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Mientras que el presidente surcoreano, Yoon Suk Yeol, espera la votación de una moción de censura impulsada por la oposición, con la que podría ser removido del cargo tras la corta declaratoria de la ley marcial, el primer mandatario también está siendo investigado. La Policía, de hecho, lo está haciendo bajo el argumento de presunta insurrección y la Fiscalía abrió su propio proceso en paralelo. Del otro lado, el Partido Poder Popular dijo que buscará la forma de evitar la destitución del mandatario, creando un frente unido alrededor suyo con los 108 legisladores que tiene.
Este jueves, la Fiscalía ordenó investigar directamente a Yoon y a funcionarios claves de su gobierno. Tanto dicha institución como la Policía tienen bajo la lupa al exministro de Defensa, Kim Yong-hyun, que ya tiene prohibido viajar ante el riesgo de que huya, algo que él mismo rechazó y calificó de “agitación política”, y al comandante de la ley marcial, Park An-su, entre otros más. Las leyes surcoreanas establecen que el presidente no tiene inmunidad frente al delito de insurrección, que puede ser castigado incluso con la pena de muerte.
¿De qué depende la destitución de Yoon Suk Yeol?
Aunque el líder del partido de gobierno, Choo Kyung-ho, dijo en una reunión del grupo que habrá unidad contra el impeachment, no está claro aun si cuenten con todos los apoyos necesarios para evitarlo. La oposición necesita ocho legisladores del Partido Poder Popular para que se apruebe la moción de censura, que se prevé que será votada el sábado. Esta crisis política se desató luego de la corta promulgación de la ley marcial, justificada, según el presidente, en proteger al país de las “fuerzas antiestatales” y las “amenazas planteadas por Corea del Norte”, que no se ha pronunciado frente a lo que está sucediendo en Seúl.
Si bien la medida duró pocas horas en pie, pues la Asamblea Nacional votó a favor de revocarla, las consecuencias se siguen viendo hasta hoy. Ante el riesgo de que en dicho estado de emergencia la prensa fuera censurada y se prohibieran las reuniones políticas, además de las protestas, quedó un ya impopular mandatario, que sobre sus hombros tiene más del 70 % de opiniones negativas sobre su gestión. Entre los escándalos que sacuden a su esposa por acusaciones de intromisión en asuntos de Estado y manipulación de activos bursátiles, incluso de recibir un bolso de lujo a modo de soborno, no hay confianza en los surcoreanos frente a su capacidad de dirigir el país. Las protestas se ven en las calles de Seúl, donde la gente está pidiendo cárcel para él y su exministro de Defensa.
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