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El Papa Francisco, a través de la iniciativa “Por una Iglesia sinodal: Comunión, participación y misión”, anunció el comienzo de un trabajo de dos años con el que busca que los católicos se pronuncien con respecto al futuro de la Iglesia. “¿Estamos preparados para la aventura de este viaje? ¿O nos da miedo lo desconocido, prefiriendo refugiarnos en las excusas habituales: ‘es inútil’ o ‘siempre lo hemos hecho así’?”, afirmó el sumo pontífice a la hora de presentar la iniciativa en la misa del domingo en la Basílica de San Pedro.
Esta consulta pública, la más grande en la historia de la Iglesia, busca conocer la opinión de los cerca de 1.300 millones de católicos sobre la participación femenina en la toma de decisiones de la Iglesia y una mayor aceptación de los grupos marginados por el catolicismo tradicional, entre otros temas más. Para ello, la iniciativa se llevará a cabo en tres etapas: discusión con las comunidades locales, asambleas regionales y el desarrollo del Sínodo de los Obispos, previsto para 2023 en el Vaticano.
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La iniciativa ha dado de qué hablar. Por un lado, quienes la defienden ven ella la posibilidad de cambiar la dinámica de poder de la Iglesia y dar una mayor voz a los católicos laicos. Por otro lado, sus contradictores establecen que con ella se perdería la estructura jerárquica de la Iglesia y que se podría diluir la doctrina tradicional de la institución, se lee en Infobae.
“La propuesta es amplia, pretende que todos los fieles bautizados tengan la posibilidad, en alguna parte del proceso, de ser consultados. Nunca en la historia de la Iglesia ha habido un intento de consultar a todos los católicos del mundo. Por supuesto, nadie va a ir de puerta en puerta para hablar con todos. Pero las reuniones y asambleas deben realizarse en parroquias y grupos, se deben entregar cuestionarios. La idea es que todos se sientan motivados a participar”, afirmó Filipe Domingues, doctor de la Pontificia Universidad Gregoriana de Roma, a la BBC.
En contraposición, el teólogo George Weigel, a través de un artículo en el portal conservador First Things, afirmó que no está claro cómo “dos años de charla católica autorreferencial” abordarían problemas como la disminución de la asistencia a la Iglesia.
Evocando el Sínodo de los Obispos, creado por el papa Pablo VI en 1965, Francisco busca profundizar en la participación de las comunidades. Así, si bien el proceso de toma de decisiones no va a cambiar, pues la Iglesia mantendrá su estructura jerárquica, las autoridades católicas tendrán como insumo la opinión de los fieles. De ahí que el sociólogo Francisco Borba Ribeiro Neto, coordinador del Centro de Fe y Cultura de la Pontificia Universidad Católica de São Paulo, le haya dicho a la BBC que “en esta nueva asamblea sinodal, lo más importante no serán las conclusiones, sino el proceso de escucha y participación eclesial que desencadena”.
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