cuatrimotos y los condujeron hasta una hoguera que habían ordenado encender. En el fuego terminaron.
De espía a espiado
Christian Rodríguez era un joven colombiano, exestudiante de ingeniería, de tan solo 21 años cuando empezó a trabajar con el Chapo. En 2008 montó un gran sistema seguro de comunicaciones a través del cual Guzmán podía comunicarse libremente y en secreto. Cerca de 100 teléfonos Nokia y Blackberry fueron usados para este fin.
(Ver más: Chapo Guzmán, un espía obsesivo de su esposa, sus amantes y socios)
Además, creó un software que incrustó en los mismos teléfonos para espiar cada uno de los movimientos de sus allegados: desde su computadora leía los correos electrónicos y los mensajes de texto que les llegaban a esas personas (desde trabajadores, hasta sus parejas. Incluso, a la misma Emma Coronel). También escuchaba sus llamadas y podía saber dónde estaban. Lo que no sabía era que esos mismos teléfonos especiales fueron los que le ayudaron al FBI a recolectar cualquier cantidad de evidencias en su contra.
Dos agentes de la entidad acorralaron a Rodríguez en 2011 en Bogotá. Sabían que trabajaba para el Chapo y lo presionaron para colaborar con la justicia norteamericana. Ese mismo día el joven ingeniero aceptó. A través del software las autoridades lograron interceptar cientos de comunicaciones que en el juicio sirvieron como prueba de las acciones del capo.
¿Cómo transportaba la droga?
Sus métodos fueron muchos. Desde lanchas rápidas, barcos pesqueros, aviones de fibra de carbono para evitar radares, camiones, trenes y submarinos, hasta latas de jalapeños y túneles debajo de la frontera entre México y Estados Unidos.
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Jorge Cifuentes, narcotraficante colombiano, mostró en un mapa la ruta con la que enviaban la droga desde Ecuador (que llegaba de Colombia), hacia Sinaloa. Un barco pesquero tiburonero salía vacío de Perú por el Océano Pacífico hacia el norte. En algún lugar en aguas abiertas, cerca a las costas de Ecuador, el pesquero era interceptado por lanchas rápidas cargadas con la droga y era cargado. Posteriormente, el barco se topaba con un pesquero atunero en aguas abiertas cerca de Sinaloa y hacía el traspaso. Finalmente, la droga era entregada a otras lanchas extrarrápidas que la ingresaban a la ciudad mexicana. De ahí, sus destinos eran muchos, el principal, Estados Unidos.
Un final anunciado
Tras todas estas declaraciones y después de 36 horas de deliberaciones a lo largo de seis días, el jurado halló a “El Chapo” culpable. Al escuchar la decisión, el exlíder del cartel de Sinaloa miró a su esposa, Emma Coronel, (que lo acompañó en casi todas las sesiones) le sonrió levemente y se puso la mano derecha en el corazón. Guzmán, el único reo mexicano que ha logrado escapar en dos ocasiones de prisiones de máxima seguridad, sabe que esta vez no tiene salida.