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Mientras en varias zonas del mundo se celebra la Navidad, la Agencia de la ONU para Refugiados de Palestina levantó una alerta sobre la niñez en la Franja de Gaza. No solo son las imágenes de eternas filas para tratar de conseguir, en medio de la escasez, algo de alimento, sino las alarmantes cifras que hay en el enclave palestino. Desde el inicio de la guerra, 14.500 menores de edad han sido asesinados, de acuerdo con datos de UNICEF. En medio de los continuos ataques a la infraestructura civil, como hospitales y refugios, el llamado es a lograr un cese al fuego que permita la liberación de los rehenes.
Philippe Lazzarini, comisionado de la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina, aseguró que en Gaza “no hay lugar para los niños (...). Cada hora muere uno. No son números, son vidas truncadas”. Sobre quienes sobreviven, agregó: los demás “quedan marcados física y emocionalmente. Privados de educación, los niños y niñas de Gaza buscan entre los escombros. El tiempo avanza para ellos, que están perdiendo sus vidas, su futuro y, sobre todo, su esperanza”.
La ofensiva israelí sobre el enclave palestino, que a principios de diciembre cumplió 14 meses, ha dejado más de 45.000 víctimas mortales, según el Ministerio de Salud gazatí, controlado por Hamás. Una evaluación reciente de la Oficina de Derechos Humanos de la ONU concluyó que el 44 % de los fallecimientos que pudo verificar son de niños. Además, entre los casi dos millones de desplazados, que equivale a casi el 90 % de la población total, la mitad corresponde a menores que han perdido su hogar y se han visto obligados a huir de sus barrios.
Una Navidad más en medio de la guerra
Unos 1.100 cristianos viven en la Franja y, en medio de la guerra, se reunieron para recibir la Nochebuena. “Esta Navidad huele a muerte y destrucción”, le dijo a la AFP George Al Sayegh, un desplazado palestino en Ciudad de Gaza.
En paralelo, en Belén, ubicada en Cisjordania, en la Iglesia de la Natividad, cientos de personas se congregaron alrededor de la celebración, que estuvo restringida por la guerra. De hecho, el alcalde Anton Salman afirmó: “No armamos un árbol de Navidad ni decoramos las calles. Queremos mostrar al mundo que Palestina sigue sufriendo por la ocupación israelí y la injusticia”. Varios gritos se hicieron escuchar: “Detengan el genocidio en Gaza (...). Nuestros niños quieren jugar y reír”.
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