Guerra entre Israel y Hamás: quién apoya a quién en Medio Oriente
Si el conflicto se prolonga tal como lo describió el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, como una guerra larga y difícil, indudablemente se producirán cambios significativos en el mapa geopolítico de la región. ¿Qué papel cumplirán las demás potencias árabes como Irán, Catar o Egipto? Los factores económicos y civiles que entran en juego.
Hugo Santiago Caro
Se cumplió una semana de la sangrienta escalada del conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamás, y mientras, entre ataques y respuestas, la cifra de muertes de ambos lados ya superó los 3.000.
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Se cumplió una semana de la sangrienta escalada del conflicto entre Israel y el grupo terrorista Hamás, y mientras, entre ataques y respuestas, la cifra de muertes de ambos lados ya superó los 3.000.
La comunidad internacional se ha dividido entre las facciones que abogan por una salida negociada que permita la coexistencia de palestinos e israelíes en el territorio, entre ellos actores importantes como Rusia y gran parte del bloque de la Unión Europea; los que apoyan el derecho a la defensa de Israel (advirtiendo que no puede ser pretexto para un ataque desmedido contra la población de Gaza), como Estados Unidos, y quienes apoyan el actuar de Hamás, abogando por la liberación de Palestina.
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En este último grupo se identifican en su mayoría integrantes del mundo árabe, como Irán, los también paramilitares libaneses de Hezbolá y otros grupos que no se han involucrado tan directamente como los talibanes de Afganistán.
“Jerusalén es la tercera ciudad sagrada del islam, por lo tanto, algunos árabes lo perciben como si los judíos hubieran tomado posesión de esos lugares sagrados y estuvieran cometiendo abusos contra los árabes, contra los inocentes. Además, Israel siempre ha estado en contra del panarabismo. Ha sido una herramienta de Estados Unidos en contra de esta corriente, como se pudo observar durante la Guerra Fría. Tenía un discurso antipanarabista. La presencia de Israel en esa región impide la unidad del mundo árabe, en particular la unión entre Egipto y Siria, que eran los dos países que deseaban unirse en beneficio del mundo árabe”, afirma Lorenzo Maggiorelli, profesor de la Universidad Javeriana.
Sin embargo, el mundo árabe es extenso, con muchos países y diversas formas de gobierno. Desde teocracias como el régimen iraní, o el de los talibanes en Afganistán, hasta monarquías absolutas, como la de Arabia Saudita. Además de las motivaciones religiosas, entran en juego factores económicos que involucran a otros países de Oriente Medio, como Catar y Kuwait, potencias petroleras y gasíferas que, de intervenir en el conflicto, comenzarían a trastocar asuntos de interés mundial.
Maggiorelli destaca los acontecimientos ocurridos hace 50 años durante la Guerra de Yom Kippur entre Israel y el mundo árabe. Debido a los bloqueos de gas y petróleo impuestos por las potencias árabes a los países que respaldaban a Israel se desencadenó una de las crisis de crudo más complejas en la historia reciente del mundo.
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De momento Catar, acusado de vínculos con Hamás, ha mantenido una posición de bloqueo, junto con Estados Unidos, de US$6.000 millones de Irán, al tiempo que ha intervenido ante el grupo catalogado de terrorista buscando facilitar la liberación de rehenes israelíes, hecho que fue aplaudido el último viernes en Doha por el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken.
“No descartaría la posibilidad de que regresen los bloqueos a Israel, EE. UU. o a los países que estén directamente involucrados. Aún no ha sucedido ‘nada’. Ni siquiera ha comenzado la invasión. Estas son todas perspectivas hipotéticas, pero no descarto la posibilidad de que, en caso de graves ataques contra la población civil palestina y especialmente si se producen grandes protestas en el mundo árabe contra Israel, los gobiernos puedan tomar medidas. Ya sea en forma de represalias, embargos o medidas contra Occidente”, explicaba Maggiorelli al cierre de esta edición.
Sin embargo, para 2023 ha cobrado relevancia una potencia que en 1973 no fue clave: Arabia Saudita. Maggiorelli explica que el boom petrolero de Arabia comenzó a situarla en el mapa después de los hechos de Yom Kippur. De hecho, para el momento de la escalada hace una semana, el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, encabezaba esfuerzos para normalizar sus relaciones con los saudíes, pues históricamente, como con la mayoría de sus vecinos árabes, han sido más los conflictos que las posibilidades de cooperación.
