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En el inicio de un nuevo año, el rumbo futuro de la Unión Europea es hoy más importante que nunca, para Europa y para el resto del mundo. En estos tiempos cada vez más tumultuosos, la UE puede proveer la estabilidad y la esperanza que el mundo tanto necesita.
Europa ha sido por décadas el mejor ejemplo de integración y cooperación en un mundo fragmentado. Desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el continente es la prueba viviente de que el multilateralismo funciona. El tormentoso pasado de Europa cedió lugar a una paz que ha durado siete décadas y a una unión de 500 millones de ciudadanos que viven en libertad y prosperidad. Europa es, según todos los indicadores, el lugar del mundo más tolerante, libre e igualitario para vivir. (Más Pensadores 2019: ¿Está de vuelta el fascismo?).
Pero la UE no es algo dado. La paz no es inevitable, ni es inconcebible la guerra. En 2018 se cumplieron cien años del final de la Primera Guerra Mundial y todavía debemos aprender mucho de ella. Los europeos de 1913 creían que una guerra era imposible, que estaban demasiado interconectados para enfrentarse. En Europa tenemos una larga tradición de ignorar, en perjuicio propio, las señales premonitorias del desastre.
En vista de esta historia, la reaparición actual de una peligrosa variante de nacionalismo debería encender alarmas en todo el continente. Creo que es nuestro deber ante las generaciones pasadas, presente y futuras combatir el nacionalismo desbocado, con todas nuestras fuerzas.
Para eso tenemos que poner en orden nuestros asuntos, en particular en el frente económico, impulsando la inversión mediante nuevas formas de colaboración entre los sectores público y privado. Además debemos arreglar el sector bancario, para reducir el riesgo en toda la UE. Eso implica apuntalar una Eurozona fuerte y estable y profundizar la Unión Económica y Monetaria. También implica no esperar a que se produzca la próxima crisis, sino trabajar proactivamente para hacer a la UE más unida y democrática que nunca.
Además, combatir el nacionalismo en casa implica hacernos cargo de nuestro destino. Pero en un mundo globalizado, Europa no puede proteger sus intereses y valores sola. Desde las migraciones y la seguridad hasta las nuevas tecnologías y las presiones ecológicas, los desafíos colectivos que enfrentamos se multiplican día a día. En momentos en que se profundizan las divisiones dentro de las sociedades y entre los países, es cada vez más imperioso trabajar juntos.
Mediante la cooperación con amigos de todo el mundo, los estados miembros de Europa pueden aumentar su resiliencia, individual y colectiva. Ahora es el momento de ofrecer un liderazgo global responsable. Ahora es el momento de renovar y redefinir los lazos que unen a los países de todo el mundo, así como lo estamos haciendo dentro de nuestra Unión. Nuestra forma de liderazgo no tiene que ver con poner a “Europa primero”, sino con ser los primeros en responder a los pedidos de liderazgo allí donde importa.
Europa sigue dando un ejemplo a todo el mundo, como una región que defiende el valor de la solidaridad global. En 2016 ofreció asilo a tres veces más refugiados que Estados Unidos, Canadá y Australia juntos. Y hace años que Europa provee más de la mitad de la ayuda internacional humanitaria y al desarrollo.
Para Europa, un liderazgo global responsable también implica la fijación de normas justas. Solo poniendo a las personas y sus derechos en el centro del nuevo mundo digital podemos asegurar que el progreso tecnológico beneficie a la gente y al planeta. Sea como mediadora de la firma del Acuerdo de París sobre el clima, negociando un pacto con Irán para la suspensión de su programa nuclear, limpiando el océano de plásticos dañinos o fijando normas de protección de datos, la UE está en la vanguardia de la solución de los problemas más acuciantes del mundo.
Al fin y al cabo, la cooperación es parte de nuestro ADN. Por separado, los países europeos no tienen influencia suficiente sobre los asuntos mundiales, y eso no va a cambiar. En 2060 ningún país europeo tendrá más del 1 % de la población mundial. Por eso los europeos deben seguir reuniendo y compartiendo sus soberanías nacionales para establecer una soberanía común más fuerte para todos. Cada país de la UE está en mejor posición para defender sus intereses nacionales e influir en los acontecimientos internacionales como integrante del mercado común más grande del mundo (uno que equivale a un quinto de la economía global) que solo.
A futuro, nuestra tarea es fortalecer todavía más esta soberanía europea. Eso implica unificar nuestro mensaje, sostener nuestros valores y cumplir con nuestros ciudadanos en anticipación de la elección de mayo de 2019 para el Parlamento Europeo.
La historia no se repite, pero a menudo rima. El mundo ya estuvo fragmentado y hemos visto el resultado: pobreza, discordia y guerra. Los europeos saben muy bien (o deberían saber) de qué se trata. Por eso debemos combatir a los populistas de este mundo, a los que venden la falsa esperanza de nuevos amaneceres y a los que reemplazan los hechos con ficciones mientras conjuran a “enemigos”, viejos y nuevos.
Europa debe ser el contrapeso de estas tendencias, demostrando que todavía podemos ser los campeones del acuerdo y del consenso, en vez de la política autocrática. Lo que necesita ahora el mundo es justicia y progreso. El mundo necesita a Europa.
Traducción: Esteban Flamini.
Copyright: Project Syndicate, 2018.www.project-syndicate.org
“Colombia es un socio muy confiable para la Unión Europea”
Esto dijo Jean-Claude Juncker, presidente de la Comisión Europea, el 24 de octubre pasado, durante su primer encuentro con el presidente Iván Duque: “Colombia es un socio muy confiable para la Unión Europea y nos encanta saber que tenemos el mismo parecer respecto de muchos temas internacionales... Y he admirado el país porque es un país que le habla al mundo. Desde hace ya varios años goza de una imagen muy positiva en la comunidad internacional.
El proceso de paz está funcionando, sé que se trata de un proceso muy difícil y aquellos que participan en el proceso han recibido el apoyo de la Unión Europea. Y quienes se están alejando del proceso serán conservados en la lista europea de organizaciones terroristas y allí no habrá ninguna solución de compromiso al respecto. Nosotros apoyamos el proceso de paz por diferentes medios... el acuerdo comercial con Colombia funciona, está muy bien... Colombia logró incrementar las exportaciones agrícolas a Europa en más del 50 %”.