En medio del dolor, así se han organizado las familias de los rehenes de Hamás
El Foro de las Familias ha congregado a los parientes de 133 secuestrados que están en poder de Hamás. Aunque piensan distinto, tienen algo en común: exigir la liberación de sus seres queridos.
En el video, se le ve golpeado y aturdido mientras está sentado sobre una motocicleta, rodeado de personas que, en medio de un caos polvoriento, gritan y lo zarandean. Son las primeras imágenes que se conocen del rapto de Yarden Bibas, el padre de la familia argentino-israelí que fue secuestrada el 7 de octubre, en el kibutz Nir Oz, a pocos kilómetros de la frontera con la Franja de Gaza.
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En el video, se le ve golpeado y aturdido mientras está sentado sobre una motocicleta, rodeado de personas que, en medio de un caos polvoriento, gritan y lo zarandean. Son las primeras imágenes que se conocen del rapto de Yarden Bibas, el padre de la familia argentino-israelí que fue secuestrada el 7 de octubre, en el kibutz Nir Oz, a pocos kilómetros de la frontera con la Franja de Gaza.
Ese día milicianos de Hamás irrumpieron en estas comunidades, mataron a 1.200 personas y se llevaron como rehenes a otras 250, incluidos Shiri, Ariel y Kfir, esposa e hijos de Yarden. Mientras que las imágenes de la mujer, llevando en brazos a sus bebés al tiempo que son sacados a la fuerza, le dieron la vuelta al mundo, apenas este jueves se revelaron los videos de los primeros momentos de Yarden privado de la libertad.
No son, no obstante, sus primeras imágenes. Su rostro ya se había visto en cautiverio en un video en el que culpaba a Benjamin Netanyahu, primer ministro de Israel, de un bombardeo que había matado a su esposa e hijos. Uno de ellos, Kfir, se volvió símbolo del drama de los secuestrados, al ser el más joven del grupo, con apenas 10 meses de edad en el momento de su rapto. El video causó rechazo entre las fuerzas militares de Israel, que lo consideraron terrorismo psicológico. Además, oficialmente las autoridades del Estado judío no han confirmado la muerte de los tres integrantes de la familia Bibas, aunque tampoco se sabe de su estado.
Es la incertidumbre que desde hace más de seis meses comparten las familias de los 133 secuestrados que permanecen en poder de Hamás. Se cree que los han mantenido ocultos en la Franja de Gaza mientras que las Fuerzas de Defensa de Israel han contraatacado en el enclave palestino con acciones que países como Sudáfrica (apoyado por otros como Colombia) califican de genocidio, pues han cobrado la vida de más de 33.000 personas en los mismos seis meses, según las cifras de las autoridades sanitarias gazatíes, controladas por Hamás.
Según estimaciones, al menos la tercera parte de los rehenes que quedan han muerto, mientras que, a partir de testimonios de personas que han sido liberadas, las mujeres, particularmente, estarían siendo sometidas a constante violencia sexual.
Por eso, desde que estalló la guerra entre Israel y Hamás, las familias de los secuestrados han salido, por lo menos, todos los sábados a manifestarse y pedir su liberación.
Las familias se han organizado en un foro para coordinar sus acciones. El Espectador habló con Gali Morag, jefa del departamento de medios internacionales del Foro de las Familias, casualmente minutos antes del ataque de Irán contra Israel ocurrido el sábado pasado. “Estamos un poco ansiosos”, dijo en ese momento sobre la amenaza que se materializaría minutos después con una lluvia de más de 300 artefactos, entre drones y misiles desde suelo iraní. Se trató de una acción sin precedentes y en represalia por el bombardeo al consulado de Irán en Damasco, que Teherán atribuye a su archienemigo regional, el cual, no obstante, no ha reconocido ser el autor del ataque aéreo, que mató a varias personas, incluidos dos generales de alto rango de la Guardia Revolucionaria de Irán.
“Ayudamos a todas las familias, las 133 familias, independientemente de opiniones, creencias políticas o lo que sea; simplemente tratamos de ayudarlos a todos. Algunas familias han iniciado grupos diferentes, pero, aun así, cuando nos necesitan, cuando vienen, cuando piden ayuda, siempre estamos aquí”, contó Morag.
La ayuda va desde apoyo logístico para eventos que se quieran desarrollar, relacionamiento con medios de comunicación, asistencia médica, psicológica y hasta jurídica. Se alimenta de donaciones y trabajo voluntario, como el que desde octubre presta Morag, arquitecta de profesión y dueña de dos negocios, actividades que ha puesto en pausa.
Al ser tantas familias, algunas de las cuales incluso quedaron desplazadas tras el ataque de Hamás, es apenas natural que no haya consensos en todo. “Actualmente tenemos 133 rehenes, son 133 familias y esto genera 133 opiniones diferentes, sentimientos diferentes. Nuestro trabajo es tratar de reunirlos a todos en el medio y tratar de enfocarlos. Aunque tienen muchas opiniones diferentes y muchas personas quieren cosas diferentes, tratamos de permanecer en el centro de la mayoría de las familias”, explica Morag.
