Francia 50 años después de Mayo del 68: Tormentas en la primavera

Son los cincuenta años de Mayo del 68 y se prepara una gran manifestación en Francia, "La fete á Macron", pues se acerca su primer año de gobierno el presidente de Francia, Emmanuel Macron. Él trata de dividir la protesta negociando por aparte con los diferentes movimientos y los movimientos de protesta tratan de unirse con dificultades.

Pablo Leyva, especial para El Espectador
05 de mayo de 2018 - 01:40 p. m.
Un manifestante que participó en las protestas contra Emanuel Macron, en Francia.  / Foto: AFP - Yann Coatsaliou
Un manifestante que participó en las protestas contra Emanuel Macron, en Francia. / Foto: AFP - Yann Coatsaliou
Foto: AFP - YANN COATSALIOU
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Por: Pablo Leyva, especial para El Espectador

Una fotografía ilustra una manifestación el 10 de abril de 2018 en la plaza de la Sorbona. En primera fila se destaca un grupo de mujeres. Abril 13, “Los estudiantes que ocupaban la Sorbona fueron evacuados en la noche por la policía”, dice Le Monde. Unas 200 personas votaron por la ocupación del sitio durante una asamblea general. Abril 20, 5 a.m., la “comuna libre de Tolbiac” fue evacuada, las universidades bloqueadas o cerradas en todo el país, pudieron ser más de 15, los daños materiales fueron importantes.

En Francia está fuertemente arraigada la conquista de la educación como un derecho universal y gratuito de todo ciudadano. Se ha logrado mucho; sin embargo, desde hace tiempo, es claro que el sistema educativo y la estructura social contribuyen a consolidar una elite, en perjuicio de la mayoría que mantiene hándicaps que le  dificultan avanzar y progresar al país.

El ministro de educación, Blanquer, con más del 70% de imagen pública favorable, ha propuesto cambios estructurales, pedagógicos y de evaluaciones al sistema educativo. Con planteamientos de fondo quiere mejorar la calidad de la educación que está en retroceso, “luchar contra el igualitarismo” y “romper con las aberraciones de los pedagogos y su jerga”. La reforma tiene propuestas importantes. Con sugerencias para mejorarla, ha sido relativamente aceptada, salvo en el sistema de ingreso a la educación universitaria y en la asignación de recursos.

Los estudiantes protestan pues la reforma limita el derecho a la educación superior. El gobierno sostiene que el fracaso académico en las universidades es muy elevado y se pierden recursos. Los estudiantes y algunos profesores consideran que se necesita fortalecer la educación, y especialmente a las universidades para que respondan a las necesidades de la sociedad, no al mercado.

Las protestas crecen. Los universitarios hacen debates y asambleas, argumentan que el sistema está en crisis, que no hay empleo, que sostienen conversaciones infructuosas, que no son escuchados ni considerados. Algunos se radicalizan. Las directivas terminan solicitando la intervención “quirúrgica” de la policía y desalojos. Por un pacto muy antiguo el debate en las universidades francesas no debe ser coartado por la policía. El manejo torpe de los directivos y de los CRS (SMAD) en el desalojo de la Sorbona en mayo del 68,  afectando otros sectores de la población, fue uno de los detonantes de la movilización social y posterior huelga general.

Desde el comienzo de su mandato Macron se ha caracterizado  por ser provocador, llamando al pueblo francés “fenéants” (perezosos); después se disculpó. Ahora dice que respeta el debate universitario pero que en este caso se trata de una minoría, agitadores, profesionales del desorden y “movilizaciones violentas que buscan la convergencia de luchas” y no un análisis serio sobre la reforma educativa. Dice que la educación es “el fondo de todo”. Según la oposición, Macron infantiliza a los estudiantes. El clima social se enrarece, la confrontación se vuelve más dura.

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Francia, abril de 2018, crecen las protestas, las huelgas y la incertidumbre. A diferencia de lo ocurrido en 1968, esta vez no se trata de reivindicaciones de la población para mejorar sus condiciones de estudio y de vida, sino del rechazo a las numerosas reformas emprendidas por el gobierno, que para muchos conducen a la perdida de las conquistas sociales. Desde el fin de la segunda guerra mundial Francia ha progresado en un ambiente de fuertes tensiones. Los avances cualitativos y cuantitativos son notables. También lo son la concentración de la riqueza, el desempleo, la informalidad y los impactos ambientales.

Macron, a pocos días de cumplir el primer año de su mandato, con una imagen en descenso y los 3/5 de la opinión que considera gobierna para los ricos, concede entrevistas y despliega actividades para impulsar sus propuestas de reforma en lo nacional e internacional.  

