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El retiro de tropas de Estados Unidos de Irak se ha venido dando en los últimos años. De hecho, a finales del año pasado, justo antes de dejar la presidencia, Donald Trump le dio la bienvenida a miles de soldados que estaban desplegados en Irak y Afganistán.
Entonces, el Pentágono anunció que el contingente estadounidense en cada uno de estos dos países pasará de 5.000 a 2.500 efectivos para el 15 de enero, cinco días antes de que Trump dejara la Casa Blanca.
El secretario de Defensa interino, Chris Miller, dijo que la decisión refleja la política de Trump de “conducir las guerras en Afganistán e Irak a una conclusión exitosa y responsable, y regresar a nuestros valientes soldados a casa”.
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Este miércoles, el gobierno de Joe Biden hizo un nuevo anuncio: acordó la retirada de todas las tropas de combate que quedan desplegadas en el país para luchar contra los yihadistas, aunque un pequeño contingente permanecerá en labores de entrenamiento.
“Las partes confirmaron que la misión de Estados Unidos y las fuerzas de la coalición ahora llegaron a una transición enfocada en el entrenamiento y el asesoramiento, lo que por ende permite el redespliegue de cualquier tropa de combate que siga en Irak, para lo cual el calendario va a ser establecido en un próximo diálogo técnico”, señalaron los países en un comunicado conjunto tras una reunión virtual.
La decisión llega cuando varios analistas se preguntan sobre la situación de seguridad de las tropas estadounidenses en Irak. El pasado domingo, cerca de la base aérea de Balad que alberga a soldados estadounidenses al norte de Bagdad, se hicieron unos disparos, que aunque no causaron daño sí se suman a una serie de ataques que han sufrido las tropas estadounidenses en ese país.
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Se trata del decimocuarto ataque, incluidos seis con cohetes, dirigido contra las tropas estadounidenses, la embajada de Estados Unidos o los convoyes iraquíes que proporcionan apoyo logístico a las tropas extranjeras desde que Joe Biden asumió el cargo de presidente en enero.
Dos estadounidenses y un civil iraquí murieron en esos ataques. Un civil iraquí que trabajaba para una empresa de mantenimiento de aviones de combate estadounidenses para las fuerzas aéreas iraquíes también resultó herido en uno de los ataques.
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En ocasiones, estas operaciones son reivindicadas por grupos desconocidos que, según los expertos, son una cortina de humo de organizaciones respaldadas por Irán presentes desde hace tiempo en Irak.
Qais al Khazali, un alto cargo proiraní de la fuerza paramilitar patrocinada por el Estado Hashed al Shaabi, declaró recientemente que la “resistencia” estaba llevando a cabo ataques y que los intensificaría “a menos que Estados Unidos retire todas sus fuerzas de combate de todo Irak”.
Este último ataque coincidió con la preparación en Washington de un diálogo estratégico con el gobierno del primer ministro Mustafa Al Kadhemi, que recibe regularmente amenazas de las facciones proiraníes.