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En medio de las condenas internacionales por el asedio israelí a la Franja de Gaza, que está próximo a cumplir un año, de los bombardeos contra Líbano y las protestas en su contra en Nueva York, Benjamin Netanyahu habló ante la Asamblea General de Naciones Unidas: “Estamos ganando”. Argumentando sobre la defensa de su país, agregó: “Israel busca la paz, la anhela”.
Al inicio de su intervención mencionó que no tenía intención de ir este año, pero después de escuchar las “mentiras y calumnias” dirigidas contra Israel, decidió hacerlo y “dejar las cosas claras”. Afirmó, a la vez, que el 7 de octubre, cuando unas 1.200 personas fueron asesinadas y otras 250 fueron secuestradas por Hamás, fue una “maldición” y que el grupo islamista palestino “tiene que irse”.
Mostrando un mapa que calificó como “la maldición” de la influencia de Irán y otro que describió como una bendición, Netanyahu dijo: “Tengo un mensaje para los tiranos de Teherán: si nos atacan, los atacaremos. No hay ningún lugar en Irán al que el largo brazo de Israel no pueda llegar, y eso es cierto en todo el Medio Oriente”. Al respecto, hizo un llamado a que se ponga fin al “apaciguamiento” frente al país enemigo: “Hay que hacer todo lo posible para que Irán no obtenga armas nucleares”. También insinuó que Hezbolá, proxie iraní en la región, ha asesinado a ciudadanos de muchos países y ha atacado a Israel sin provocación.
Con el otro mapa que portó en su discurso, en el que incluyó a Cisjordania ocupada como parte de Israel, como suele hacerlo, mostró los posibles aliados suyos en la región. Con ambas piezas argumentó, en términos generales, que Irán es una fuerza de inestabilidad regional, mientras que una alianza entre su país y los Estados árabes podría ser una influencia estabilizadora. De hecho, subrayó la necesidad de lograr un acuerdo de paz con Arabia Saudita, citando la experiencia de los Acuerdos de Abraham.
Ahora bien, no faltaron sus críticas al organismo internacional: “Hasta que Israel, hasta que el Estado judío sea tratado como las demás naciones, hasta que este pantano antisemita sea drenado, la ONU será vista por gente justa en todas partes como nada más que una farsa despreciable”. Tampoco faltaron las justificaciones de sus acciones militares, que en Gaza han matado a más de 40.000 personas, según el Ministerio de Salud, controlado por Hamás: “Ningún ejército ha hecho lo que hace Israel para minimizar las bajas civiles: lanzamos volantes, enviamos mensajes de texto, hacemos millones de llamadas telefónicas para garantizar que los civiles palestinos salgan del peligro”.
Su intervención ante la Asamblea General terminó sin mencionar los intentos de Estados Unidos y Francia de establecer un cese al fuego entre Israel y Hezbolá por 21 días. Mientras que las autoridades de dichos países afirmaron esta semana que esperaban convencer a ambas partes de firmarlo, funcionarios israelíes descartaron un alto en las hostilidades y enfatizó en la continuidad de la ofensiva en Líbano.
De hecho, desde Nueva York, Netanyahu recalcó que su país no se detendrá hasta derrotar al grupo insurgente libanés: “Ya está bien. No descansaremos hasta que nuestros ciudadanos puedan volver a sus hogares, no toleraremos que un ejército terrorista se sitúe en nuestra frontera internacional, ni que dispare indiscriminadamente contra nuestros pueblos y ciudades. Mientras Hezbolá opte por la guerra, Israel no se detendrá”.
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