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En las elecciones del pasado 28 de octubre en Brasil todo estaba en contra para Fátima Bezerra. No solo su partido, el de los Trabajadores (PT) tenía la peor imagen en años, con apenas el 7 % de aprobación, sino que la campaña más radical de los últimos tiempos en Brasil había dejado a las mujeres en una posición muy difícil, como votantes, pero también para ganar en las urnas.
Las mujeres fueron mayoría entre los electores: 52,5 %, pero continuaron siendo minoría entre los candidatos: 31,7 %. De hecho entre los aspirantes presidenciales solo había una mujer, Marina Silva, quien fue derrotada en primera vuelta. Así que la segunda se disputó entre Jair Bolsonaro y Fernando Haddad.
Pero Fátima Bezerra, acostumbrada a las luchas difíciles y a abrirse paso en la política brasileña, un sector que ella misma ha dicho que “es absolutamente machista”, ganó en las urnas. Y se convirtió en la única mujer en obtener un triunfo el 28 de octubre. Bezerra venció la disputa en segunda vuelta por la gobernación de Río Grande do Norte, con el 57,45 % de los votos, frente al 42,55 % de su rival, el laborista Carlos Eduardo.
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Esta mujer había representado a Río Grande do Norte en el Senado Federal de Brasil desde el 2015 y antes de eso había sido diputada del mismo estado entre 2003 y 2011. Por eso decidió dar el paso siguiente y apostar por su estado.
Tras su triunfo, Bezerra asumirá la gobernación de Río Grande do Norte el 1º de enero. Y está dispuesta a seguir dando la lucha por las causas que para algunos están perdidas: minorías, mujeres, indígenas y comunidad LGBTI. A pesar de que muchos ven el regreso de la ultraderecha al país con la llegada de Jair Bolsonaro al poder, Bezerra está lista para hacer oposición al mandatario, que se caracterizó durante la campaña por sus posiciones contra mujeres, negros y otras minorías.
Si Bezerra no hubiera salido victoriosa, sería la primera vez desde 1990 que en Brasil no habría ni una gobernadora.
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En una entrevista con el diario O Globo Bezerra explicó que “el propio ambiente partidario, con rarísimas excepciones, es muy machista. Son pocos los partidos que adoptan instrumentos para promover e incentivar la participación femenina”.
Para ella, hay una subrepresentación de las mujeres en la política y su elección como única mujer gobernadora “muestra la necesidad de reforzar la participación femenina en la democracia”. La presencia de mujeres en el Congreso de Brasil aumentó, pero sigue siendo mínima: del 10,77 % en 2014 pasó a 15,15 % en 2018.
En 2014, la conservadora Suely Campos fue la única gobernadora elegida en Brasil (Roraima), pero en 2006 las mujeres habían vencido en tres gobernaciones. Río Grande do Norte es el estado de Brasil que más gobernadoras ha tenido, con tres, ya que Bezerra sucederá a Wilma de Faria, reelegida en 2006, y a Rosalba Ciarlini, elegida en 2010.
La futura gobernadora nació en Nova Palmeira, Paraiba, el 19 de mayo de 1955. En su juventud se mudó a Natal para estudiar en la Universidad Federal de Río Grande do Norte, donde descubrió su interés en la política.
Como estudiante se destacó por participar activamente en las movilizaciones sociales. En mayo de 1979 participó en el Congreso de Reconstrucción de la Unión Nacional de Estudiantes (UNE) en Salvador, donde se buscaba hacer legales las manifestaciones públicas de los educandos que luchaban por reformar las universidades, ponerles fin a la censura y la represión de la dictadura militar, pedir amnistía para personas en prisión o en exilio y volver a las instituciones democráticas.
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Su carrera política se inició a principios de los 80, cuando se convirtió en maestra de los consejos municipales y estatales en Natal. Luego fue nombrada presidenta de la Asociación de Asesores Educativos y posteriormente secretaria general de la Asociación de Profesores. También fue dos veces presidenta del Sindicato de Trabajadores de la Educación de Río Grande do Norte.
Fue su pasión por el derecho a una educación para todos lo que la llevó a afiliarse al Partido de los Trabajadores (PT) en 1981, y aunque entre sus planes no estaba participar en la política —“te confieso, por mi mente no pasó nunca la idea”, comentó en una entrevista con TV Seridó— ha llegado lejos.
Tras su paso como dirigente sindical fue diputada regional, entre 1995 y 2003; diputada federal, entre 2003 y 2014, y en 2015 asumió su mandato de ocho años como senadora. En la asamblea legislativa asumió la presidencia de la Comisión de Derechos Humanos y la Comisión de Defensa del Consumidor, Medio Ambiente e Interior. También fue presidenta de la Comisión de Legislación Participativa de la Cámara de Diputados.
Ahora llega con el PT a la gobernación de Río Grande do Norte, uno de los estados de Brasil, ubicado en la región más pobre del país y la que más se benefició con las políticas sociales del exmandatario Luiz Inácio Lula da Silva, detenido por corrupción.
Bezerra apoyó en el 2016 a la entonces presidenta, Dilma Rousseff, cuando se enfrentaba al impeachment del Senado por la acusación de manipulación de finanzas ilegales antes de su reelección en 2014. Para la senadora, el proceso fue “una farsa” y un “golpe de Estado”.