Pero en este punto es en el que Maggiorelli hace énfasis en que la normalización la buscan los gobiernos, no sus pueblos. En concreto, afirma que para los árabes la normalización que buscan los monarcas saudíes implicaría “ser aliados de la ocupación, si la expulsión de los palestinos de sus tierras sigue hoy en día. La normalización significa aceptar eso como un proceso normal”.
Es por esto que en concreto, como gobierno, las élites de Arabia Saudí no pueden apoyar a Netanyahu ni su gobierno de Unidad Nacional, porque sería visto como una traición, pese a que conciben a Israel como una puerta a Occidente y sus mercados.
Quien tampoco puede mostrar su apoyo directo a Israel es su vecino de frontera, Egipto. Pese a guerras del pasado, hoy este país lleva casi 10 años bajo el mando de Abdelfatah el-Sisi, el exmilitar que derrocó a Mohamed Morsi, presidente escogido bajo las banderas de los Hermanos Musulmanes, partido proárabe egipcio.
Pese a que a finales de esta semana Egipto había sondeado la posibilidad de abrir un corredor humanitario en el paso de Rafah, con el riesgo de que si los palestinos salen, Israel no les permita regresar, Maggiorelli afirma que realmente a El-Sisi también le conviene que los ojos del mundo estén puestos en sus vecinos.
“Es un militar de mano dura, con prácticas como ejecuciones extrajudiciales y violaciones a los derechos humanos. Se hablaba de una apertura del paso durante cinco horas, diciendo que todos los civiles deben abandonar la zona y dirigirse a Egipto. No estoy seguro de si esto es una opción factible. Si más personas se van, Israel lo considera favorable. Israel está satisfecho”, afirma.
Es por esto que la mayoría de países abogan por una negociación, porque no les conviene apoyar a Israel siendo territorios de mayoría árabe. Una posición similar a la de Rusia, que cuenta con bases militares en Siria, mantiene relaciones con Irán (ambos países proactuar de Hamás) y al tiempo cuenta con lazos fuertes con Israel.
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Así como Siria e Irán (este último ha sido vinculado al ataque de Hamás como organizador por medios como The Wall Street Journal, pese a que lo han negado y ni EE. UU. ni Israel han encontrado pruebas), regímenes de países como Irak, Afganistán y grupos como Hezbolá, de fuerte presencia en Líbano, han apoyado la causa de Hamás y lo que llaman la resistencia palestina. No obstante, cabe resaltar que el actuar del grupo de milicias no representa enteramente los intereses de Palestina, pues sigue estando de por medio la Autoridad Palestina (AP), que rige desde Ramallah, en Cisjordania, pero que no tiene autoridad en Gaza. También cabe destacar que la AP no ve con buenos ojos el apoyo de grupos como los talibanes afganos.
Sin embargo, para Maggiorelli, la Autoridad Palestina realmente no ha hecho mucho desde la muerte del presidente Yasir Arafat en 2004. “Están en una posición donde les conviene mantener el statu quo porque reciben gente y cantidades de dinero que sostienen a la Autoridad Palestina, en particular Mahmud Abás (actual presidente), quien está siendo acusado de no hacer nada. Podría llevar a cabo muchas acciones, pero muchas de estas implican renunciar al estatus actual, el cual le beneficia en particular a su movimiento, el Partido Fatah, y no quieren arriesgar perder esta posición privilegiada”, afirma. El docente también cree que es precisamente la AP el único obstáculo para que la población de Cisjordania se sume a una insurrección, que ocurra otra intifada, como se les conoce a estos intentos de rebelión contra Israel. La última, ocurrida en 2017.
Si la guerra llega a ser como la describió Netanyahu, larga y difícil, sin duda alguna el mapa geopolítico cambiaría. Este conflicto terminaría dejando una marca indeleble. Sin embargo, para Maggiorelli, el rumbo de esta guerra está en manos de Israel. “Un corredor humanitario aliviaría un poco la situación humanitaria, pero no cambiaría la situación política. La iniciativa está ahora en manos de Israel. Debe decidir qué hacer en este momento y cómo avanzar. Ya Hamás tomó la iniciativa. Ahora le corresponde a Israel responder y veremos cómo se posicionan las demás potencias”, concluye.
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