Esto lo pudimos comprobar en enero, cuando hablamos con distintas familias. Unas son más críticas con el Gobierno que otras y creen que Netanyahu debe aceptar cualquier acuerdo, pues “no hay un precio demasiado alto” por las vidas en juego. Incluso, han irrumpido furiosos en el Parlamento. Algunos son más severos con el Ejército, al considerar que aquel 7 de octubre les fallaron, otros sencillamente resaltan la defensa que, creen, ejercen por el país.
Para la líder de departamento, lo más importante que tienen en común es que saben que sus seres queridos están en poder de Hamás y que los quieren de regreso.
Aunque no puede entrar en los detalles del amplio espectro de opiniones dentro del foro, Morag es clara al presentar su propia postura: niega que Israel esté cometiendo un genocidio. “Me gustaría que buscaran en Google la palabra ‘genocidio’ y se preguntaran si una población se ha multiplicado por cinco en los últimos 25 años es genocidio”.
Países como Sudáfrica o Colombia, no obstante, llaman la atención particularmente sobre lo que sucede hoy en Gaza y acusan a Israel de usar el hambre como arma de guerra en medio del asedio total sobre el enclave, que fue ordenado días después de las masacres del 7 de octubre. También, de estar cometiendo crímenes a través del desplazamiento forzado de cientos de miles de civiles, sin olvidar a las víctimas mortales o los heridos por los bombardeos. El riesgo de hambruna, así como el paupérrimo acceso a servicios de salud, la falta de techo, entre otros, han sido asimismo ampliamente denunciado por distintas organizaciones.
La propia Corte Internacional de Justicia ha ordenado a Israel hacer todo lo posible por evitar actos de genocidio y para facilitar la entrada de la ayuda humanitaria.
Incluso aliados como Estados Unidos, que reafirmó su apoyo a Israel el fin de semana a raíz del ataque de Irán, han endurecido el tono por lo que consideran unas “excesivas” operaciones militares, en palabras del presidente Joe Biden, quien domésticamente también enfrenta presiones de parte del Partido Demócrata y miembros de la comunidad judía que exclaman “No en mi nombre” para que endurezca su postura frente al gobierno con sede en Jerusalén.
Una inusual abstención de Estados Unidos, histórico aliado de Israel en el Consejo de Seguridad, permitió que en marzo se aprobara una resolución que pedía un cese al fuego durante el Ramadán y la liberación de los secuestrados.
Para Morag, es a Hamás a quien hay que señalar. Al igual que el Ejército de Israel, afirma que “los terroristas usan a los civiles como escudos humanos”. “Sé que hay civiles heridos, pero esto no es intencional. Esto se debe a que Hamás se esconde en escuelas, hospitales y mezquitas. Cuando intentamos acabar con ellos [con Hamás], siempre acaban con su propia gente […] Comenzaron una guerra y no cuidaron de su propia gente. Prepararon durante años esta guerra, pero no prepararon ni un solo refugio para su propio pueblo. ¿Por qué? Tienen kilómetros y kilómetros túneles. ¿Por qué no dejan entrar a la gente para protegerse? ¿Por qué sólo a los rehenes y los militantes? ¿Por qué el mundo no hace esas preguntas?”.
Desde que Israel empezó a bombardear la Franja, a entrar por tierra y luego moverse hacia el sur, un sinnúmero de voces gazatíes han denunciado que no hay ningún lugar seguro en el enclave. Así ha sido no solo para civiles en sus casas, sino también para personal humanitario debidamente identificado, reporteros, entre otros. Sin embargo, el Ejército israelí ha sostenido sin dudarlo que respeta el derecho internacional y que bombardeos como el que cayó sobre el convoy de World Central Kitchen fueron un error.
Aunque hace algunos días, cerca del fin del Ramadán, Israel anunció el retiro de sus tropas del sur de la Franja, ahora se habla de una incursión en Rafah, el último refugio de cientos de miles de gazatíes. El jefe de la ONU, António Guterres, entre otras voces, han dicho con insistencia que una acción semejante dejaría como saldo un “desastre humanitario”.
Allí mismo, Netanyahu cree que está el último bastión de Hamás, al que ha jurado eliminar. Pero también es posible que los secuestrados se encuentren en la ciudad meridional. A la pregunta sobre el riesgo de que los rehenes mueran producto de las acciones militares, como ha ocurrido en por lo menos tres casos, Morag responde: “La madre de Yotam Haim, que fue asesinado por las FDI, dijo que entiende, que quiere abrazar y que perdona al soldado que les disparó. Ella entiende que esto fue un error. Admiramos a nuestros rehenes y admiramos a nuestros soldados”.
Las negociaciones a través de mediadores sobre una tregua en Gaza, en la que está en juego la liberación de los rehenes, llevan meses estancadas, e Israel y Hamás se acusan mutuamente de bloquearlas.
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