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El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, se convirtió desde el pasado 25 de febrero en el encargado de dirigir la estrategia de control y combate del brote de coronavirus en el país, todo por orden directa de Donald Trump.
Este nombramiento causó una ola de críticas desde el lado demócrata donde consideran que Pence no es la persona adecuada para dirigir el manejo de la crisis. Sus decisiones en el campo de la salud en el pasado, al igual que sus declaraciones sobre el Covid-19, han sido tan polémicas como su más reciente designación.
Lo primero que hizo Pence para enfrentar la crisis fue nombrar a la médica Debbie Birx para que se desempeñara como coordinadora de respuesta de la Casa Blanca frente a los detalles relacionados con el virus. Pero aunque este nombramiento fue visto con buenos ojos por los demócratas, pues Birx ha sido una funcionaria del Departamento de Estado líder en la respuesta contra enfermedades infecciosas, el manejo que la nueva oficina le ha dado a la situación resulta preocupante para unos sectores. Le puede interesar: Primera muerte por coronavirus en EE. UU. da paso a pelea entre demócratas y republicanos
Pence ha impuesto un control mucho más estricto de las comunicaciones públicas del gobierno y ha requerido que todos los expertos gubernamentales y funcionarios del gabinete tramiten una autorización antes de hacer comentarios públicos sobre la epidemia, según le comentaron dos altos funcionarios de la administración Trump a The Washington Post.
“Trataré de ser lo más preciso y discreto posible con mi lenguaje: es esencial en momentos como este que los expertos puedan decirnos lo que realmente está sucediendo en sus propias palabras”, recriminó el senador demócrata de Hawái, Brian Schatz. Pence ha interpuesto una restricción a las comunicaciones sobre la actual crisis, pero lo más preocupante no es esto, sino que es un funcionario con un gran historial de escepticismo sobre la ciencia médica.
“No es alguien que abrace la ciencia y la evidencia de salud pública. El vicepresidente tiene un historial de rechazo de los consejos de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades”, dice Jeffrey Levi, profesor de gestión política de salud en la Universidad George Washington al Financial Times.
Pence ha puesto en duda la relación entre el tabaco y el cáncer. El vicepresidente señaló en su campaña al Congreso en 2001 que había que hacer una “revisión de la realidad”, pues a pesar de la “histeria de la clase política y los medios de comunicación, fumar no mata”.
Sin citar fuentes, Pence apuntó que 2 de cada 3 fumadores no muere por una enfermedad relacionada con fumar y que 9 de cada diez fumadores no contraían cáncer de pulmón. Pero la ciencia lo contradice: los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades señalan que las personas que fuman tienen entre 15 y 30 veces más probabilidades de contraer cáncer de pulmón que las personas que no fuman. Años más tarde, como senador, Pence votó en contra de una regulación a la industria del tabaco que agregaba nuevas etiquetas de advertencia a los productos y anuncios de tabaco. Sin embargo, el proyecto fue aprobado durante la administración de Barack Obama.
“Nos pone en peligro a todos. Este no es un problema republicano o demócrata: tenemos el potencial de un brote de coronavirus en los EE. UU. Y necesitamos elevarnos por encima de la refriega partidista. Nombrar a Pence es como poner a un incendiario a cargo del departamento de bomberos, un ladrón de bancos a cargo de la Casa de la Moneda de los Estados Unidos”, dijo Gregg Gonsalvez, profesor asistente de epidemiología en la Universidad de Yale.
Otra de las polémicas declaraciones del vicepresidente es sobre los condones, sobre los que sostiene que son “una protección pobre”. Cuando era senador por el estado de Indiana, Pence dijo que “francamente, los condones son una protección muy, muy pobre contra las enfermedades de transmisión sexual” y que quienes promovían su uso podrían “estar engañando involuntariamente a millones de jóvenes y poniendo en peligro vidas”. Para él, la medida de seguridad más apropiada es “no tener sexo”, por lo que el mejor mensaje para los jóvenes de la nación era una campaña de abstinencia. Una vez más los datos contradicen el vicepresidente. La Organización Mundial de la Salud dijo que los condones podrían reducir significativamente el riesgo de contraer una enfermedad de transmisión sexual, y en cambio una medida como la abstención, según un estudio no bipartidista hecho por el Congreso en 2007, no daba buenos resultados entre la población de adolescentes.
"Estados Unidos quiere que una persona no política, particularmente en este entorno hiperpolítico, gestione esta respuesta al Covid-19, y el vicepresidente Pence es lo opuesto a eso", dijo Leslie Dach, quien trabajó en la respuesta del HHS al virus del Ébola en 2014. Le recomendamos: Los usos políticos del coronavirus
Pero el choque más preocupante que ha tenido Pence con la medicina ocurrió en 2015 cuando se desempeñaba como gobernador de Indiana. Para ese momento el estado enfrentaba un brote de VIH por el que decenas de personas contrajeron agujas para inyectarse analgésicos. Pence hizo caso omiso a las recomendaciones de los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.
Dos años antes del brote, la última clínica de Planned Parenthood, reconocida por practicar abortos, cerró en Indiana. Además de las prácticas abortistas, esta clínica era la que mejor estaba preparada realizar pruebas sobre VIH. Esto significaba que cuando el estado experimentó el brote realmente no estaba preparado para responder.
“Planned Parenthood ha sido durante mucho tiempo un objetivo para los grupos antiaborto porque algunas de sus afiliadas ofrecen el procedimiento, pero durante años también ha funcionado como un proveedor de servicios de salud seguro para millones de estadounidenses, ofreciendo pruebas de ITS, detección de cáncer cervical, y otros servicios a bajo costo o sin costo. Para hacer esto, el grupo ha recibido fondos públicos de varias fuentes estatales y federales. Recortar esa financiación ha sido una prioridad republicana durante años”, explica Anna North, periodista de Vox. Y en el caso de Indiana, Pence fue el artífice de los recortes a la clínica. Según The New York Times, después de una reunión con funcionarios de salud, Pence se limitó a decir que regresaría a su casa a “rezar” por la grave situación.
“Pence siempre ha estado obsesionado con el desembolso de Planned Parenthood, incluso cuando los cierres de Planned Parenthood en el estado afectaron una de las peores crisis de salud pública de Indiana. No hay evidencia de que haya aprendido ninguna lección desde entonces”, dijo Jacqueline Ayers, vicepresidenta de relaciones gubernamentales y políticas públicas en Planned Parenthood Action Fund, en un comunicado. “Mike Pence no es una actualización. Poner a un chico a cargo de una pandemia mortal que no cree en la ciencia y cree que fumar no causa cáncer no es una gran idea”, recalcó Chris Murphy, senador demócrata de Connecticut, en un tweet.