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Dicen que la Franja de Gaza es la cárcel más grande del mundo. Desde 2005 nadie entra ni sale. Cerca de dos millones de palestinos viven hacinados en este espacio de 362 kilómetros cuadrados, que limita al este con Israel y al sur con Egipto. Es la zona con mayor densidad de población del mundo: cerca de 5.000 habitantes por km2.
Ni los palestinos salen ni los israelíes entran a Gaza desde 2005, cuando el ejército de Israel se retiró del enclave palestino y le impuso un bloqueo terrestre, aéreo y marítimo. La Franja de Gaza forma parte del Estado de Palestina, pero desde junio de 2007 es gobernado por Hamás, una organización islámica palestina, considerada terrorista por ocho países, que se impuso en las urnas ese año y derrotó a Mahmud Abás, líder de la Autoridad Nacional Palestina, que gobierna en Cisjordania y Jerusalén Este.
Esas elecciones llevaron a que desde hace 14 años Israel y Egipto reforzaran el bloqueo a la Franja, desde donde han sido disparados más de 3.000 cohetes contra Israel en la última semana, según informó el ejército de ese país que, en respuesta, lanzó una lluvia incesante de bombas y artillería pesada. Una pesadilla que ya han vivido los gazatíes en otras tres ocasiones: 2008, 2012 y 2014 y que dejó ese territorio casi reducido a escombros. El último enfrentamiento entre Hamás e Israel fue en 2014, cuando Israel desplegó la llamada Operación Margen Protector, que duró 51 días. Según un informe de Naciones Unidas, 2.158 palestinos perdieron la vida y más de 11.000 resultaron heridos; Israel también sufrió grandes pérdidas: murieron 73 israelíes y resultaron heridas 2.522 personas. Nadie quiere que eso se repita en 2021 y por eso se hacen llamados desde varios frentes para detener la actual confrontación.
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El secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, instó a “cesar inmediatamente” los enfrentamientos, porque podrían “desatar una incontrolable crisis” en la región. “Este insensato ciclo de derrame de sangre, de terror, de destrucción, debe cesar inmediatamente”, declaró. Recientemente el jefe de la diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell, se adhirió al llamado.
En el peor momento
Y es que la confrontación no pudo caer en peor momento. La Franja de Gaza está destrozada por tres guerras, el desempleo, la escasez de agua, la falta de alimentos y el coronavirus. La población está viviendo un infierno, luego de años de bloqueo y confrontaciones armadas que han llevado a la economía al borde del colapso.
En conversaciones con este diario, Juan París, psiquiatra venezolano de Médicos Sin Fronteras en Jerusalén, los relatos de colegas en Gaza reflejan la crisis social que se vive día y noche: “Mis compañeros dicen que una noche de bombardeo ha sido equivalente al mes entero de ataques del 2014. Ese ha sido el nivel de intensidad, con colegas que van reportando tanto su padecer como el de sus hijos, pasando toda la noche con incertidumbre y las bombas cayendo a su alrededor”. El desempleo en el grupo de edad de 15 a 29 años ha alcanzado el 60 % según el Banco Mundial. Organizaciones humanitarias presentes en la zona dicen que un día en Gaza es insoportable: el agua está contaminada y escasea, la tierra no se puede cultivar, más de la mitad de los gazatíes viven de las ayudas humanitarias y aunque hay escuelas y universidades, quienes estudian no tienen posibilidades de salir. El futuro y la desesperanza son la regla, pues están encerrados en una ciudad bordeada de muros, alambres y vallas.
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Por eso el desespero de cientos de jóvenes que organizaron la Gran Marcha del Retorno en 2018, con un terrible desenlace: el ejército israelí les disparó y el saldo de muertos fue de 62, centenares quedaron heridos y hoy no se han podido recuperar.
“Fui a la protesta con mi hijo y mi hija para manifestarme pacíficamente contra las condiciones miserables que el bloqueo impone a Gaza. Iba desarmada; llevaba una bandera palestina y la mano de mi hija. Pero cuando llegamos vi que la gente estaba cayendo porque los francotiradores israelíes del otro lado de la valla estaban disparando sobre nosotros. Me acerqué para ayudar a los heridos; empecé a llevar a los heridos que estaban en el suelo”, recuerda Rida. “Me dispararon en la pierna y me desmayé. Pocas horas después, me desperté en un hospital, temiendo que me amputaran la pierna”, cuenta Rida, de 45 años, al personal de Médicos sin Fronteras.
Debido a que en Gaza no puede recibir la atención requerida, Rida ha pasado por un largo e insoportable proceso para salvar su pierna, pero necesita más intervenciones, que seguro no recibirá porque la llegada de 1.200 heridos de la nueva confrontación entre Israel y Hamás hace que los médicos concentren su atención en la nueva emergencia.
Abu Anas Achkanani, habitante del barrio de Al Rimal, blanco de bombardeos, explicó que perdió a su cuñada y cuatro de sus sobrinos, el mayor de los cuales tenía 11 años y que, según él, dormían cuando cayó el proyectil. “Estaba en la casa de al lado (...) No pasaba nada y de repente, hacia las 12h (...) hubo un bombardeo en la calle y ¡fue el infierno! (...). Bajamos para ver y era surrealista. Sacamos a la madre y a los niños de los escombros”, relata. ”Hamás minusvaloró la fuerza de nuestra respuesta” a sus lanzamientos de cohetes, afirmó Aviv Kochavi, el jefe del Estado Mayor, y aseguró que Gaza fue sometida a unos bombardeos de una “intensidad” sin precedentes.
En Gaza, el balance de fallecidos no deja de aumentar mientras los rescatistas se esforzaban por sacar los cuerpos de entre los escombros, ante la mirada horrorizada de los familiares. Varias decenas de heridos fueron evacuados al vecino Egipto. Tres convoyes, con 263 palestinos heridos a bordo, cruzaron el puesto de Rafah hasta la región egipcia del Sinaí del Norte, indicaron fuentes médicas y funcionarios, para ser atendidos.
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Las hostilidades se extendieron a Cisjordania, un territorio palestino también ocupado por Israel desde 1967, donde los enfrentamientos con el ejército israelí desde el 10 de mayo han causado 19 muertos palestinos.
En su territorio, Israel también se enfrenta a una violencia sin precedentes y a amenazas de linchamiento en sus ciudades “mixtas”, donde viven judíos y palestinos con ciudadanía israelí.
De hecho, este fue justamente uno de los detonantes de la actual violencia. París asegura que, si bien hay muchas razones para explicar los enfrentamientos lo cierto es que en el último mes uno de los motivos por los cuales ha ido aumentado la tensión ha sido por temas identitarios, tanto de los palestinos árabes musulmanes, como de los israelíes judíos, y se ha intentado utilizar estas identidades religiosas como chivo expiatorio para el aumento de las tensiones y para identificar a las poblaciones que deben ser controladas o no”. Aunque las partes en conflicto han hecho hasta ahora oídos sordos a los llamamientos internacionales para el cese de las hostilidades, las conversaciones diplomáticas se intensificaron este domingo con una reunión virtual del Consejo de Seguridad de la ONU. La Unión Europea anunció una reunión ministerial de urgencia para el martes.
Hoy muchos recuerdan lo que señaló Naciones Unidas en 2016: que para 2020 sería imposible seguir viviendo en Gaza…