EE le explica: diez años después, ¿qué dejó WikiLeaks?
Esta organización secreta de denunciantes le dio un gran golpe a las relaciones diplomáticas de Estados Unidos al filtrar documentos secretos sobre la guerra en Afganistán. Diez años después de sus primeras revelaciones explosivas recordamos su papel en la era digital y cómo se convirtió en uno de los objetivos del gobierno estadounidense.
Hace diez años el mundo entero estaba hablando de WikiLeaks, una ‘organización anti-secretos’ diseñada para permitirle a los denunciantes de todo el mundo divulgar información de manera anónima. Aunque se fundó en 2006 y tuvo un par de revelaciones importantes en sus primeros años, no fue sino hasta el 25 de julio de 2010 cuando WikiLeaks logró ocupar los titulares de los principales medios a nivel internacional y desmoronó la reputación de un gobierno frente a sus aliados.
Esa primera bomba mediática fue la de 90.000 documentos clasificados puestos en línea relacionados con la guerra de Afganistán, la mayor filtración hecha desde los Papeles del Pentágono en la década de 1970. En los papeles se reveló la muerte de centenares de civiles durante los ataques de la coalición internacional liderada por Estados Unidos y una extensa lista de crímenes en territorio afgano que hasta ese momento no habían sido reportados.
Inmediatamente la plataforma y su fundador, el activista y programador de computadoras Julian Assange, pasaron a ser objetivos del gobierno estadounidense, el cual condenó la divulgación clasificada por “poner en riesgo la vida de soldados estadounidenses y aliados y amenazar la seguridad nacional”.
Pero las advertencias de Washington no impidieron que WikiLeaks continuara con su labor. Tres meses después de esa primera revelación explosiva llegó un nuevo golpe a la credibilidad estadounidense: miles de documentos sobre la Guerra de Irak y más de 250.000 cables confidenciales sobre las negociaciones internas del gobierno. Todo esto mostraba abusos por parte del Ejército desde 1966, entre otras cosas.
La abrumadura serie de revelaciones de Wikileaks supusieron un revés para la diplomacia estadounidense y alimentaron un debate sobre el papel de Washington en el mundo, dado que los documentos secretos airearon crímenes de guerra en Afganistán e Irak, el maltrato de presos en el centro de detención extrajudicial de Guantánamo (Cuba) y abusos de derechos humanos en todo el mundo.
Detrás de la mayoría de las revelaciones se encontraba el antiguo soldado estadounidense Bradley Manning (ahora Chelsea Manning), destacada en Bagdad (Irak), quien suministró al portal de Assange cientos de miles de documentos tras acceder a ordenadores del Departamento de Defensa. Manning fue sometido a una corte marcial por el delito de filtrar documentos clasificados y recibió una sentencia de 35 años de prisión en 2013. Sin embargo, el presidente Barack Obama conmutó su sentencia al final de su mandato y Manning fue liberada en mayo de 2017.
Assange, mientras tanto, se hizo con la bandera de la lucha por la transparencia de los Estados y la libertad informativa, pero su activismo le ha valido tantos partidarios como detractores.
Hoy, con 49 años, permanece detenido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh (sur de Londres), mientras avanza su proceso de extradición a Estados Unidos, donde está acusado, entre otros, de los delitos de "conspiración" para introducirse en sistemas informáticos gubernamentales.
El activista de origen australiano, que siempre se declaró inocente, estuvo asilado en la embajada de Ecuador en Londres desde 2012 hasta 2019, cuando fue detenido por la Policía británica una vez que el Gobierno de Quito le retiró el estatuto de refugiado.
Assange se refugió en la legación ecuatoriana para evitar ser extraditado a Suecia, que le requería por delitos sexuales, pero, tras la decisión de la fiscalía de ese país de archivar el caso, le queda solo el proceso estadounidense. La próxima audiencia en el Reino Unido sobre su petición de extradición está prevista para septiembre.
Hace diez años el mundo entero estaba hablando de WikiLeaks, una ‘organización anti-secretos’ diseñada para permitirle a los denunciantes de todo el mundo divulgar información de manera anónima. Aunque se fundó en 2006 y tuvo un par de revelaciones importantes en sus primeros años, no fue sino hasta el 25 de julio de 2010 cuando WikiLeaks logró ocupar los titulares de los principales medios a nivel internacional y desmoronó la reputación de un gobierno frente a sus aliados.
Esa primera bomba mediática fue la de 90.000 documentos clasificados puestos en línea relacionados con la guerra de Afganistán, la mayor filtración hecha desde los Papeles del Pentágono en la década de 1970. En los papeles se reveló la muerte de centenares de civiles durante los ataques de la coalición internacional liderada por Estados Unidos y una extensa lista de crímenes en territorio afgano que hasta ese momento no habían sido reportados.
Inmediatamente la plataforma y su fundador, el activista y programador de computadoras Julian Assange, pasaron a ser objetivos del gobierno estadounidense, el cual condenó la divulgación clasificada por “poner en riesgo la vida de soldados estadounidenses y aliados y amenazar la seguridad nacional”.
Pero las advertencias de Washington no impidieron que WikiLeaks continuara con su labor. Tres meses después de esa primera revelación explosiva llegó un nuevo golpe a la credibilidad estadounidense: miles de documentos sobre la Guerra de Irak y más de 250.000 cables confidenciales sobre las negociaciones internas del gobierno. Todo esto mostraba abusos por parte del Ejército desde 1966, entre otras cosas.
La abrumadura serie de revelaciones de Wikileaks supusieron un revés para la diplomacia estadounidense y alimentaron un debate sobre el papel de Washington en el mundo, dado que los documentos secretos airearon crímenes de guerra en Afganistán e Irak, el maltrato de presos en el centro de detención extrajudicial de Guantánamo (Cuba) y abusos de derechos humanos en todo el mundo.
Detrás de la mayoría de las revelaciones se encontraba el antiguo soldado estadounidense Bradley Manning (ahora Chelsea Manning), destacada en Bagdad (Irak), quien suministró al portal de Assange cientos de miles de documentos tras acceder a ordenadores del Departamento de Defensa. Manning fue sometido a una corte marcial por el delito de filtrar documentos clasificados y recibió una sentencia de 35 años de prisión en 2013. Sin embargo, el presidente Barack Obama conmutó su sentencia al final de su mandato y Manning fue liberada en mayo de 2017.
Assange, mientras tanto, se hizo con la bandera de la lucha por la transparencia de los Estados y la libertad informativa, pero su activismo le ha valido tantos partidarios como detractores.
Hoy, con 49 años, permanece detenido en la prisión de alta seguridad de Belmarsh (sur de Londres), mientras avanza su proceso de extradición a Estados Unidos, donde está acusado, entre otros, de los delitos de "conspiración" para introducirse en sistemas informáticos gubernamentales.
El activista de origen australiano, que siempre se declaró inocente, estuvo asilado en la embajada de Ecuador en Londres desde 2012 hasta 2019, cuando fue detenido por la Policía británica una vez que el Gobierno de Quito le retiró el estatuto de refugiado.
Assange se refugió en la legación ecuatoriana para evitar ser extraditado a Suecia, que le requería por delitos sexuales, pero, tras la decisión de la fiscalía de ese país de archivar el caso, le queda solo el proceso estadounidense. La próxima audiencia en el Reino Unido sobre su petición de extradición está prevista para septiembre.