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                                                                                                                                Esto aprendieron algunas personas en un curso sobre la felicidad de Yale

                                                                                                                                La clase de la felicidad en Yale, oficialmente llamada Psicología 157: La psicología y la buena vida, es una de las clases más populares que se han ofrecido en los 320 años de historia de la universidad.

                                                                                                                                Molly Oswaks / The New York Times Service

                                                                                                                                Una clase de felicidad de la Universidad de Yale multiplicó el número de estudiantes durante la pandemia.
                                                                                                                                Foto: Unsplash
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En marzo de ese año, una versión gratuita de 10 semanas estuvo disponible al público en general a través de Coursera con el título “La ciencia del bienestar”; esta también se volvió popular al instante y atrajo a cientos de estudiantes cibernéticos. Pero cuando comenzaron los confinamientos dos años después, a finales de marzo, la cifra de estudiantes inscritos se disparó. A la fecha, más de 3,3 millones de personas lo han tomado, de acuerdo con el sitio web.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El plan de estudios de Coursera, adaptado del que usó Santos para sus clases en Yale, les pide a los alumnos que, entre otras cosas, hagan un registro de sus patrones de sueño, tengan un diario de gratitud, realicen actos aleatorios de bondad y tomen nota de si con el tiempo estos comportamientos se correlacionan con un cambio positivo en su humor en general.

                                                                                                                                Gretchen McIntire, de 34 años, auxiliar sanitaria a domicilio en Massachusetts, está estudiando la licenciatura en Psicología a través de un programa en línea de la Universidad Southern New Hampshire. En su tiempo libre durante el confinamiento en agosto, McIntire tomó la clase. Dijo que le “cambió la vida”.

                                                                                                                                Le puede interesar: ¿Qué mundo nos espera después de la pandemia?

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “A veces es difícil imponerte estos límites y decir: ‘Sé que este libro es muy emocionante, pero puede esperar a mañana, dormir es más importante’”, dijo. “Eso es la disciplina, ¿cierto? Pero nunca lo había hecho de esa manera, como: ‘Te va a hacer más feliz, no es solo que sea bueno para ti; de verdad te va a hacer más feliz’”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Desde que tomó el curso, Morgan, de 52 años, se ha comprometido a hacer tres cosas todos los días: hacer yoga durante una hora, salir a caminar al aire libre sin importar cuánto frío haga en Alberta y escribir de tres a cinco entradas en su diario de la gratitud antes de ir a dormir.

                                                                                                                                Le puede interesar: Las cuatro caras del machismo durante la pandemia

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                                                                                                                                Además, algunos estudios muestran que encontrar razones para sentir gratitud puede aumentar el bienestar en general.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Le puede interesar: Gustavo Dudamel y el poder espiritual de la música

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Un estudio pequeño del curso de Santos que la impresionó se trataba de una encuesta a 632 estadounidenses en las que los participantes debían predecir cuán felices serían si les daban 5 dólares para gastarlos en ellos mismos en comparación de si se los daban para gastarlos en alguien más. En el estudio, la gente predijo que sería más feliz si podía quedarse con el dinero. Pero los participantes reportaron de manera consistente que gastar el dinero en alguien más les había dado mayor satisfacción.

                                                                                                                                Szypula tuvo la oportunidad de combinar esta sabiduría recién adquirida con un experimento práctico que llevó a cabo en el cumpleaños de su hermana. En lugar de quedarse con un vestido costoso que había comprado, se lo dio a su hermana.

                                                                                                                                Le puede interesar: Juanes en pandemia, “volver a casa”

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                No todos los estudiantes que han tomado el curso sintieron un cambio transformador. Matt Nadel, de 21 años de edad y en el último año de la carrera en Yale, estaba entre los 1200 estudiantes que tomaron la clase presencial en 2018. Dijo que le costó trabajo acostumbrarse a las exigencias de Yale cuando entró a la universidad en el otoño de 2017.

                                                                                                                                “Estaba estresado y no sabía bien cómo manejarlo”, dijo.

                                                                                                                                Nadel dijo que se sintió decepcionado de que la clase fuera una especie de resumen de los consejos buenos pero obvios que te da tu abuela. Duerme bien, toma agua, haz lo mejor que puedas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Ya sabía que dormir es bueno. Sabía que para la felicidad a largo plazo mis calificaciones no importaban, que no iba a ser una persona más feliz y mejor si tenía buenas notas”, dijo. “¿La clase impactó mi vida de una manera tangible y a largo plazo? La respuesta es no”.

                                                                                                                                Si bien la clase no fue transformadora para él, Nadel dijo que ahora es más expresivo cuando siente gratitud. “Lo cual es genial”, opinó. “Pero eso es todo”.

                                                                                                                                Kezie Nwachukwu, de 22 años, también tomó la clase en Yale. A él tampoco le pareció revolucionaria, según dijo, pero sí ha logrado encontrar algo valioso en el programa.

                                                                                                                                Nwachukwu, quien se identifica como cristiano, dijo que lo más significativo que aprendió es sobre la importancia de la fe y la comunidad para la felicidad.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Le puede interesar: Solidaridad no es compartir las migajas de la mesa

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                                                                                                                                ¿Transformadora? No. Pero comentó que sin duda lo hizo sentirse más positivo respecto a su vida .

