El indulto de Fujimori: las dos caras de la moneda

La decisión de otorgar la gracia presidencial aisla a Pedro Pablo Kuczynski: renuncias, protestas y críticas, mientras el Fujimorismo confirma que es una fuerza poderosa. Las caras de la crisis.

redacción internacional
27 de diciembre de 2017 - 03:00 a. m.
Este es Kenji Fujimori, quien le prometió a Kuczynski conseguir los votos para impedir su destitución. A cambio, el indulto de Alberto Fujimori. / EFE
Este es Kenji Fujimori, quien le prometió a Kuczynski conseguir los votos para impedir su destitución. A cambio, el indulto de Alberto Fujimori. / EFE
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Un presidente errático

El día en que Pedro Pablo Kuczynski (PPK) cumplió un año en el poder (julio 27 de 2017), tras ganarle la Presidencia a Keiko Fujimori por apenas 44.000 votos, ya se veía venir el indulto al expresidente Alberto Fujimori, condenado a 25 años de prisión por delitos de lesa humanidad.

Ese día, su rival y principal pesadilla política, Keiko Fujimori, le dedicó varios mensajes en Twitter: “Haga uso de su potestad de presidente, llegó la hora de actuar”, le pidió la excandidata presidencial.

“En sus manos está hacer justicia con ese hombre valiente que rescató al Perú del abismo: Mi padre, Alberto Fujimori”, agregó la líder de la mayoría opositora en el Parlamento, Fuerza Popular.

Dueña de 73 de los 130 escaños en el Congreso, Keiko tenía clara su estrategia: le declaró la guerra a un errático y débil Kuczynski. Durante los primeros 12 meses de gobierno, PPK no supo enfrentar a las fuerzas fujimoristas, que le tumbaron a tres ministros y estuvieron a punto de acabar con el fiscal general.

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La bancada fujimorista avanzaba, mientras Kuczynski permanecía inmóvil y perdía respaldo popular. Con las mayorías en el Congreso lograron abrir varias investigaciones contra el expresidente Ollanta Humala y su esposa Nadine Heredia, hoy en prisión preventiva por el caso Odebrecht. El control del fujimorismo de la Comisión de Ética de la rama legislativa también les permitió evaluar cerca de 40 denuncias que pesan en contra de parlamentarios fujimoristas, de las cuales ninguna llegó a prosperar.

En septiembre de 2017, Kuczynski dio otra puntada. En una entrevista a RPP del Perú dijo que estaba pensando en dar un “perdón médico”. Según explicó el mandatario, los médicos evaluaban el estado de salud del encarcelado expresidente para determinar si debía otorgarle un perdón.

“Esto no es un indulto, es un perdón médico. Eso está exclusivamente determinado por la opinión de médicos de primer nivel que verán cuál es el estado de salud del expresidente Fujimori”, declaró.

El jefe de Estado agregó que “antes de fin de año, podemos definir esto con opiniones profesionales”, pero que si no hay condiciones para una excarcelación “se seguirá la recomendación médica”.

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Y la recomendación llegó la noche del 21 de diciembre, aunque no de manos de los médicos, sino del todopoderoso fujimorismo. Esa noche y a punto de ser sacado del poder por mentirle al país sobre sus vínculos con Odebrecht, que sobornó a decenas de políticos en América Latina, Kuczynski se entregó al enemigo.

La decisión de 10 de los 71 legisladores fujimoristas, entre ellos Kenji Fujimori, de abstenerse de votar a favor de declarar al presidente en “incapacidad moral permanente” fue fundamental para asegurar su permanencia en el poder. Claro, por un precio: el indulto.

El 22, salvado por el fujimorismo, un triunfante Kuczynski agradeció a los peruanos. Les aseguró un cambio de estrategia y reconoció sus errores.

Descartó un posible indulto a Alberto Fujimori y aseguró categóricamente que eso “no ocurriría”, y que “ni se discutiría durante las fiestas. Que las lecciones aprendidas eran claras”.

Pero el presidente volvió a mentir y la noche del 24 hizo lo que millones de peruanos quisieron evitar al darle su voto contra Keiko Fujimori.

“Hoy, luego de indultar a Fujimori de la peor manera posible, ha terminado de presentarse a sí mismo ante una importante parte del país como un genuflexo, un timorato y un traidor; y a su falta de pantalones añadió el desprecio por las víctimas de Fujimori, a quienes ni siquiera se dignó a recibir”, escribía en el periódico Perú21 el columnista Luis Davelouis.

El exprimer ministro de Perú Pedro Cateriano considera que el mandatario comete “un suicidio y una ingenuidad política” creyendo que el indulto a Fujimori calmará la oposición.

Varios funcionarios cercanos renunciaron y tres fichas claves en el Congreso también anunciaron que se van. Los más directos al entorno de PPK, Alberto de Belaunde, Vicente Zeballos y Gino Costa, que hicieron una defensa férrea del mandatario no aguantaron la traición.

