El Espectador le explica: ¿Por qué policías dicen que Holanda se está convirtiendo en un ‘narcoestado’?
El asesinato de un abogado que participaba en un caso contra miembros de una violenta banda de narcotraficantes en Países Bajos tiene en alerta a las autoridades. Policías advierten que los niveles de delincuencia a raíz del tráfico de drogas se están saliendo de control. ¿Qué hay de cierto en ello? El Espectador le explica.
- Redacción Internacional
Los fiscales de los principales casos de drogas en Países Bajos han recibido protección de emergencia luego de que Derk Wiersum, abogado de un testigo estatal en un caso contra miembros de una violenta banda de narcotraficantes, fue baleado en la calle cuando salía de su casa en Ámsterdam. Los medios holandeses han comparado el homicidio de Wiersum con los asesinatos selectivos de la mafia contra magistrados e investigadores durante la década de 1990 en Colombia y en Italia. Tanto sindicatos de la policía como la prensa holandesa advierten que la “ingenuidad” del gobierno estaba convirtiendo al país en un “narcoestado”.
“A pesar de las buenas intenciones, las autoridades todavía no tienen control sobre la amenaza y han dejado a la policía y a funcionarios de la justicia a merced de un narcoestado sobre el cual el gobierno no tiene control”, aseguró el periódico AD. El asesinato de Wiersum marcó “el inicio de una nueva fase oscura para el país…y aunque el primer ministro todavía va en bicicleta al trabajo y los abogados, jueces y fiscales se mueven sin vigilancia en la vida… el inframundo acaba de fortalecer su control sobre el mundo superior”, agregó el medio.
“Estoy extremadamente preocupado, nuevamente, por la forma en que se subestima el crimen organizado en los Países Bajos. De todo lo que he experimentado, este es una reacción mínima absoluta”, dijo John van den Heuvel, corresponsal de crimen en Holanda para The Guardian. Le recomendamos: Saltan alarmas en Barcelona por creciente inseguridad
Esta no es la primera vez que la prensa o las autoridades advierten sobre estas condiciones en el país. En febrero 2018, la policía y la fiscalía local alertaron sobre un aumento de la delincuencia producto del auge de grupos criminales. Además, la Asociación de la Policía Holandesa (NPB, por sus siglas en inglés) redactó un informe que envió al Parlamento en el que se aseguraba que las autoridades “son incapaces de combatir el surgimiento de una economía criminal paralela”. Los contradictores de esta denuncia aseguraron que solo se trataba de una estrategia para llamar la atención para que la policía recibiera más fondos del gobierno.
“Es cierto que las cosas han cambiado. Aquí lo más grave que podía pasar era que te robaran la cartera o la bicicleta o que se colaran en tu motel si eres turista para robar también, pero es cierto que en los últimos tiempos ha habido reportes de muertos, de asaltos y cosas así. Pero si eso implica que Holanda es un narcoestado, es otro tema. Yo vengo de México, así que me cuesta mucho aceptar que se diga algo así de un país como este. En mi opinión, están exagerando”, le dijo Dany Lezcano, un mexicano que trabaja y reside en Holanda, a la BBC en 2018. Pero las denuncias no se detuvieron allí.
Un nuevo informe publicado en septiembre para el Consejo de Ámsterdam señaló que las políticas laxas de la ciudad habían dado “rienda suelta a los delincuentes, estafadores, parásitos, intermediarios y extorsionistas de drogas… el crimen y el inframundo ahora ejercen una influencia significativa”. “Esta es la confirmación de que vivimos en un narcoestado”, aseveró Jan Strjis, miembro del sindicato del NPB. Pero ¿es la situación tan grave como se está diciendo en los círculos de la policía y en los medios holandeses?
Holanda está lejos de ser un narcoestado, pero la preocupación por la seguridad va en aumento. En 2016, la cabeza de un joven de 23 años, Nabil Amzieb, apareció en un bar de Ámsterdam frecuentado por traficantes de drogas en la ciudad. Su cuerpo fue descubierto en un auto en otra zona de la capital. Este es uno de los episodios más recientes y sangrientos de la guerra contra los grupos criminales responsables, según estadísticas, del 20% de los crímenes en el país en los últimos años. Desde 2012, una serie de eventos ha salpicado con sangre la política de tolerancia en el país, insaturada en la década de 1970 para darle un golpe a las redes clandestinas de tráfico.