El 12 de abril de 2018, Macron sostiene una entrevista en una pequeña escuela de Normandía, en un salón de clase con dotación impecable, sentado en un asiento de plástico transparente, guarda compostura; sólo un bucle napoleónico en la frente lo delata. Al fondo, las banderas de Francia y la Unión Europea. El despliegue tecnológico es importante. Se trata de llegar a la población rural, a la escuela rural, a todos aquellos que son atraídos por la extrema derecha pues se sienten relegados por el gobierno que, según ellos, favorece a las grandes ciudades.

El 15 de abril de 2018, la “mise-en-scène” es en el Palais de Chaillot; allí se adoptó en 1948 la Declaración universal de los derechos humanos de Naciones Unidas. Macron tiene una confrontación en mesa redonda con dos periodistas duros. El telón de fondo es la imagen de la torre Eiffel, majestuosa, enmarcada por una ventana enorme.

En las entrevistas Macron es vertical. Defiende los bombardeos “quirúrgicos” en Siria y algunas de las propuestas de reforma, son muchas: el límite de velocidad a 80Km/hora en carreteras secundarias, el régimen laboral y sindical, las pensiones, el seguro de desempleo, el servicio público, la justicia, el Senado, la educación, la salud, los impuestos, las ventajas impositivas para los ricos, los ferrocarriles (SNCF) y sus trabajadores, la formación profesional y capacitación, la vivienda, la agricultura, el asilo, la inmigración, el audiovisual, las colectividades locales, el presupuesto, el gasto público…

Lo ambiental no aparece en las entrevistas, salvo la referencia al desalojo de ecologistas (zadistes) que ocupaban en protesta los terrenos destinados al aeropuerto de Notre Dame des Landes, megaproyecto recién cancelado.

Macron quiere modernizar Francia, por decreto, si es necesario, para no quedarse atrás del mundo globalizado. Abril 16, Macron recibe a Troudeau que defiende el Acuerdo de París sobre el clima e impulsa el CETA, tratado de libre comercio con la UE, con argumentos de identidad política y cultural. Abril 17, Macron expone en Estrasburgo su propuesta de reforma a la Unión Europea: presupuesto, ministerio de finanzas, Fondo Monetario Europeo, inmigración. Quiere fortalecer Europa y luchar contra el autoritarismo en la democracia, populismos y sentimientos antieuropeos; recuerda el fantasma de la guerra en Europa. Los nacionalismos y la extrema derecha amenazan la Unión. Abril 23, Macron viaja a Washigton; quiere fortalecer su posición en el escenario internacional, la opinión internacional lo sigue de cerca. Mientras tanto en Francia la consigna es “convergencia de luchas”; las huelgas y protestas de SNCF, Air France, electricidad y funcionarios se acercan.

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Hollande publica el 11 de abril “Las lecciones del poder”. Considera mejor el diálogo que los decretos para gobernar. “Macron aumenta las desigualdades” mientras que él se dedicó a reducirlas. Trata las complejas relaciones con Macron y su dualidad en el gobierno. Se abre un debate sobre la relación entre el impuesto a la riqueza, el crecimiento y la redistribución del ingreso.

Con 24% de votos Macron pasó a segunda vuelta en las elecciones presidenciales en 2017 en la debacle de los partidos tradicionales: Republicano con Fillon 20%,  Socialista con Hamon 6%, la polarización de la extrema derecha con Le Pen 21% y de la izquierda con Mélenchon 19%. En segunda vuelta Macron ganó con 66% de votos contra la extrema derecha con 34%; cuenta con mayorías en la Asamblea Nacional pero su movimiento multidiverso “En Marche”, que se inicia en 2016, no es una fuerza cohesionada. Algunos titubean frente al alcance de las reformas; el primer ministro Philippe hace su mejor concurso para unificarlos.

Muchos sostienen que votaron contra Le Pen, no a favor de las políticas impuestas por Macron. Mélenchon a la cabeza de su movimiento Francia Insumisa, con su propuesta de VI República, representa la oposición más beligerante. Se acerca a Podemos en España y sostiene un encuentro melancólico con miembros  de Siryza en Grecia; los anima pues, a pesar de que llegan al gobierno, los derrotan los acreedores. En Atenas, cuna de la democracia, sube pensativo hacia el Partenón; es duro el ascenso, comenta. Mélenchon y muchos otros impulsan una gran protesta para el 5 de Mayo, son los 50 años de mayo del 68. Hasta ahora no se ha logrado que las protestas converjan y sean contundentes pues los partidos y sindicatos están debilitados y divididos, y por el desaliento de la población que no considera efectiva la protesta, no encuentra salida; la afectan mucho las reformas y también las huelgas.

La velocidad de la revolución científico-tecnológica y de transformación de las infraestructuras productivas, la globalización, las nuevas relaciones capital-trabajo y los límites de la naturaleza imponen cambios. El modelo de desarrollo no es sostenible, debe transformarse. Mientras esto no suceda, para cualquier opción neoliberal, reformista o socialista, el modelo será la gran limitante, como diría Sartre. Francia encontrará una salida. 

Por Pablo Leyva, especial para El Espectador

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