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Europa actualmente es el epicentro de la crisis mundial provocada por la propagación del Covid-19, por lo que la Unión Europea anunció esta semana el cierre de sus fronteras externas con el objetivo de frenar el brote del virus. Mientras el virus se propaga, crecen la ansiedad y el miedo en el continente. Pero también la voluntad de hacer todo lo posible para superar este arduo periodo.
Para algunos jóvenes europeos, esta época es particularmente difícil, ya que están separados de sus hogares y familias. Gian Matteo Sacchetti, un estudiante italiano de 23 años, lleva siete meses en Londres. Su familia está en el norte de Italia, cerca del epicentro del virus. La semana pasada, Gian Matteo se enfermó. Sus síntomas se parecían a los del virus.
“El tiempo pasaba, y me cerraba los ojos y ya eran las diez de la noche y luego no podía dormir hasta las dos de la mañana. Lo peor es que estás muy débil, no tienes nadie con quien hablar y la mezcla de la ansiedad y el aburrimiento es horrible”, dice.
Afortunadamente, el joven ya se ha recuperado, pero estos últimos días han sido un gran desafío. “Lo más difícil de estar en cuarentena como estudiante es que estoy solo. Mi familia está en Italia y no puedo viajar a verlos, porque ellos están en cuarentena también, pues están en la zona roja. Y yo estoy acá, me siento terrible y no puedo hablar con nadie”, agrega Matteo.
Otro estudiante en aislamiento es Louis Kill-Brown, británico de veinte años que estudia lenguas modernas en la Universidad de Oxford. El joven teme que algunos de sus compañeros hayan llevado la infección a sus hogares.
“En el pánico de la semana pasada, la mayoría de los colegios enviaron a miles de jóvenes a casa donde estarán expuestos a padres y abuelos, muchos de los cuales tendrán problemas de salud subyacentes”, recalca Kill-Brown.
El británico está todavía en Oxford, y afirma que la situación en esta famosa institución es extraña. “Los colegios están desiertos. La sensación de soledad es bastante penetrante. En un ambiente tan intenso. Los amigos se convierten en la familia y ahora la mayoría de la gente se enfrenta a varios meses viviendo en casa, lejos de sus amigos repartidos por todo el país y con poca o ninguna oportunidad de verlos”, concluye. Le puede interesar: Unión Europea, en riesgo de una recesión tan grave como la de 2009
Algunos estudiantes pudieron viajar a sus hogares en el último momento. Olivia Bizot, de 22 años, estudia en Londres. Su familia está en el sur de Francia.
“Mis padres me dijeron el domingo que los vuelos a Francia serían cancelados la semana siguiente, y no les creí realmente. Sin embargo, me fui ese mismo día, pensando que podría volver a Londres si la situación se calmaba. Pero el lunes, Macron hizo un discurso diciendo que Francia iba a cerrar sus fronteras. Así que estoy muy feliz de haber vuelto a casa cuando lo hice”, explica Bizot.
Elena Pompei, de 23 años, se está aislando en su apartamento en Londres, a más de 1.000 kilómetros de su familia en Roma (Italia). La estudiante italiana dice que esta extraña época ha cambiado su percepción de su país.
“Por primera vez, me siento orgullosa de ser italiana. Y, aun así, no puedo ser parte del dolor de mi país y del esfuerzo de mi país para salir de esto. Estoy viendo lo que sucede desde un país que no es el mío, en cuyas políticas no confío, por lo que obviamente me siento insegura sobre lo que sigue”, dice Pompei.
Gaia Lamperti, otra italiana de 23 años, también estudia en Londres. Tiene las mismas frustraciones en cuanto a la política del gobierno del primer ministro, Boris Johnson. “La gente en Italia me cuenta sobre sus luchas diarias para permanecer en casa. Están haciendo grandes sacrificios, como dejar de trabajar y no ver a sus seres queridos, para que la cuarentena sea lo más efectiva posible. Así que me vuelve loca ver que el gobierno del Reino Unido aún no ha impuesto medidas drásticas y a gran escala”, agrega Lamperti.
El gobierno británico aún no ha impedido que la gente salga de sus casas; solo “sugiere” que los británicos no viajen si no es necesario, que no visiten restaurantes, bares ni teatros. Pero hasta ahora, no se ha implementado una ley que prohíba estas interacciones sociales, algo que se distingue de las políticas de sus vecinos europeos.
Italia entró en cuarentena nacional el pasado 9 de marzo y desde entonces otros países europeos han implementado medidas similares. Las imágenes de los italianos cantando desde sus balcones ofrecen un momento de alivio entre la ansiedad y el miedo que sofocan el continente. Para estos jóvenes italianos viviendo en un país extranjero, el futuro es incierto y preocupante.
“Temo que si no vuelvo ahora, puede ser más difícil más adelante y me pregunto si, en el peor de los casos, se me impedirá volver a casa durante muchos meses” dice Gaia.
A Elena le preocupa su búsqueda de trabajo una vez que haya terminado sus estudios de periodismo. Pero para ella, al igual que su compañera Gaia, hay un temor mucho mayor. “De todas las preocupaciones posibles, desde ser la primera generación que busca un trabajo en este clima hasta no recibir una educación superior adecuada, diría que poder ver pronto a mi familia es lo único en lo que realmente pienso cada día”, concluye.