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Desmond Tutu dijo ante las Naciones Unidas, en 1988, que el apartheid era igual de ruin que el nazismo. No en vano el sistema de segregación y discriminación fue considerado como su enemigo y, como tal, su vida la dedicó a luchar por la tolerancia, la igualdad y la justicia. Así, consagrado desde la década del 70 a la liberación de Sudáfrica, él se encargó de mostrarle al mundo los abusos que se cometía en contra de los negros, a partir de un sistema político pensado para la represión de dicha comunidad.
“No queremos llevar a los blancos al mar, no queremos destruir a los blancos. Pero, ¿es demasiado pedir que en la tierra de nuestro nacimiento podamos caminar erguidos como seres humanos hechos a la imagen de Dios?”. Así, Tutu se enfrentó a un modelo que excluía y violentaba a la mayoría negra sudafricana, en el que la ley sobre la clasificación de la población gobernó el país hasta 1994, cuando Nelson Mandela ganó las elecciones y se consolidó como el primer presidente negro de Sudáfrica.
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Bajo el apartheid, la sociedad estaba dividida en cuatro grupos: blancos, negros, mestizos e indios. Según se lee en AFP, “en lo cotidiano, había carteles para reservar a la población blanca buses, restaurantes, taquillas e incluso playas. Los matrimonios mixtos y las relaciones sexuales interraciales estaban prohibidas. Los negros tenían acceso a una educación y a una sanidad de menor calidad. Casi todo el territorio (87 %) estaba reservado a los blancos. Unos 3,5 millones de personas fueron expulsadas por la fuerza y los negros quedaron relegados a los ‘townships’, ciudades dormitorio, y los ‘bantustans’, reservas étnicas”. Además, hasta 1986, los negros tenían que portar un carné de identidad que dictaminaba qué lugares podían visitar, arriesgándose a enfrentar la cárcel o multas en dado caso que desafiaran la normatividad.
Tutu apoyó la lucha no violenta, que en primera instancia optó por huelgas, boicots y campañas de desobediencia civil, siguiendo los preceptos de Nelson Mandela, pero se separó del Congreso Nacional Africano una vez sus líderes empezaron a ver en la violencia una posibilidad, así como cuando la exclusión se volvió también una forma de gobernar después de la conquista política de Mandela. No en vano, Tutu afirmó: “¿Qué es el empoderamiento negro cuando parece beneficiar no a la gran mayoría sino a una pequeña élite que tiende a ser reciclada? ¿No estamos acumulando mucho resentimiento del que podamos lamentar más tarde? Estamos sentados en un barril de pólvora”.
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