El trasfondo de las protestas de Colombia, Chile y Bolivia frente a Israel por Gaza
Las acciones tomadas por algunos gobiernos latinoamericanos, como ocurrió en Chile y Colombia, que llamaron a consultas a sus embajadores, son una respuesta a las dimensiones que en menos de un mes ha adquirido la guerra entre Israel y Hamás, un intento de advertencia sobre el futuro de estas relaciones, según analistas. Los recientes bombardeos a un campo de refugiados en Gaza podrían estar detrás de esas decisiones.
Hoy fue Jordania, ayer Colombia y Chile, y a ellos los antecedió Bolivia. La situación en Gaza, desencadenada tras el ataque sorpresa en contra de Israel y la reacción que desde entonces ha tenido el Estado judío frente al enclave palestino, ha provocado que diversos países se pronuncien a través de vías diplomáticas de protesta. El miércoles, Amán le pidió a su embajador en Tel Aviv que regrese de Israel. Su retorno estaría condicionado a que las autoridades detengan la guerra en la Franja y a que pongan fin a “la crisis humanitaria”, declaró el Ministerio de Relaciones Exteriores de Jordania, citado por Reuters. El martes Gustavo Petro, desde Colombia, y Gabriel Boric, en Chile, llamaron a consultas a sus embajadores en Israel, algo criticado por funcionarios de ese país: “Esperamos que no se alineen con Venezuela e Irán en apoyo al terrorismo de Hamás”, aseguró un portavoz de la Cancillería. Por su parte, Bolivia anunció que terminaba sus relaciones con el Estado judío, siendo la primera respuesta de este tipo en medio de la guerra.
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Hoy fue Jordania, ayer Colombia y Chile, y a ellos los antecedió Bolivia. La situación en Gaza, desencadenada tras el ataque sorpresa en contra de Israel y la reacción que desde entonces ha tenido el Estado judío frente al enclave palestino, ha provocado que diversos países se pronuncien a través de vías diplomáticas de protesta. El miércoles, Amán le pidió a su embajador en Tel Aviv que regrese de Israel. Su retorno estaría condicionado a que las autoridades detengan la guerra en la Franja y a que pongan fin a “la crisis humanitaria”, declaró el Ministerio de Relaciones Exteriores de Jordania, citado por Reuters. El martes Gustavo Petro, desde Colombia, y Gabriel Boric, en Chile, llamaron a consultas a sus embajadores en Israel, algo criticado por funcionarios de ese país: “Esperamos que no se alineen con Venezuela e Irán en apoyo al terrorismo de Hamás”, aseguró un portavoz de la Cancillería. Por su parte, Bolivia anunció que terminaba sus relaciones con el Estado judío, siendo la primera respuesta de este tipo en medio de la guerra.
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Las imágenes y los videos que circulan por los medios de comunicación y las redes sociales muestran las dimensiones de un conflicto de décadas, que hoy, como consecuencia de los ataques del 7 de octubre y la represalia frente a las acciones de Hamás, ha dejado más de 1.400 israelíes muertos y alrededor de 9.000 fallecidos dentro de la Franja, donde más de la mitad de su población, calculada en cerca de dos millones de habitantes, ha tenido que salir huyendo. Los hospitales con poco o nada de electricidad, la escasa ayuda humanitaria que ha entrado a través de Egipto, las cuatro rehenes liberadas, entre más de 200 personas que permanecen cautivas, y la destrucción de algunos kibutz son símbolo de una guerra que se recrudece con el paso de las horas, de los días.
Ahora el rostro de la tragedia es el campo de refugiados de Jabaliya, en el norte de la Franja de Gaza, bombardeado dos veces, en menos de 24 horas, por Israel. En el primer ataque, 145 personas fallecieron. En el segundo, los cálculos son de “decenas de muertos y heridos”, de acuerdo con Wafa, la agencia oficial palestina de noticias. Eso, según Rafael Piñeros Ayala, profesor de relaciones internacionales en la Universidad Externado, puede estar detrás de las reacciones de los Estados latinoamericanos. “Del dolor y el repudio al acto terrorista y de la situación de sorpresa e indefensión de los israelíes atacados, son las acciones de las fuerzas de defensa de Israel las que están generando un cambio muy rápido en la percepción y las acciones de otros países. Las imágenes de los bombardeos crean una percepción colectiva sobre la remoción de todo lo que ellas se encuentren a su paso para acabar con Hamás. ¿Lo están logrando? ¿A qué costo humanitario, político y diplomático?”.
Al respecto, Manuel Camilo González, profesor de relaciones internacionales de la Universidad Javeriana, considera que pueden existir cambios de posturas de desescalamiento hacia condenas enérgicas, pero eso es más fácil cuando no se ha dado un apoyo irrestricto al Estado judío. En el caso de posturas a favor de Israel, como la de Reino Unido, Paraguay, Argentina, Francia, Alemania, India, Australia, entre otros, “serían mucho más difíciles estos cambios porque pueden mediar la presión de Estados Unidos sobre sus aliados, el alcance de la cooperación en varios sectores, como el de seguridad, y otras consideraciones relacionadas con el comercio y la influencia de las comunidades judías en esos países. Allí, como mínimo, habría un llamado al desescalamiento, pero no una condena”.
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Ambos profesores coinciden en que las decisiones de Colombia y Chile responden a un interés por tener más información sobre lo que está sucediendo en Oriente Medio, para así tomar decisiones futuras con respecto a sus relaciones con Israel. Además, según ellos, el llamado a consultas a sus respectivos embajadores es un estilo de advertencia: un mayor escalamiento del conflicto, con mayor riesgo de violar el Derecho Internacional Humanitario, podría conducir a una respuesta diplomática más enérgica por parte de estos gobiernos. Asimismo, envía un mensaje de desconfianza frente a las acciones que Israel está desarrollando en territorio palestino.
De hecho, esto ocurre después de que bajaran las tensiones entre Petro y el embajador de Israel en Colombia y cuando, según conoció este diario, las exportaciones de Israel a Colombia en materia militar se habían reanudado con normalidad. Ahora vuelve a rondar la incertidumbre.
La postura de estos países latinoamericanos se dio a conocer días después de que la Asamblea General de Naciones Unidas aprobara una resolución frente a la situación en Gaza. Con 120 votos a favor, la organización pidió “una tregua humanitaria inmediata, duradera y sostenida que conduzca al cese de las hostilidades” en la Franja, así como rechazó el traslado forzoso de la población civil palestina y exigió la liberación de todos los civiles que están cautivos “ilegalmente”.
El documento, que fue rechazado por Estados Unidos, Israel y Paraguay, entre otros países, no es vinculante y, según González, hay varios factores que minan su efectividad: “Los antecedentes demuestran que las múltiples condenas a Israel por sus acciones contrarias al Derecho Internacional Humanitario, con respecto a sus incursiones en Gaza y a la cuestión de los asentamientos ilegales, han sido ignoradas completamente. Además, no existe un actor lo suficientemente fuerte en recursos y motivación para hacer cumplir la resolución en el terreno, y las alianzas de Israel con varios gobiernos de Occidente le dan un blindaje frente a las condenas, lo que transforma la resolución, por muy aceptada que sea, particularmente en el sur global, en solo papel”. Ahora bien, reconoce que, más allá del voto de Paraguay, la región apoyó mayoritariamente la resolución, lo que está en consonancia con la postura de estos gobiernos sobre desescalar el conflicto en Gaza.
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