“Si el gobierno concibió esa política particular que tolera la posibilidad de fumar marihuana, según condiciones estrictas, fue para reducir la demanda, la oferta y los riesgos que corren los usuarios, sus allegados y la sociedad. Por esa razón, hay que afirmar que Holanda se ha transformado en un narcoestado es una aberración. La verdad es que los responsables de la policía hicieron una excelente campaña de comunicación: el argumento del narcoestado sirvió para sacar al día sus reivindicaciones de obtener más personal y más recursos”, defiende Willem Opstelten, profesor en la Universidad de Amsterdam.
“Ha sido un tema tabú hasta ahora, a pesar de que el crimen organizado ajusta cuentas a tiros a plena luz del día, se dejan cabezas cortadas frente al negocio del rival y una economía paralela blanquea fondos a domicilio. En los últimos 30 años, además, los pequeños traficantes holandeses se han convertido en grandes inversores en inmuebles. En definitiva, estos son los rasgos de un narcoestado”, sostiene Struijs, presidente del Sindicato de Policía.
El ministro de Justicia de Holanda, Ferd Grapperhaus, ha rechazado las acusaciones que cuestionan la política antinarcóticos del gobierno. “Junto con nuestros aliados, trabajamos arduamente para combatir el tráfico internacional de drogas. Por lo tanto, el término 'narcoestado' no es una calificación que yo usaría”, afirmó en 2018. Sin embargo, reconoció que es necesario realizar inversiones en la fuerza policial y que preveían un monto extra de unos US$300 millones con estos fines y otros US$100 millones para combatir el crimen organizado. Vea también: De Ámsterdam a Bogotá: drogas en la deepweb
No solo el gobierno debate la actual crisis de seguridad, sino también los expertos en temas de gobernanza. Pieter Tops, experto en temas de gobierno local y democracia en la Universidad de Tilburg, admitió que el país sí cumple con los requisitos para clasificar en la controvertida definición. “Un narcoestado es un país donde se produce y/o comercian a gran escala drogas prohibidas. Esta definición, sin duda, se aplica Holanda… la escala de la producción de marihuana y drogas sintéticas es enorme. Y luego está también la importación y el tránsito de cocaína a través de los puertos”, dice.
Del otro lado, Tom Blickman, analista político especializado en temas de narcotráfico del Transnational Institute (TNI), advierte que no se puede catalogar a Holanda como un narcoestado, pues en este caso los grupos criminales no influyen en el proceso de toma de decisiones en un país, por lo que no aplica la definición para Holanda.
“Si Holanda fuera un narcoestado, tal vez la policía sería la primera corrupta, como pasa en mi país. De verdad, si aquí hay un narcoestado, entonces ya México valió madres”, concluyó Dany Lezcano, entrevistado por BBC Mundo.
Los fiscales de los principales casos de drogas en Países Bajos han recibido protección de emergencia luego de que Derk Wiersum, abogado de un testigo estatal en un caso contra miembros de una violenta banda de narcotraficantes, fue baleado en la calle cuando salía de su casa en Ámsterdam. Los medios holandeses han comparado el homicidio de Wiersum con los asesinatos selectivos de la mafia contra magistrados e investigadores durante la década de 1990 en Colombia y en Italia. Tanto sindicatos de la policía como la prensa holandesa advierten que la “ingenuidad” del gobierno estaba convirtiendo al país en un “narcoestado”.
“A pesar de las buenas intenciones, las autoridades todavía no tienen control sobre la amenaza y han dejado a la policía y a funcionarios de la justicia a merced de un narcoestado sobre el cual el gobierno no tiene control”, aseguró el periódico AD. El asesinato de Wiersum marcó “el inicio de una nueva fase oscura para el país…y aunque el primer ministro todavía va en bicicleta al trabajo y los abogados, jueces y fiscales se mueven sin vigilancia en la vida… el inframundo acaba de fortalecer su control sobre el mundo superior”, agregó el medio.
“Estoy extremadamente preocupado, nuevamente, por la forma en que se subestima el crimen organizado en los Países Bajos. De todo lo que he experimentado, este es una reacción mínima absoluta”, dijo John van den Heuvel, corresponsal de crimen en Holanda para The Guardian. Le recomendamos: Saltan alarmas en Barcelona por creciente inseguridad
Esta no es la primera vez que la prensa o las autoridades advierten sobre estas condiciones en el país. En febrero 2018, la policía y la fiscalía local alertaron sobre un aumento de la delincuencia producto del auge de grupos criminales. Además, la Asociación de la Policía Holandesa (NPB, por sus siglas en inglés) redactó un informe que envió al Parlamento en el que se aseguraba que las autoridades “son incapaces de combatir el surgimiento de una economía criminal paralela”. Los contradictores de esta denuncia aseguraron que solo se trataba de una estrategia para llamar la atención para que la policía recibiera más fondos del gobierno.