Según explicó al diario El Comercio el politólogo Arturo Maldonado, “la decisión de otorgar la gracia presidencial aísla a PPK del sector antifujimorista que lo apoyó en la segunda vuelta del 2016”.

El analista le agregó al periódico que lo que sigue trasciende a la derecha y a la izquierda y que ahora, para Perú, “la palabra del presidente está totalmente devaluada y no lo van a volver a apoyar”.

“Estoy convencido de que quienes nos sentimos demócratas no debemos permitir que Alberto Fujimori muera en prisión, porque la justicia no es venganza”, se justificó el mandatario. Y añadió: “Ha sido la decisión más difícil de mi vida”. Y la decisión traerá mayores consecuencias, pues la furia de la fuerza más grande del Perú, el antifujimorismo, no se hace esperar: :“¡Fuera, fuera PPK!, ¡Fuera, fuera PPK!”, corearon cientos de manifestantes. 

La estrategia de Kenji, el buen hijo

La noche del 21 de diciembre, cuando Pedro Pablo Kuczynski se salvó de la destitución, una imagen llamó la atención: Kenji Fujimori, el menor del clan y, dicen, el favorito del expresidente Alberto Fujimori, estalló en llanto. El congresista más votado del Perú no pudo contener las lágrimas al final de la sesión.

No lloraba por la reprimenda que recibió de un grupo de congresistas de su partido, Fuerza Popular, que lo encararon por abstenerse de votar la moción en contra del mandatario. Ni por la sanción de 120 días que su hermana, Keiko, le había impuesto por votar en contra del partido.

El clan Fujimori, que planea cada uno de sus pasos, sabía lo que vendría tres días después. El propio Kenji lo negoció con PPK. Dice la prensa peruana que Kenji es el escogido de la familia para ocupar la Presidencia y que Keiko sólo está haciendo su papel. No en vano, los dos hermanos se ubican en orillas contrarias.

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Mientras Keiko se dedicó a mover iniciativas parlamentarias y jurídicas para liberar a su padre, Kenji afinaba la filigrana y daba puntadas menos visibles.

De la mano de la excandidata presidencial, se presentaron 45 pedidos de gracias presidenciales en 2017 en favor de Alberto Fujimori. Ninguno resultó.

Ni siquiera el último, pues según dijo el gobierno de Kuczynski “nunca recibieron una solicitud a favor de Fujimori”. Incluso la primera ministra, Mercedes Aráoz, dijo que “el Gobierno no negocia indultos”.

Declaraciones que terminaron condenado al propio PPK. “Y así se va quedando solo y acorralado por quienes votaron por él para que su contrincante no hiciera lo que él acaba de hacer y por quienes lo salvaron de la vacancia el jueves 21”, escribía el columnista Luis Davalouis en Peru21.

Kenji, muy activo en las redes sociales, decidió asumir el papel del crítico: lanzaba pullas a su hermana y su propio partido, Fuerza Popular, a través de Twitter. Algo que, según analistas, había generado distancia entre los hermanos.

Nada más equivocado. Los Fujimori sabían bien que el fin de la lucha era lograr sacar a su padre, condenado a 25 años de prisión, de la cárcel. Y lo consiguieron. Y con el indulto también lograron que Alberto Fujimori recobrara la salud. Ayer pasó de cuidados intensivos a cuidados intermedios.

“Se estaba descartando que pudiera tener alguna pequeña embolia cerebral, felizmente las tomografías lo han descartado”, precisó un parte médico. Una curiosa mejoría. El expresidente condenado y, hoy indultado, pidió perdón a sus compatriotas. “Soy consciente de que los resultados durante mi Gobierno de una parte fueron bien recibidos, pero reconozco, por otro lado, que he defraudado también a otros compatriotas. A ellos les pido perdón de todo corazón”, dijo en un mensaje grabado por Kenji. “Hoy es un gran día para mi familia y para el fujimorismo. Finalmente mi padre está libre”, aseguró Keiko en un mensaje en su cuenta en la red social Twitter.

“Estamos eternamente agradecidos con usted. Dios lo ilumine”, escribió Kenji Fujimori en su perfil en Twitter. De acuerdo con el semanario Hildebrandt en sus Trece, fue Kenji Fujimori quien le ofreció a Kuczynski conseguir los votos de diez congresistas a favor de la abstención.

Kenji ya había anticipado el desenlace: “Con paciencia me enseñaste a pescar. Pronto yo te llevaré de pesca, papá”. Y su papá había confirmado su confianza en el menor del clan. 

A través de Twitter el expresidente dijo: “Me sigo preguntando por qué han sancionado a Kenji, que no ha hecho más que luchar como buen hijo por la libertad de su padre”.

Por redacción internacional

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