El fuego de una “catastrófica” escalada: Israel responderá al ataque de Irán
Tras el lanzamiento de unos 180 misiles desde Teherán a diferentes rincones israelíes, el temor de una guerra abierta entre estos dos actores claves de la región, que a la vez son enemigos, se hace cada vez más latente.
María José Noriega Ramírez
No ha pasado mucho tiempo desde que Irán, por primera vez, atacó directamente a Israel. Era abril cuando Teherán disparó más de 300 drones y misiles contra quien ha sido su rival por décadas. Esa vez, según las autoridades israelíes, el 99 % del bombardeo fue interceptado fuera del espacio aéreo o sobre el mismo país. Fue algo inédito, un hecho sin precedentes, que le dio algo de forma a ese miedo que viene creciendo desde hace tiempo: que se dé un enfrentamiento abierto entre ambos, con consecuencias catastróficas, con poder nuclear de por medio. El martes ese temor adquirió un nuevo rostro: tras la advertencia que hizo Estados Unidos sobre que Irán llevaría a cabo un ataque inminente con misiles balísticos, en Israel sonaron las sirenas en todos sus rincones, fuertes explosiones se escucharon en Tel Aviv y se vieron destellos de luz provenientes de los cohetes interceptores del sistema de defensa aérea. En Jerusalén también hubo detonaciones.
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No ha pasado mucho tiempo desde que Irán, por primera vez, atacó directamente a Israel. Era abril cuando Teherán disparó más de 300 drones y misiles contra quien ha sido su rival por décadas. Esa vez, según las autoridades israelíes, el 99 % del bombardeo fue interceptado fuera del espacio aéreo o sobre el mismo país. Fue algo inédito, un hecho sin precedentes, que le dio algo de forma a ese miedo que viene creciendo desde hace tiempo: que se dé un enfrentamiento abierto entre ambos, con consecuencias catastróficas, con poder nuclear de por medio. El martes ese temor adquirió un nuevo rostro: tras la advertencia que hizo Estados Unidos sobre que Irán llevaría a cabo un ataque inminente con misiles balísticos, en Israel sonaron las sirenas en todos sus rincones, fuertes explosiones se escucharon en Tel Aviv y se vieron destellos de luz provenientes de los cohetes interceptores del sistema de defensa aérea. En Jerusalén también hubo detonaciones.
Los militares estaban en alerta máxima desde antes, cuando funcionarios estadounidenses advirtieron que el ataque sería al menos del tamaño del de meses atrás, o incluso mayor. Unos 180 misiles fueron disparados, la mayoría de los cuales fueron interceptados por la Fuerza Aérea israelí. El Pentágono estimó que el ataque tuvo el doble del alcance que el anterior. A los habitantes se les dijo que buscaran refugio y la Embajada estadounidense les recomendó a sus empleados que se resguardaran hasta nuevo aviso, junto a sus familias. Esta nueva escalada, en una espiral de ofensivas que sacude a varias zonas de Medio Oriente, transcurrió en medio de la “incursión terrestre selectiva” israelí en el Líbano y tras los bombardeos en el sur, pero también en los suburbios y el centro de Beirut, que mataron al líder de Hezbolá, Hasán Nasralá, y a otros dirigentes más del grupo considerado como terrorista por Estados Unidos y otros países. A la par continúa el asedio a la Franja de Gaza, donde se cuentan más de 40.000 víctimas mortales.
“Nadie sabe cómo terminará esto”, dice Hugh Lovatt, analista de Medio Oriente: “Estamos cerca del peor escenario. El problema es que en abril se intentó limitar la respuesta posterior de Israel, que funcionó. Ahora parece que le dio luz verde para responder enérgicamente y eso alimentará el ciclo catastrófico de escalada”. Y es que los mensajes de un lado y de otro, con el paso de los días, han generado mayor incertidumbre. Apenas el lunes, el primer ministro Benjamin Netanyahu, que llegó de Estados Unidos tras participar en la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York, donde defendió sus acciones militares y dijo que “están ganando”, advirtió que “no hay ningún lugar en Oriente Medio al que Israel no pueda llegar”. Casi en paralelo, Irán comentó que “no dejará sin respuesta ninguna acción agresiva del régimen sionista que atente contra sus intereses” y que “no quedarán impunes los crímenes que ha cometido”. De hecho, la Guardia Revolucionaria confirmó el martes que la ráfaga de misiles fue lanzada en forma de represalia por los asesinatos de Nasralá y de Ismail Haniyeh, líder de Hamás.
Lovatt, que también es investigador principal de políticas en el Consejo Europeo de Relaciones Exteriores, recuerda que durante un largo tiempo se ha querido evitar que Teherán entre en una guerra directa con Israel, dados los costos. Sin embargo, eso, según él, “se está volviendo cada vez más insostenible, al menos desde el punto de vista iraní, que está viendo colapsar su tradicional disuasión, basada en su apoyo a grupos regionales. Mientras Israel habla cada vez más de crear un nuevo orden sin Irán, los líderes iraníes pueden sentir que tienen pocas opciones para afrontar la pérdida existencial de sus capacidades regionales”. Ahora bien, tampoco está muy convencido de que las acciones de Israel estén encaminadas a lograr sus metas: “No hay duda de que ha asestado una serie de golpes dolorosos a Hezbolá, degradando su capacidad organizativa y eliminando a altos dirigentes, pero esas son victorias tácticas, no estratégicas”.
Es decir, a su parecer, los ataques no le permitirán el Estado judío acabar con el lanzamiento de misiles por parte del grupo libanés ni devolver a sus ciudadanos desplazados del norte a sus hogares. Por ahora, Israel amenazó con responder a lo sucedido el martes y dijo que habrá consecuencias. Netanyahu, tras una reunión con su gabinete de seguridad, así lo advirtió: “Irán cometió un gran error. Quienquiera que nos ataque, lo atacaremos”. Janiel Melamed, Ph. D. en seguridad internacional, cree que el país podría dirigir sus acciones contra instalaciones militares partícipes en la reciente ofensiva iraní, o contra infraestructura sensible para el programa nuclear y el sector energético, específicamente el petrolero.
Él, que es docente en el Departamento de Ciencia Política y Relaciones Internacionales de la Universidad del Norte, afirma que Teherán está metido en las tensiones desde hace rato, no solo con la reciente ofensiva, y que el enfrentamiento directo con Israel “siempre está sobre la mesa. Es la cabeza de la medusa”. Según argumenta, “tanto Irán como su red de aliados se ven débiles y desconcertados”, pero no cree, como tampoco lo hace Lovatt, que el grupo libanés vaya a desaparecer: “No pasó con Al- Qaeda con el asesinato de Osama Bin Laden, no pasará con Hezbolá. La discusión es, más bien, acerca de si la organización tendrá el mismo control territorial en el sur del Líbano y la misma capacidad de amenaza frente a Israel”.
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