“En Gaza, día a día es una lucha”: así es dar a luz en medio de la guerra

La guerra entre Israel y Hamás lleva diez meses librándose en la Franja de Gaza, la más mortífera de todas las que han ocurrido en el estrecho territorio palestino, de 360 km2 y que antes del conflicto albergaba 2,4 millones de habitantes. Aún con todas las condiciones traumáticas, antihigiénicas y sin acceso a servicios básicos, según la oenegé Save the Children, se calcula que en Gaza han nacido entre 50.000 a 70.000 bebés en nueve meses de conflicto. Muchos en lugares no aptos como refugios que comparten entre 20 y 30 personas, en la calle, entre los escombros, en baños públicos o en unidades médicas improvisadas.

La guerra entre Israel y Hamás lleva diez meses librándose en la Franja de Gaza, la más mortífera de todas las que han ocurrido en el estrecho territorio palestino, de 360 km2 y que antes del conflicto albergaba 2,4 millones de habitantes. Aún con todas las condiciones traumáticas, antihigiénicas y sin acceso a servicios básicos, según la oenegé Save the Children, se calcula que en Gaza han nacido entre 50.000 a 70.000 bebés en nueve meses de conflicto. Muchos en lugares no aptos como refugios que comparten entre 20 y 30 personas, en la calle, entre los escombros, en baños públicos o en unidades médicas improvisadas.

Sin duda, según Orienny Mosquera, voluntaria de la oenegé Médicos Sin Fronteras, la guerra ha tenido consecuencias directas en los embarazos, partos y nacimientos. De acuerdo con su experiencia en la zona, han aumentado “las amenazas de parto pretérmino (mujeres que no tienen el tiempo de embarazo todavía y que empiezan con dolores de parto antes del tiempo) o por la ruptura prematura de membranas en gestantes, y muchas infecciones relacionadas con la escasez de agua”. Este último, un factor clave para la supervivencia básica. Se estima que cada persona en la Franja de Gaza sobrevive con medio litro de agua al día para consumo y limpieza, lo que representa el 3 % de los 15 litros diarios que, según la Organización Mundial de la Salud, se necesitan.

También, se han presentado “muchos abortos espontáneos relacionados con la falta de control prenatal, con la falta de condiciones sobre cómo llevar un embarazo o el mismo terror psicológico que viven estas personas”, explicó. Los abortos en Gaza han aumentado un 300 % desde el inicio de la guerra debido a la falta de agua potable, los residuos tóxicos de las bombas, entre otros factores. Pero también por las altas tasas de desnutrición en las mujeres embarazadas y los accidentes que pueden desencadenarse de los traslados a los que se ven forzadas.

Muchas gestantes, incluso con embarazos riesgosos, no pueden llegar al hospital Nasser, el hospital con el nivel más alto funcional en este momento en Gaza y que tiene una unidad de obstetricia y pediatría. Por ello, “cualquier madre que haya dado a luz lo habrá hecho careciendo del apoyo crítico que todas las mujeres necesitan para dar a luz de forma segura”, dijo Rachel Cummings, directora del equipo de Save the Children en Gaza.

En el hospital Nasser, ubicado en Jan Yunis al suroccidente de la Franja de Gaza, según contó Mosquera, una paciente con algún tipo de complicación relacionada con el embarazo está de 48 horas a tres días en el centro. Luego del parto, están más o menos entre 12 y 24 horas para que se les dé de alta. En el caso de una cesárea se da entre 48 y 72 horas. Pero en los campos de refugiados, la situación es “extrema”.

En el exterior, las condiciones para estas mujeres son que vuelvan a una tienda en una carretera o en medio de las ruinas, “porque todo está destruido, toda la infraestructura está destruida y quedan en medio de escombros. No hay agua, no hay comida”, detalló Mosquera.

“Estas madres salen y se les da una toallita, unas sábanas, pero ya luego que salen del hospital ellas tienen que acondicionarse de acuerdo con los recursos que tengan, al recurso que tiene su esposo, en caso dado que lo tenga, porque también hay muchas viudas”, comentó. “Probablemente, tienen que ir a buscar refugio donde la familia del esposo y mirar de qué forma puede continuar con este bebito bajo esas condiciones de estar en una tienda en donde a veces te puedes encontrar 20 a 30 personas en un mismo complejo. Te hablo de una tienda de plástico y en un suelo de arena”, dijo.

Como comentó la doctora Mosquera, los efectos de la guerra para las madres también han sido psicológicos, sea por la pérdida de seres queridos, el miedo a sufrir lesiones o morir. “Cualquier mujer que se haya quedado embarazada durante este tiempo sólo habrá conocido el miedo, el trauma, las privaciones y el desplazamiento”, agregó Cummings. Ante ello, MSF y otras oenegés están brindando apoyo psicológico.

“Tenemos unos centros de salud de atención básica en donde se tienen consejeros y psicólogos, y en el hospital de Nasser hay hasta un psiquiatra”, dijo la médica colombiana. “Una de las actividades que realiza la organización es ofrecer este servicio a todas las gestantes y no gestantes, en general, siempre y cuando busquen la ayuda”, añadió.

Por ahora, no se conoce con estudios el impacto de la guerra en los recién nacidos, la nueva generación palestina. Eso sí, no es difícil adivinar que, dados los niveles de desnutrición en el enclave, los bebes padezcan esta condición. “Se empezó a notar mucha desnutrición que, obviamente está directamente relacionada con la guerra. Por ello, la organización está haciendo un ejercicio con las lactantes y gestantes para tratar un poco de atajar este tipo de situación relacionado con los bebés”, dijo Mosquera.

Para prevenir otro tipo de situaciones, como enfermedades transmisibles, MSF en sus centros de salud, que son tres en la Franja, está entregando un esquema de vacunación para todos los niños y madres. Sin embargo, varias agencias de la ONU han advertido que el número de enfermedades bacterianas, respiratorias e infecciosas reportadas en los hospitales de Gaza está en aumento. EL último caso que tiene alerta a los trabajadores de la salud es uno de polio, el primero registrado en 25 años en el territorio.

El afectado es un “bebé de diez meses que no había sido vacunado” en Deir al Balah, el centro del superpoblado territorio palestino. Inmediatamente, la ONU reclamó “pausas humanitarias” para vacunar a más de 640.000 menores de 10 años.

Distintas oenegés —como MSF, UK-Med y Médicos para Palestina — seguirán trabajando en Gaza para atender la crisis humanitaria. Sin embargo, la falta de seguridad, de insumos médicos y de personal “hacen que las condiciones en las que se brinda el servicio sean un poco extremas y limitadas”, denunció Mosquera.

Según contó la doctora, todo tiene que pasar por controles del ejército israelí. “Primero revisan y deciden cuál es el carro que puede entrar con los insumos, qué carro no o qué carro espera. ¿Cuál es el criterio que ellos utilizan para dejar pasar ciertas cosas o no? Eso no lo sé, pero sí sé que esta revisión de todo el material que ingresa a Gaza hace que se retrase la atención y que se sufra esta dificultad para tener los insumos en los diferentes hospitales”, detalló.

Ante la urgencia, “se ha generado toda una toda una red de solidaridad entre las organizaciones para tratar de cubrir estas carencias dentro de Gaza. Por ejemplo, si hay una que necesite jeringas y otra las tiene, entonces una le pasa a la otra, si la otra necesita guantes, se los pasa”, relató.

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