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Betty Grebenschikoff y Anna María Wehrenberg se volvieron a ver hace algunas semanas, luego de no tener contacto por 82 años. Durante mucho tiempo se intentaron buscar en todos los registros de los supervivientes del Holocausto, pero nunca hallaron nada. Ambas se cambiaron el nombre en la adultez, lo que dificultó la búsqueda. Sin embargo, gracias a una archivista, las dos mujeres pudieron reencontrarse, según relata un artículo del Washington Post.
Grebenschikoff y Wehrenberg habían perdido la esperanza de encontrarse de nuevo. La última vez que compartieron fue en 1939, en Berlín (Alemania), cuando estaban en el patio del colegio y se despidieron con un abrazo. Tenían 9 años. Ellas y sus familias tuvieron que huir del país, debido a la persecución Nazi.
La primera de ellas, junto a su familia, partió hacia China, uno de los últimos países en aceptar judíos. Wehrenberg, por su parte, terminó en Chile. Las dos mujeres se casaron, tuvieron hijos, escribieron libros contando su experiencia, enviudaron, dieron conferencias, y nunca dejaron de buscarse la una a la otra, sin tener ningún tipo de suerte, hasta hace un año, cuando Ita Gordon, una archivista que trabaja para la Fundación Shoah, una organización sin ánimo de lucro fundada por Steven Spielberg, la cual produce y preserva testimonios audiovisuales de supervivientes, encontró similitudes en sus testimonios y decidió investigar.
Gordon asistió a un webinar creado por la Red Latinoamericana para la Educación Sobre el Holocausto a principios de noviembre del 2020. En el evento, el cual conmemoraba la Noche de los Cristales, hubo un testimonio que llamó su atención: el de Anna María Wehrenberg. El testimonio de ella la intrigó tanto que decidió investigar sobre él en los archivos de la fundación. En estos registros estaba el de Grebenschikoff, su amiga de la infancia.
En 1997, Grebenschikoff, quien ya estaba casada y había escrito un libro contando su experiencia durante el Holocausto, dio una conferencia en donde hablaba de su vida, y, como siempre, mencionó a su amiga de la niñez.
Cuando Gordon buscó información sobre Wehrenberg, no encontró nada. Pero cuando utilizó diferentes palabras claves, entre ellas el nombre del colegio donde ambas estudiaron, encontró el video de Grebenschikoff de 1997. “Nunca supe lo que le pasó, siempre me pregunto si ella está en algún lado y puede escuchar esto”, afirmó durante la conferencia, refiriéndose a Wehrenberg, de acuerdo con el Washington Post.
Gordon decidió seguir su intuición e investigar si, en efecto, Wehrenberg era la amiga de infancia de Grebenschikoff. Verificó toda la información que tenía: los nombres, el barrio, la escuela y la sinagoga a la cual iban, entre otras cosas, y efectivamente encontró la respuesta: las dos mujeres compartían estas similitudes. La única excepción eran los nombres: en ese entonces, Grebenschikoff se llamaba Ilse y Wehrenberg era Anne Marie. Así, Gordon decidió seguir su intuición y unió fuerzas con el Museo del Holocausto en Florida y el Museo Judío Interactivo de Chile para conectarlas.
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La reunión fue todo un éxito. Para Grebenschikoff, según se lee en el diario estadounidense, fue un milagro. Ambas se conectaron por Zoom, junto a sus familiares y miembros del museo, y hablaron como si el tiempo no hubiera pasado.
Esa reunión virtual fue hace un año. Debido a la pandemia no se pudieron ver en persona, hasta hace dos semanas, cuando Wehrenberg viajó junto a su hijo y nuera a la Florida para encontrarse con su amiga. Desde hace un año se reúnen cada domingo para hablar por teléfono y charlar sobre sus vidas.
Grebenschikoff fue a ver a Wehrenberg en el hotel, abrieron una botella de champaña y celebraron su reencuentro. Ella afirma que “es muy especial que dos personas, después de 82 años, todavía se quieran”, se lee en el Washington Post.
Ambas trataron de recuperar el tiempo perdido: se fueron de compras, cenaron juntas y hablaron por horas. No es para menos, por 82 años Grebenschikoff dio a su amiga por muerta. “Estuve buscándola por todos estos años y nunca pude encontrarla”, declaró al medio estadounidense. De hecho, ambas recuerdan que no querían separarse y prometieron volverse a ver.
Ellas se conocieron cuando tenían 6 años y asistían al mismo colegio, a la misma sinagoga y a las mismas clases de ballet. Pasaban mucho tiempo juntas, ya que no podían ir al parque, montar bicicleta, ir al teatro o a la piscina, debido a las políticas de los nazis. Durante la Noche de los Cristales Rotos, en 1938, el padre de Wehrenberg fue capturado y llevado a un campo de concentración. Logró escapar y decidieron salir del país.
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Los padres de Grebenschikoff decidieron irse a China, en donde se instalaron junto con otros 20.000 judíos europeos. La vida en China era dura, según recuerda, pues no había suficiente comida o medicamentos. En Alemania la mayoría de sus parientes murieron en el Holocausto.
A pesar de los inconvenientes, Grebenschikoff se casó. Sin embargo, tuvo que huir del país embarazada, junto con su esposo, durante la Revolución en China, dado que el nuevo partido no quería extranjeros. Huyeron hacia Australia y eventualmente llegaron a Nueva Jersey. Ella tuvo cinco hijos, siete nietos y seis bisnietos.
A pesar de los años, nunca olvidó a su amiga. De hecho, en su memoria biográfica, la cual publicó en 1993, hay un capítulo entero en donde habla sobre ella. “Cada vez que me invitaban a colegios o universidades, siempre la mencionaba y preguntaba si alguien la conocía”, explicó al Washington Post.
Wehrenberg, por su parte, partió a Chile con su familia. Los nazis exterminaron a toda su parentela en Europa. Se casó y tuvo dos hijos, seis nietos y diez bisnietos. Ella también buscó a su amiga durante todos estos años, e igual que Grebenschikoff, escribió una memoria biográfica y participaba de los eventos conmemorativos al Holocausto.
Afortunadamente para ambas, una pequeña coincidencia las ayudó a reconectarse una vez más. Ni los nazis, ni la guerra, ni los años, al final, pudieron separar su amistad.
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