“Día de Jerusalén” en clave nacionalista en medio de la guerra en Gaza
Con esta festividad el gobierno de Israel ha querido promover la unidad nacional, justo cuando necesita apoyo para la guerra en todos los frentes; sin embargo, para algunos analistas, solo demuestra la debilidad del Ejecutivo, tanto interna como internacionalmente.
Juliana Castellanos Guevara
Con cánticos, desfiles y festejos, los judíos en Israel celebraron los 57 años de la conquista de la parte oriental de Jerusalén, que incluye la zona antigua y sus lugares de culto sagrados para judíos, cristianos y musulmanes. En medio de la ofensiva en el sur, en la Franja de Gaza, contra Hamás y el aumento del intercambio de ataques con Hezbolá al norte, el “Día de Jerusalén” se convirtió en una estrategia del gobierno israelí para avivar el nacionalismo y justificar la guerra por todos los frentes.
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Con cánticos, desfiles y festejos, los judíos en Israel celebraron los 57 años de la conquista de la parte oriental de Jerusalén, que incluye la zona antigua y sus lugares de culto sagrados para judíos, cristianos y musulmanes. En medio de la ofensiva en el sur, en la Franja de Gaza, contra Hamás y el aumento del intercambio de ataques con Hezbolá al norte, el “Día de Jerusalén” se convirtió en una estrategia del gobierno israelí para avivar el nacionalismo y justificar la guerra por todos los frentes.
Como todos los años, cientos de judíos caminaron por las calles de Jerusalén en la “Marcha de la bandera” a través de la Puerta de Damasco y el barrio musulmán de la Ciudad Vieja hasta el Muro de los Lamentos ondeando banderas azules y blancas para recordar cómo después de la Guerra de los Seis Días (1967) los judíos “recuperaron” el territorio que, por reclamo histórico y religioso, dicen que les pertenece.
Según evidencia arqueológica, Jerusalén fue la capital del Estado hebreo de Judea desde cerca del año 1.000 a. C. hasta que fue conquistada y destruida por Nabucodonosor II, rey de Babilonia, en el año 586 a. C. En la ciudad fue construido dos veces y destruido en ambas ocasiones el Templo de Jerusalén, el santuario más importante del reino de Judá y del judaísmo. Aunque del Templo ahora solo queda lo que se conoce como el Muro de los Lamentos, desde su expulsión en el año 70 d. C., los judíos prometieron recuperar Jerusalén y los lugares sagrados para su religión. Como en 1967 lo lograron, por ello festejan este día.
Según Times of Israel, los críticos de esta festividad, en especial de la Marcha, argumentan que “desfilar por zonas predominantemente árabes de la Ciudad Vieja antagoniza a la población palestina de la ciudad, y a menudo conduce a la violencia contra sus residentes por parte de jóvenes judíos de derecha”. Por ello se pidió para este año cambiar la ruta y así evitar pasar por el barrio musulmán y exacerbar las tensiones.
No obstante, el ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben Gvir, anunció que el recorrido de la Marcha mantendría las rutas habituales. Además, en entrevista con la Radio del Ejército, dijo “necesitamos golpearlos en el lugar más importante para ellos. Tenemos que venir y decir que el Monte del Templo es nuestro y Jerusalén es nuestra. Si nos vemos a nosotros mismos como los soberanos de la zona, nuestros enemigos nos respetarán”.
La policía de Israel anunció que disponía de más de 3.000 agentes desplegados en la Ciudad Vieja y alrededores por si tiene que intervenir en enfrentamientos que suelen ser comunes por la Marcha. En mayo de 2021, la policía enfrentó a una congregación de palestinos que después de orar en la cima de una colina que rodea la mezquita de Al-Aqsa se quedaron para protestar contra las expulsiones de sus familias en el barrio de Sheikh Jarrah. De esa disputa hubo más de 260 heridos (entre palestinos y oficiales israelíes, pero en su mayoría palestinos).
Según informó RTVE, la Policía israelí detuvo al menos a 23 personas entre judíos ultranacionalistas y ciudadanos árabes durante la manifestación de este año. Algunos judíos fueron detenidos por arrojar objetos contra periodistas y golpear al periodista israelí Nir Hasson, y según la corresponsal de TVE, Almudena Ariza, los manifestantes han presionado a los comerciantes palestinos a poner la bandera israelí en sus negocios o, directamente, cerrarlos.
Este año ha estado marcado por la guerra en Gaza, desatada tras los ataques del 7 de octubre de Hamás contra Israel que dejó casi 1.200 personas muertas y 250 rehenes, de los cuales 130 siguen en cautiverio (al menos una tercera parte ya ha muerto). En represalia, los ataques de Israel han matado a casi 35.000 palestinos en Gaza, según el Ministerio de Salud del territorio (controlado por Hamás), desplazado a casi 1.900.000 personas y dejado a alrededor de 1,11 millones en inminente hambruna.
De acuerdo con Felipe Medina, docente de Medio Oriente de la Universidad Javeriana, “celebrar un día de conquista territorial prohibida por el derecho internacional en medio de un fracaso evidente en Gaza solo muestra la debilidad del gobierno israelí en este momento. El lenguaje israelí solo habla de conquista desafortunadamente”, expresó Medina.
Referente a este llamamiento nacionalista del ministro Ben Gvir, a consideración del analista, es común promover estos actos desde las estructuras estatales “en situaciones de crisis interna, división política e incluso social, para así aparentar una unidad y consenso inquebrantable”, comentó Medina. “La bandera es un símbolo nacionalista, que esconde el discurso patriota. Israel afronta múltiples tensiones”, agregó.
Según Teresa Aya, analista internacional y profesora experta en Medio Oriente, “el país entero (Israel) está contra Hamás. La división está en qué hacer primero, el rescate de los rehenes o la pelea contra Hamás”. Por ello, la celebración del Día de Jerusalén y los videos de intensas llamas que circularon el fin de semana a causa de los ataques de Hezbolá en el norte de Israel, una región que ha permanecido evacuada durante estos ocho meses, funcionan “vende un nacionalismo”. A Netanyahu generar este sentimiento “le sirve en este momento porque son temas que unen al país frente división política interna”, opina.
Pese a que desde octubre las tropas israelíes han intercambiado fuego casi a diario con el movimiento Hezbolá en la frontera norte con Líbano, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, anunció que, por el aumento de los ataques, Israel está “listo para una operación muy intensa” en la zona.
El ministro de Seguridad Nacional, Ben Gvir, y el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, presionaron en los últimos días una acción para restaurar la seguridad en el norte de Israel. “Ellos nos queman aquí, todos los bastiones de Hezbolá deben arder también y ser destruidos. ¡Guerra!”, publicó Ben Gvir en la red Telegram.
Según Medina, un ataque israelí de larga envergadura sobre el Líbano sería “nefasto”. “No solo porque aumentará el aislamiento de Tel Aviv en el mundo, sino que le creará más problemas especialmente internos. Es claro que promover frentes de guerra desde el Estado solo demuestra su debilidad Interna”, comentó.
Este conflicto ha dejado 455 muertos en Líbano, en su mayoría combatientes, pero también 88 civiles, según un recuento de AFP. Por el lado israelí han muerto al menos 14 soldados y 11 civiles, según el Ejército.
De acuerdo con Aya, Israel se viene preparando para esa guerra contra Hezbolá al norte todos los días. Si decidiera entrar con otro país en guerra, “estaríamos viendo una región (Medio Oriente) que, si hoy es convulsionada y peligrosa, se convertiría en algo mucho más complejo y, sobre todo, desde el tema humanitario, mucho más grave”.
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