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Al tiempo que incrementan las tensiones entre Moscú y Kiev, también aumenta la preocupación en torno a una posible crisis energética en Europa, teniendo en cuenta que Rusia es la principal fuente de suministro del continente, además de que un tercio del recurso fluye a través de los gasoductos ucranianos. Así, el temor ante una posible invasión a dicho país se ha traducido en el miedo a que se limite la exportación de gas.
¿Dónde están puestos los ojos?
Es probable que las discusiones se centren en Qatar, uno de los mayores productores de gas en el mundo y el segundo mayor exportador de gas natural licuado (GNL) detrás de Australia. Siendo un aliado de los países de Occidente, el país asiático ha suministrado GNL a Reino Unido y otros países europeos durante años, a través de camiones cisterna. Libia, por su cercanía a Europa, también es visto como un posible aliado en materia de producción y distribución.
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Estados Unidos también ha intervenido en el asunto. En el último mes, el país norteamericano ha enviado cargamentos de GNL a algunos puertos europeos, como parte de un plan para mantener el suministro del invierno y la primavera.
¿Cuál es la magnitud del problema?
Rusia envía, aproximadamente, 230 millones de metros cúbicos de gas a Europa todos los días, de los cuales cerca de un tercio de ellos viaja hacia el oeste a través de Ucrania. Según declaró Helima Croft, directora global de materias primas de RBC Capital, a The Guardian, “si Rusia armara sus exportaciones de energía, ¿cuánta energía interrumpiría? Es difícil planificar esto”. Para ella, la pregunta no es si Estados Unidos podría crear un respaldo para el suministro de gas ruso, sino si podría obtener gas para ayudar a mitigar cualquier interrupción.
Según el analista Xi Nan, de la empresa de investigación energética Rystad Energy, citado por el diario británico, la crisis mundial del suministro de gas después de que las economías mundiales empezaran a recuperarse tras el coronavirus, dejó poro gas para todos. Sin embargo, Estados Unidos dijo que sus conversaciones son “realmente amplias, con muchas empresas y países de todo el mundo”, por lo que no necesitaría “pedir a ninguna empresa o país individual que aumente las exportaciones en volúmenes significativos, sino en volúmenes más pequeños”.
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