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De la decena de hoteles y resorts que existen en Estados Unidos, la Casa Blanca eligió a uno propiedad del presidente Donald Trump para alojar la cumbre de jefes de Estado del G7 programada para junio de 2020. Se trata del resort de golf Doral, ubicado en Miami, el cual, según destacó el diario ABC, estaría teniendo pérdidas de acuerdo con analistas inmobiliarios. La periodista de CNN, Ana Navarro-Cárdenas, también ha apuntado que el hotel estaría perdiendo dinero.
El mandatario había sugerido la idea al finalizar la última reunión entre los líderes en Biarritz, Francia. “Ellos (los otros líderes) aman la ubicación del hotel, también aman el hecho de que es justo cerca al aeropuerto por conveniencia”, destacó el mandatario al final de la última Cumbre del G7. Tras su declaración, el presidente recibió varias críticas de quienes lo acusaban de querer favorecer sus negocios mientras dirigía al país.
“Esa decisión no tiene precedentes en la historia estadounidense moderna: el presidente usó su cargo público para dirigirse a sí mismo un contrato masivo”, destacó The Washington Post.
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Según el jefe de gabinete de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, “el presidente no tiene interés en sacar provecho porque la reunión” sea en el Doral. Sin embargo, no es la primera vez que los negocios de Trump son una fuente de controversia y polémicas. El magnate se ha reusado a distanciarse de sus intereses comerciales y por ello ha recibido varias críticas desde que comenzó su gobierno porque nunca en la historia del país la relación de un mandatario con sus negocios había sido una fuente tan potencial de conductas antiéticas y procesos irregulares.
En 2017, el mandatario recibió al presidente chino, Xi Jinping, en su conocido complejo turístico de Mar-a-Lago, donde suele jugar golf. Allí también recibió al primer ministro japonés, Shinzo Abe. Pero la celebración de una reunión como la del G7 en una de sus propiedades ha llevado el problema a un nuevo nivel.
Como explica Carlos Chirinos, periodista de Univision, “la concentración de siete líderes internacionales, sus comitivas y equipos de asistencia, en un solo lugar es un negocio multimillonario que más de una empresa de hotelería y convenciones desearía tener la oportunidad de manejar. Y en una ciudad como Miami hay muchas instalaciones que podrían manejarlo”.
Trump dice que no hay otro complejo en esa ciudad con las capacidades que tiene su resort el Doral. Mulvaney, de hecho, salió a respaldar esta teoría el jueves y aseguró que el Camp David, la casa de verano que posee el gobierno y en la que el expresidente Barack Obama solía recibir líderes mundiales, es una “miseria” al lado del Trump Doral. Para completar el cuadro irregular en esta decisión, Mulvaney aseguró que la Casa Blanca no divulgará información sobre cómo se realizó el proceso de selección.
Aunque en la propiedad se han celebrado eventos como el Miss Universo, hoy no cuenta con la misma fama que hace cinco años y esto, además de la notable ausencia del magnate frente al negocio, se debe a las denuncias e inspecciones sobre chinches, cucarachas y moscas en el resort. Según el diario El País, de acuerdo con la declaración financiera de Trump “el presidente estadounidense ganó 76 millones de dólares en ingresos por su complejo del Doral en 2018, una caída sustancial en comparación con los casi 116 millones de 2016”.
“El presidente ahora está usando oficialmente el poder de su oficina para ayudar a apuntalar su difícil negocio de golf. Parece que la corrupción del presidente Trump no tiene fondo”, apuntó Noah Bookbinder, Director Ejecutivo de Ciudadanos para la Responsabilidad y Ética en Washington (CREW).
Más allá de la elección del hotel, el problema está en lo que Trump pueda recibir por albergar la cumbre en una de sus propiedades. Y esto no se trata de dinero nada más, pues la Casa Blanca aseguró que las empresas de Trump no se financiarían de la decisión, sino de algo que Chirinos expresó como “el valor de lo intangible”. Le puede interesar: El lado oscuro de la caridad de Trump
“Es posible que la ganancia neta al final del evento sea cero, pero Mulvaney no toma en cuenta el valor intangible que recibirá el resort de Trump y su marca con la publicidad gratis que le generará poder servir de vitrina a los servicios de la Organización Trump. Será una gran promoción en el mundo entero de uno de los resorts de la organización pagado con dinero del contribuyente estadounidense. Es el valor de lo intangible: la publicidad gratis que recibirá el resort de Miami y la marca Trump podría equivaler a grandes sumas si se hubiera logrado a través de campañas publicitarias o de relaciones públicas contratadas”, escribió Chirinos.
El Doral no es el único hotel que ha recibido un empujón en su imagen mientras el mandatario está en la Casa Blanca. El Hotel Trump en Washington D.C. obtuvo US$2 millones en los primeros ocho meses del gobierno actual. Ubicado a cinco manzanas de la sede del Ejecutivo, esta propiedad de Trump se convirtió en un imán para los conservadores y seguidores del presidente que cambiaron los salones del Ritz y del Four Seasons por los vestíbulos del hotel con marca presidencial.
“No tenemos nada que ver con la Administración Trump. El hotel tiene éxito por su localización en el centro de la ciudad y por el histórico edificio que ocupa, así como el extraordinario servicio que ofrece nuestro equipo”, defiende Patricia Tang, su directora de ventas. Sin embargo, desde que Trump, rodeado de su familia, inauguró el hotel de 263 habitaciones como un acto de campaña en octubre de 2016, la propiedad se convirtió en un activo político de la capital estadounidense. En sus habitaciones, según destaca El País, durmieron en tan solo el primer año de gobierno de Trump, el presidente de Rumania, Klaus Iohannis; el exportavoz de Trump, Anthony Scaramucci, o Steve Mnuchin, el secretario del Tesoro, quien vivió allí durante seis meses.
Expertos en contratación del gobierno estadounidense consideran que no es cierto que Trump no se vaya a beneficiar por esto. “A cualquier gran resort en el país le encantaría estar en la televisión nacional sin parar como anfitrión del G-7”, dijo Steven Schooner, profesor de derecho de compras gubernamentales en la Universidad George Washington.
“La decisión de Trump de tener la próxima reunión del G7 en un lugar donde el gobierno de los EE. UU. Y los gobiernos internacionales se verían obligados a patrocinar su negocio es quizás la mejor ilustración de cómo se está burlando no solo de la tradición y los estándares éticos sino también la cláusula de emolumentos de la Constitución, una disposición poco utilizada destinada a proteger la corrupción de los presidentes por intereses extranjeros”, agrega Aaron Rupar, periodista del portal Vox.
Esta decisión podría causarle al mandatario un lío constitucional que podría significarle un proceso de juicio político. El mandatario ya enfrenta una investigación de este tipo por el escándalo del ‘Ucraniagate’, por lo que el periodista Bricio Segovia se pregunta si la decisión del hotel es circunstancial o fue hecha para desviar la atención sobre el actual proceso.