                                                                                                                                “La clase me ayudó a ser más seguro y estar cómodo con mis creencias religiosas preexistentes”, agregó Nwachukwu.

                                                                                                                                Una clase de felicidad de la Universidad de Yale multiplicó el número de estudiantes durante la pandemia.
                                                                                                                                Foto: Unsplash
                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                En marzo de ese año, una versión gratuita de 10 semanas estuvo disponible al público en general a través de Coursera con el título “La ciencia del bienestar”; esta también se volvió popular al instante y atrajo a cientos de estudiantes cibernéticos. Pero cuando comenzaron los confinamientos dos años después, a finales de marzo, la cifra de estudiantes inscritos se disparó. A la fecha, más de 3,3 millones de personas lo han tomado, de acuerdo con el sitio web.

                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                El plan de estudios de Coursera, adaptado del que usó Santos para sus clases en Yale, les pide a los alumnos que, entre otras cosas, hagan un registro de sus patrones de sueño, tengan un diario de gratitud, realicen actos aleatorios de bondad y tomen nota de si con el tiempo estos comportamientos se correlacionan con un cambio positivo en su humor en general.

                                                                                                                                Gretchen McIntire, de 34 años, auxiliar sanitaria a domicilio en Massachusetts, está estudiando la licenciatura en Psicología a través de un programa en línea de la Universidad Southern New Hampshire. En su tiempo libre durante el confinamiento en agosto, McIntire tomó la clase. Dijo que le “cambió la vida”.

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “A veces es difícil imponerte estos límites y decir: ‘Sé que este libro es muy emocionante, pero puede esperar a mañana, dormir es más importante’”, dijo. “Eso es la disciplina, ¿cierto? Pero nunca lo había hecho de esa manera, como: ‘Te va a hacer más feliz, no es solo que sea bueno para ti; de verdad te va a hacer más feliz’”.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                PUBLICIDAD

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Desde que tomó el curso, Morgan, de 52 años, se ha comprometido a hacer tres cosas todos los días: hacer yoga durante una hora, salir a caminar al aire libre sin importar cuánto frío haga en Alberta y escribir de tres a cinco entradas en su diario de la gratitud antes de ir a dormir.

                                                                                                                                Le puede interesar: Las cuatro caras del machismo durante la pandemia

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                                                                                                                                Además, algunos estudios muestran que encontrar razones para sentir gratitud puede aumentar el bienestar en general.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Le puede interesar: Gustavo Dudamel y el poder espiritual de la música

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Un estudio pequeño del curso de Santos que la impresionó se trataba de una encuesta a 632 estadounidenses en las que los participantes debían predecir cuán felices serían si les daban 5 dólares para gastarlos en ellos mismos en comparación de si se los daban para gastarlos en alguien más. En el estudio, la gente predijo que sería más feliz si podía quedarse con el dinero. Pero los participantes reportaron de manera consistente que gastar el dinero en alguien más les había dado mayor satisfacción.

                                                                                                                                Szypula tuvo la oportunidad de combinar esta sabiduría recién adquirida con un experimento práctico que llevó a cabo en el cumpleaños de su hermana. En lugar de quedarse con un vestido costoso que había comprado, se lo dio a su hermana.

                                                                                                                                Le puede interesar: Juanes en pandemia, “volver a casa”

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                No todos los estudiantes que han tomado el curso sintieron un cambio transformador. Matt Nadel, de 21 años de edad y en el último año de la carrera en Yale, estaba entre los 1200 estudiantes que tomaron la clase presencial en 2018. Dijo que le costó trabajo acostumbrarse a las exigencias de Yale cuando entró a la universidad en el otoño de 2017.

                                                                                                                                “Estaba estresado y no sabía bien cómo manejarlo”, dijo.

                                                                                                                                Nadel dijo que se sintió decepcionado de que la clase fuera una especie de resumen de los consejos buenos pero obvios que te da tu abuela. Duerme bien, toma agua, haz lo mejor que puedas.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Ya sabía que dormir es bueno. Sabía que para la felicidad a largo plazo mis calificaciones no importaban, que no iba a ser una persona más feliz y mejor si tenía buenas notas”, dijo. “¿La clase impactó mi vida de una manera tangible y a largo plazo? La respuesta es no”.

                                                                                                                                Si bien la clase no fue transformadora para él, Nadel dijo que ahora es más expresivo cuando siente gratitud. “Lo cual es genial”, opinó. “Pero eso es todo”.

                                                                                                                                Kezie Nwachukwu, de 22 años, también tomó la clase en Yale. A él tampoco le pareció revolucionaria, según dijo, pero sí ha logrado encontrar algo valioso en el programa.

                                                                                                                                Nwachukwu, quien se identifica como cristiano, dijo que lo más significativo que aprendió es sobre la importancia de la fe y la comunidad para la felicidad.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Le puede interesar: Solidaridad no es compartir las migajas de la mesa

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                                                                                                                                ¿Transformadora? No. Pero comentó que sin duda lo hizo sentirse más positivo respecto a su vida .

                                                                                                                                “La clase me ayudó a ser más seguro y estar cómodo con mis creencias religiosas preexistentes”, agregó Nwachukwu.

                                                                                                                                Por Molly Oswaks / The New York Times Service

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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