El régimen de Irán apuesta a la continuidad ante el inesperado cambio de presidente
Ebrahim Raisi fue un mandatario alineado con el régimen de Jamenei, pero este también podría ser remplazado en un futuro próximo, por lo que construir un camino que les permita seguir sus planes se vuelve indispensable para el establecimiento.
Hugo Santiago Caro
Los ánimos que levantó la muerte de Ebrahim Raisi el fin de semana comienzan a asentarse. Aunque inesperado, Irán ya tiene claros los planes para seguir adelante, y, por supuesto, estos se ajustan a los del líder supremo, Alí Jamenei, y su régimen. Mohammad Mokhber está encargado como presidente, pero ya se ha establecido que en poco más de un mes, el 28 de junio, se harán elecciones para escoger al nuevo escudero de Jamenei.
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Los ánimos que levantó la muerte de Ebrahim Raisi el fin de semana comienzan a asentarse. Aunque inesperado, Irán ya tiene claros los planes para seguir adelante, y, por supuesto, estos se ajustan a los del líder supremo, Alí Jamenei, y su régimen. Mohammad Mokhber está encargado como presidente, pero ya se ha establecido que en poco más de un mes, el 28 de junio, se harán elecciones para escoger al nuevo escudero de Jamenei.
Raisi, protagonista de los años de la revolución de los ayatolás de 1979, había sido presidente desde 2021 y se perfilaba como uno de los candidatos ideales de la asamblea de expertos para suceder a Jamenei. Para Felipe Medina, docente de Estudios de Medio Oriente de la Pontificia Universidad Javeriana, pese a que es prematuro hablar de la sucesión del líder supremo, quien tiene 85 años, la ausencia de Raisi no representa un mayor problema. “Es cierto que se menciona el hecho de que Raisi era un candidato, pero hay que considerarlo como un posible candidato entre muchos otros del establishment”, afirma Medina.
De esos muchos otros candidatos es probable que salgan los aspirantes a la presidencia de Irán en los comicios de junio. Patrick Wintour, editor diplomático de The Guardian, explicó que es muy poco probable que Irán deje cabos sueltos permitiendo la llegada de un presidente que no esté alineado con los ideales del régimen. “Una decisión así conlleva riesgos. Irán tiene una larga y bien conocida historia de exclusión de posibles líderes políticos de las elecciones. Todos los candidatos deben ser considerados calificados por el Consejo de Guardianes y son entrevistados para garantizar su idoneidad para ocupar un alto cargo. En la mayoría de los casos, los candidatos rechazados se encogen de hombros y se marchan. Muchos ni siquiera presentan sus nombres, sabiendo que serán rechazados. Cuanto menos se cuestiona el proceso, menos se examinan sus métodos”, explica Wintour.
El Consejo de Guardianes cumple las funciones de las juntas, centros o consejos electorales presentes en diversos países del mundo, quienes avalan las candidaturas a cargos de elección popular.
“Los futuros presidentes (si tal cargo e institución persisten) deben saber que con esta acusación, incluso ellos ya no tendrán libertad política y no podrán cumplir con sus deberes legales. En lugar de la constitución, deberían estar sujetos al Consejo de Guardianes”, escribía hace una semana, lejos de la posibilidad de las repentinas elecciones, el expresidente Hassan Rouhani. El exmandatario publicó una carta en la que hacía una serie de descargos contra el Consejo de Guardianes, el órgano designado por Jamenei, porque le impidieron unirse a la asamblea de 88 expertos que en un futuro escogerá al sucesor de Jamenei. Todo un entramado que termina apuntando a mantener a toda costa la continuidad en los planes de la revolución islámica del país persa.
Los guardianes tienden a favorecer abiertamente los intereses del régimen. Por eso, tal vez, descartaron cualquier aspiración política de Rouhani, argumentando que no contaba con la suficiente experiencia política para estar en la asamblea. Esto, pese a que desde 1989 ocupa cargos públicos y desde el 2000 ya había sido seleccionado entre los candidatos para estar en la asamblea.
Wintour asegura en The Guardian que reemplazar a Jamenei será una necesidad “inevitable e inminente”, por lo que probablemente la asamblea de expertos recién electa sea la encargada de escoger al nuevo líder supremo, algo que no ocurre desde 1989, cuando el actual líder sucedió al ayatolá Ruhollah Jomeini, líder político y espiritual de la revolución islámica. Dentro de la baraja de candidatos que mencionaba el profesor Medina, hay un nombre que causa ciertas dudas entre los clérigos de la asamblea: Mojtaba Jamenei, el hijo del líder supremo. Medios internacionales han reseñado que estarían en desacuerdo con este nombre, puesto que una sucesión hereditaria no estaría alineada con los principios de la revolución de 1979.
“Si leemos la historia iraní con el enfoque de la larga duración, observaremos que la presencia de dinastías con sucesión hereditaria ha sido la constante. Debería argumentarse muy bien para que se elija al hijo de Jamenei. Hay eruditos con mucha más formación y experiencia que él”, explica Medina, quien afirma que efectivamente iría en contra de los principios dictados por Jomeini.
Actualmente, la sucesión de Jamenei sigue siendo una tarea pendiente, aunque no es algo que se prevea a corto plazo. El primer paso es encontrar un sucesor para Raisi. Wintour mencionó que es posible que el régimen esté dispuesto a tolerar una baja participación electoral con tal de asegurar candidatos que se ajusten a sus planes tanto internos como de política exterior. Sin embargo, el profesor Medina opina que el régimen podría enfrentar escenarios que no estén previstos en sus planes. “Esto podría ocurrir. Como fruto del clima interno iraní, podría llegar un presidente de una facción no tan alineada con el líder supremo. En Irán, el faccionalismo es importante”, responde Medina, quien recuerda nombres como el de Rouhani o el también expresidente Mohammad Jatamí.
Vale la pena cerrar recordando que el descontento popular ha estado a la orden del día en Irán en los últimos años. Solo para mencionar un ejemplo, desde 2022 se han vivido fuertes protestas por la muerte bajo custodia policial de Mahsa Amini, la activista arrestada por rehusarse a usar el hiyab.
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