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El expresidente de Afganistán, Ashraf Ghani, cuenta cómo huyó de los talibanes

Acusado de escapar con dinero a Emiratos Árabes Unidos, Ashraf Ghani dice haberse convertido en un chivo expiatorio de toda la crisis en su país.

30 de diciembre de 2021 - 02:32 p. m.
El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani (centro), tras un viaje a la ciudad de Mazar-i-Sharif en agosto.
El presidente de Afganistán, Ashraf Ghani (centro), tras un viaje a la ciudad de Mazar-i-Sharif en agosto.
Foto: afp - Agencia AFP
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Cuando despertó el pasado 15 de agosto, Ashraf Ghani nunca imaginó que ese sería su último día en Afganistán. Solo fue hasta abordar un avión que el expresidente afgano dimensionó las condiciones a las que se enfrentaba: los talibanes estaban a las afueras de la capital y se disponían a ingresar para retomar el poder a la fuerza.

“Dos facciones diferentes de los talibanes se estaban acercando desde direcciones opuestas. Y la posibilidad de un conflicto masivo entre ellos que destruiría la ciudad de cinco millones y causaría estragos en la gente era enorme”, le comentó Ghani a la BBC, en su primera entrevista desde la caída de Kabul.

El expresidente tuvo solo dos minutos para preparar su vuelo y salir del país. Sobre la mesa estaba la posibilidad de que si se quedaba los talibanes destruirían por completo la ciudad. Así es que justifica su abrupta salida, como la única manera que encontró para detener un baño de sangre.

Ghani fue ampliamente criticado por abandonar el país en medio de la adversidad cuando había jurado “luchar hasta la muerte”. Su vicepresidente, Amrullah Saleh, lo calificó de una “vergüenza”. Su esposa y su asesor de seguridad nacional, Hamdullah Mohib, también se fueron sin ánimo, según cuenta el exmandatario. Mohib fue el único en regresar, aunque no por mucho. El asesor del expresidente le dijo que todos morirían si tomaba una posición.

“Tuve que sacrificarme para salvar Kabul”, dijo Ghani.

El exmandatario y su círculo más cercano se dirigieron a Emiratos Árabes Unidos, en donde encontraron refugio. El plan inicial, comentó el exmandatario, era ir a la provincia de Khost en el sureste afgano, pero esta había caído en manos de los talibanes poco antes. De inmediato comenzaron las acusaciones de que había escapado con grandes cantidades de dinero, pero él lo niega todo.

“¿Qué haría con eso? Conocen mi estilo de vida”, resalta.

Ahora, cuatro meses después del caos, es consciente de las críticas que le hacen por huir cuando su pueblo lo necesitaba, pero él defiende sus acciones.

“Me han convertido en un chivo expiatorio”, comenta.

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En su entrevista con la BBC, Ghani destaca que los problemas se profundizaron con el acuerdo protagonizado por los talibanes y el gobierno del expresidente estadounidense, Donald Trump. Más que un proceso de paz, dijo Ghani, fue un acuerdo de retirada.

“Nos borró del acuerdo”, comentó el expresidente afgano.

Y es que dicho acuerdo planteó la reducción de las fuerzas estadounidenses en Afganistán y un intercambio de prisioneros, dos grandes beneficios para los talibanes. A cambio, los insurgentes se comprometían a negociar con el gobierno de Ghani cuando Estados Unidos se fuera por completo. Trump había concedido todo a cambio de un mero compromiso verbal.

“(Lo que sucedió) fue un golpe violento, no un acuerdo político o un proceso político en el que la gente ha estado involucrada”, dice Ghani en la entrevista.

En efecto, las tropas estadounidenses comenzaron su retirada y se liberaron cientos de presos talibanes. Sin embargo, la otra parte del acuerdo no se cumplió: los talibanes comenzaron a avanzar provincia por provincia sin encontrar resistencia.

Con el regreso de los talibanes a Kabul, los avances de Afganistán en los últimos 20 años han quedado borrados. La economía se encuentra al borde del colapso y solo el 2 % de la población tiene suficiente para comer. Un millón de niños podría morir de hambre, según estimaciones de Naciones Unidas.

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Una condición que facilitó la abrupta caída de todo el sistema fue que Ghani, en sus ocho años como presidente, centralizó el poder de manera tal que podía colapsar todo si Kabul caía. Su escape de la capital, entonces, dejó un vacío que el talibán pudo llenar de inmediato, como advierte Sharif Hassan de The New York Times.

Los críticos de Ghani dicen que si hubiera permanecido en Afganistán y se hubiera prestado para una transición ordenada, la crisis no habría sido tan colosal. Sin embargo, el hubiera no existe. Ghani ahora debe cargar con la cruz de ser uno de los hombres menos queridos en su propio país y sobre su espalda recaerán todas las consecuencias de un acuerdo de paz que no tuvo en cuenta a la parte más importante: la misma población.

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