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Hoy, 11 de octubre, el grupo que se encargó de darle visibilidad a los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki ganó el Premio Nobel de Paz 2024.
Se trata de la organización Nihon Hidankyo que agrupa a los “hibakusha”, el nombre en japonés que se les dio a los 174.080 sobrevivientes de los bombardeos atómicos que residen en Japón, Corea y otras partes del mundo.
Entre los días 6 y 9 de agosto de 1945, las bombas de Hiroshima y Nagasaki terminaron con la vida de 110.000 personas, según cálculos más conservadores, en un instante. Sin embargo, ese fue solo el comienzo de años de dolorosas heridas físicas y psicológicas para los afectados.
Se calcula que hoy aún viven unos 140.000 hibakusha, que rondan los 80 años de edad.
Once años después de esos trágicos eventos nació Nihon Hidankyo. Desde entonces, su misión ha sido: “la prevención de la guerra nuclear y la eliminación de las armas nucleares”, según su sitio web oficial.
Hoy, el Comité Noruego del Nobel, con sede en Oslo, decidió hacer la honorífica mención “por sus esfuerzos para lograr un mundo libre de armas nucleares y demostrar a través del testimonio de testigos que las armas nucleares nunca deben volver a utilizarse”.
“Ellos nos ayudan a describir lo indescriptible, a pensar lo impensable y a comprender de algún modo el incomprensible dolor y sufrimiento causados por las armas nucleares”, señaló el comité.
En medio de las tensiones actuales, en especial en Medio Oriente y Europa, “resulta alarmante que hoy en día este tabú contra el uso de armas nucleares se encuentre bajo presión”, añadió el grupo de expertos.
“Las potencias nucleares están modernizando y mejorando sus arsenales; nuevos países parecen estar preparándose para adquirir armas nucleares; y se amenaza con utilizar armas nucleares en guerras en curso. En este momento de la historia de la humanidad, merece la pena recordar qué son las armas nucleares: las armas más destructivas que el mundo haya visto jamás”, enfatizó.
Es por ello que “los extraordinarios esfuerzos de Nihon Hidankyo y otros representantes de los ‘hibakusha’” merecen el reconocimiento.
Reforzar el mensaje antinuclear
El superviviente a la bomba atómica Mimaki Toshiyuki, representante de la organización japonesa Nihon Hidankyo, confió en que este galardón “dé más peso” al mensaje antinuclear que promueven, según EFE.
“Creo que, al recibir este premio tan grande, nuestras palabras podrán tener más peso”, dijo en una comparecencia ante los medios locales Toshiyuki, quien tenía 3 años el de agosto de 1945, cuando la primera bomba nuclear de la historia fue lanzada sobre la ciudad donde residía con su familia.
Las cicatrices
El próximo año se cumplirán 80 años desde que Estados Unidos lanzó “Little Boy”, la primera bomba atómica sobre la población civil, y arrasó con la ciudad japonesa de Hiroshima. Tres días más tarde se lanzó otra sobre la ciudad de Nagasaki.
El comité recalcó que “el destino de los que sobrevivieron a los infiernos de Hiroshima y Nagasaki (…) se ocultó y desatendió durante mucho tiempo”.
“Un día, los supervivientes de las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki ya no estarán entre nosotros como testigos de la historia, pero con una sólida cultura del recuerdo y un compromiso continuo, las nuevas generaciones en Japón están manteniendo la experiencia y el mensaje de los testigos”, apuntaló el comité.
“Están inspirando y educando a personas en todo el mundo. De este modo, contribuyen a mantener el tabú nuclear, condición indispensable para un futuro pacífico para la humanidad”, sostuvo además.
Según relató BBC Mundo, “el temor a la discriminación llevó a que muchos ocultaran su condición de hibakusha o se negaran a hablar de ello”.
“Aquellos que tenían queloides [crecimiento excesivo del tejido de una cicatriz] en el cuerpo usaban mangas largas para cubrir sus cicatrices, incluso en pleno verano”, contó al medio inglés Yuka Kamite, profesora de Psicología en la Universidad de Hiroshima, quien ha estudiado la salud mental de los hibakusha.
“No decíamos que éramos sobrevivientes. Teníamos un certificado de sobrevivientes y al mostrarlo en el hospital podíamos recibir tratamiento médico que ayudaba a pagar el gobierno. Sin embargo, la gente nos decía: no muestres eso”, relató Keiko Ogura, otra sobreviviente de Hiroshima.
Los hibakusha que recibieron el impacto de la bomba sufrieron quemaduras y heridas graves. Aquellos que estuvieron expuestos a mayores dosis de radiación, aunque a primera vista parecían ilesos, luego mostraron síntomas como pérdida del pelo, sangrado y diarrea. Más adelante, se reportó un aumento en enfermedades como el cáncer y la leucemia.
Hay estudios que afirman que la cifra total de víctimas pudo ser más de 210.000. A los que habría que sumar los que sufrieron una “discriminación silenciosa”, como la llama la profesora Van der Does.
“La bomba mató a mi padre, mi madre tenía siete hijos y no podía hacerse cargo de ellos. Por eso, tuve que dedicarme a trabajar, sin poder ir a la universidad, creo que eso fue una forma de discriminación”, dijo Yoshiro Yamawaki en conversación con BBC Mundo.
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