“Es cierto que las cosas han cambiado. Aquí lo más grave que podía pasar era que te robaran la cartera o la bicicleta o que se colaran en tu motel si eres turista para robar también, pero es cierto que en los últimos tiempos ha habido reportes de muertos, de asaltos y cosas así. Pero si eso implica que Holanda es un narcoestado, es otro tema. Yo vengo de México, así que me cuesta mucho aceptar que se diga algo así de un país como este. En mi opinión, están exagerando”, le dijo Dany Lezcano, un mexicano que trabaja y reside en Holanda, a la BBC en 2018. Pero las denuncias no se detuvieron allí.
Un nuevo informe publicado en septiembre para el Consejo de Ámsterdam señaló que las políticas laxas de la ciudad habían dado “rienda suelta a los delincuentes, estafadores, parásitos, intermediarios y extorsionistas de drogas… el crimen y el inframundo ahora ejercen una influencia significativa”. “Esta es la confirmación de que vivimos en un narcoestado”, aseveró Jan Strjis, miembro del sindicato del NPB. Pero ¿es la situación tan grave como se está diciendo en los círculos de la policía y en los medios holandeses?
Holanda está lejos de ser un narcoestado, pero la preocupación por la seguridad va en aumento. En 2016, la cabeza de un joven de 23 años, Nabil Amzieb, apareció en un bar de Ámsterdam frecuentado por traficantes de drogas en la ciudad. Su cuerpo fue descubierto en un auto en otra zona de la capital. Este es uno de los episodios más recientes y sangrientos de la guerra contra los grupos criminales responsables, según estadísticas, del 20% de los crímenes en el país en los últimos años. Desde 2012, una serie de eventos ha salpicado con sangre la política de tolerancia en el país, insaturada en la década de 1970 para darle un golpe a las redes clandestinas de tráfico.
“Si el gobierno concibió esa política particular que tolera la posibilidad de fumar marihuana, según condiciones estrictas, fue para reducir la demanda, la oferta y los riesgos que corren los usuarios, sus allegados y la sociedad. Por esa razón, hay que afirmar que Holanda se ha transformado en un narcoestado es una aberración. La verdad es que los responsables de la policía hicieron una excelente campaña de comunicación: el argumento del narcoestado sirvió para sacar al día sus reivindicaciones de obtener más personal y más recursos”, defiende Willem Opstelten, profesor en la Universidad de Amsterdam.
“Ha sido un tema tabú hasta ahora, a pesar de que el crimen organizado ajusta cuentas a tiros a plena luz del día, se dejan cabezas cortadas frente al negocio del rival y una economía paralela blanquea fondos a domicilio. En los últimos 30 años, además, los pequeños traficantes holandeses se han convertido en grandes inversores en inmuebles. En definitiva, estos son los rasgos de un narcoestado”, sostiene Struijs, presidente del Sindicato de Policía.
El ministro de Justicia de Holanda, Ferd Grapperhaus, ha rechazado las acusaciones que cuestionan la política antinarcóticos del gobierno. “Junto con nuestros aliados, trabajamos arduamente para combatir el tráfico internacional de drogas. Por lo tanto, el término 'narcoestado' no es una calificación que yo usaría”, afirmó en 2018. Sin embargo, reconoció que es necesario realizar inversiones en la fuerza policial y que preveían un monto extra de unos US$300 millones con estos fines y otros US$100 millones para combatir el crimen organizado. Vea también: De Ámsterdam a Bogotá: drogas en la deepweb
No solo el gobierno debate la actual crisis de seguridad, sino también los expertos en temas de gobernanza. Pieter Tops, experto en temas de gobierno local y democracia en la Universidad de Tilburg, admitió que el país sí cumple con los requisitos para clasificar en la controvertida definición. “Un narcoestado es un país donde se produce y/o comercian a gran escala drogas prohibidas. Esta definición, sin duda, se aplica Holanda… la escala de la producción de marihuana y drogas sintéticas es enorme. Y luego está también la importación y el tránsito de cocaína a través de los puertos”, dice.
Del otro lado, Tom Blickman, analista político especializado en temas de narcotráfico del Transnational Institute (TNI), advierte que no se puede catalogar a Holanda como un narcoestado, pues en este caso los grupos criminales no influyen en el proceso de toma de decisiones en un país, por lo que no aplica la definición para Holanda.
“Si Holanda fuera un narcoestado, tal vez la policía sería la primera corrupta, como pasa en mi país. De verdad, si aquí hay un narcoestado, entonces ya México valió madres”, concluyó Dany Lezcano, entrevistado por BBC Mundo.