En Taiwán ganó la causa soberanista, pero el nuevo gobierno tiene algo que escuchar
Taiwán eligió por tercer período consecutivo a un presidente que defiende la causa soberanista. Sin embargo, su partido perdió escaños y un 60 % de los votantes prefirieron otra opción.
Taiwán eligió, por tercer período consecutivo, a un presidente defensor de la soberanía y la identidad de la isla. Lai Ching-te, del Partido Progresista Democrático (PPD), actual vicepresidente y quien tomará posesión el próximo 20 de mayo para el mandato 2024-2028, se hizo el sábado pasado con el 40 % de los votos. La elección es vista como un desafío para China, que considera a Taiwán (separada desde 1949) como parte de su territorio y, por lo tanto, no ve con buenos ojos las banderas soberanistas de quien en el pasado ha calificado de “agitador”.
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Taiwán eligió, por tercer período consecutivo, a un presidente defensor de la soberanía y la identidad de la isla. Lai Ching-te, del Partido Progresista Democrático (PPD), actual vicepresidente y quien tomará posesión el próximo 20 de mayo para el mandato 2024-2028, se hizo el sábado pasado con el 40 % de los votos. La elección es vista como un desafío para China, que considera a Taiwán (separada desde 1949) como parte de su territorio y, por lo tanto, no ve con buenos ojos las banderas soberanistas de quien en el pasado ha calificado de “agitador”.
El resultado abre preguntas sobre la eventual reacción de Beijing, del que países como Estados Unidos temen que use la fuerza para intentar reunificar la nación. “Así como Taiwán demostró que sigue firme con la cuestión de la independencia respecto a China continental, también se va a venir una demostración de firmeza por parte de Beijing con presiones económicas, ejercicios militares y otro tipo de formas de presión sobre la isla”, dice Camilo Defelipe, especialista en Asia de la Facultad de Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana.
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De las presiones económicas ya se ha visto algo: como reporta el Wall Street Journal, China detuvo los recortes arancelarios sobre algunas importaciones de productos químicos procedentes de Taiwán a partir de este mes, y antes de las elecciones, el Ministerio de Comercio chino dijo que podría ampliar la medida para otros bienes, por ejemplo, agrícolas, maquinaria y textiles.
“China continental sigue siendo el socio principal de la región de Taiwán. Cualquier distanciamiento podría resultar doloroso o negativo para las personas en la isla y para la economía en general”, opina David Castrillón-Kerrigan, profesor de la Universidad Externado y columnista de este diario.
Pese a su victoria, Lai tendrá que maniobrar con un Legislativo que no controla: en los comicios del fin de semana el PPD logró 51 escaños (de 113), con lo que pierde 11 con respecto a la conformación anterior. Mientras tanto, el segundo partido en la carrera, el Kuomintang (KMT), más abierto a una mejor relación con China, logró 52 curules. Un tercer partido, el Popular, que intentó apelar al voto joven mostrándose como una alternativa en medio de los dos extremos, tendrá ocho.
Los analistas coinciden en que esto, sumado al hecho de que casi un 60 % de la gente votó por una opción presidencial distinta a la del PPD, tendrá que llamar la atención del nuevo mandatario. “Ese es un llamado importante a Lai para no lanzarse hacia decisiones apresuradas”, dice Castrillón, mientras que Defelipe, por ejemplo, no cree que bajo el nuevo gobierno se declare oficialmente la independencia, lo que sin duda provocaría una reacción por parte de China.
Otros son menos optimistas respecto a que se mantenga el statu quo. Con Xi al mando, China debe estarse preparando para “escenarios extremos”, como la posibilidad de que Taiwán impulse la independencia formal, le dijo al Wall Street Journal Chieh Chung, investigador asociado de la National Policy Foundation, un grupo de expertos afiliado al KMT, en Taipéi. “No hay absolutamente ninguna manera de que Beijing no pueda hacer nada”, agregó.
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El resultado de las elecciones “no necesariamente tiene que preocuparnos. Todo dependerá mucho del rol de los actores externos, como Estados Unidos, que podría de manera preocupante incentivar fuerzas dentro de la isla para tomar decisiones frente a lo que China sí tendría que tomar una determinación”, añade Castrillón.
Justo después de las elecciones, potencias como Estados Unidos, el Reino Unido, la Unión Europea y Canadá felicitaron al PPD, gestos que China, por supuesto, rechazó.
“China siempre se ha opuesto firmemente a cualquier forma de intercambios oficiales entre Estados Unidos y Taiwán, y ha rechazado con firmeza cualquier injerencia de Estados Unidos en los asuntos de Taiwán, de la manera que sea y bajo el pretexto que sea”, declaró la portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores, Mao Ning, en una rueda de prensa, luego de que el presidente electo de la isla recibiera a una delegación estadounidense luego de su victoria.
Tras pocas horas del resultado en las urnas, no obstante, Taipéi sufrió un inesperado revés: el anuncio de la normalización de relaciones entre Nauru y China. Nauru era uno de los 13 países que aún reconocían a Taiwán como nación soberana. “Es un país diminuto, pero es un triunfo diplomático para China muy significativo porque se está avanzando en el principio de una sola China y en la estrategia de reunificación”, opinó Defelipe.
Nauru comulga ahora con el postulado según el cual Taiwán es “parte inalienable del territorio de China”, algo que Estados Unidos, aunque reconoce a Beijing, no comparte.
“El gran consenso internacional es que hay una sola China. Esto forzará al nuevo liderazgo en Taiwán a pensar en un modus vivendi con China continental, como lo han hecho otras regiones”, según Castrillón.
Las Islas Marshall, Palaos y Tuvalu, en el Pacífico; Esuatini (Suazilandia), en África; el Vaticano, en Europa, y Haití, Belice, San Cristóbal y Nieves, Santa Lucía, San Vicente y las Granadinas y Guatemala, en América, son los aliados que le quedan a Taiwán. La postura del último, no obstante, se espera que cambie (como cambió la de Honduras, por ejemplo), con el nuevo gobierno de Bernardo Arévalo.
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