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El naufragio de un par de embarcaciones cargadas con migrantes haitianos en Bahía Pinorra, a 30 minutos de Capurganá, cerca de Acandí (Chocó) vuelve a desnudar cómo operan las redes de tráfico de migrantes; esta vez de Haití. En este naufragio murieron, de acuerdo con los datos que se tienen hasta el momento, dos personas, una mujer embarazada y una niña de cinco años; pero el balance aún es pasajero.
A diario se reportan casos de embarcaciones halladas en altamar por autoridades marítimas. El Golfo de Urabá es una de las principales rutas de migrantes provenientes de África y Haití, principalmente, que buscan llegar a Estados Unidos. De acuerdo con registros de entidades de derechos humanos, en los límites marítimos entre Colombia y Panamá han muerto centenares de migrantes.
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Las autoridades indican que las víctimas salieron de Turbo (Antioquia) rumbo a Panamá y seguir de ahí su camino hacia Estados Unidos. No lo hicieron por poco, pagaron $350 dólares para ser transportados en endebles lanchas que muchas veces terminan destrozadas por el fuerte oleaje de oleaje.
De acuerdo con datos de la ONU de 2019, 1′585.681 haitianos han emigrado en los últimos años, es decir un 14,26% de la población. La mayoría busca llegar a Estados Unidos, a donde busca llegar el 46,48% d ellos haitianos, seguidos por República Dominicana, con el 30,97%, luego Canadá y finalmente Argentina, Chile y Brasil, destinos de los haitianos desde hace diez años aproximadamente.
La migración haitiana hacia Suramérica comenzó en el 2010, tras el terremoto del 12 de enero y que dejó un saldo de más de 200.000 fallecidos y al cerca de 2 millones de desplazados internos. Eso provocó que muchos salieran de la isla hacia regiones suramericanas. Sin embargo, los haitianos, agobiados por gobiernos corruptos e incapaces comienza en 1915, cuando muchos ciudadanos se fueron hacia la vecina República Dominicana, dejando a Haití sin mano de obra para cultivar la tierra y la industria azucarera entró en crisis.
Luego fueron los estudiantes los que empacaron maletas hacia Europa, gente educada de buenas familias los que dejaron la isla; En 1958 cuando llega Francois Duvalier al poder, la situación política hace que muchos dejen la isla, principalmente gente pobre y perseguidos políticos, que salían a bordo de los boat people balsas que terminaban en tragedia.
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Una vez cae el régimen de Duvalier, la democracia se hace más débil y la violencia y pobreza se agudizan. Por eso la migración haitiana no se ha detenido y deja tristes récords de muerte en la huida.
Migración hacia Suramérica
Los migrantes no se quedan en Perú ni Ecuador ni Colombia, estos países son solo rutas de tránsito para sus destinos finales.
De acuerdo con datos de la Organización Internacional de las Migraciones, entre 2014 y 2018, el número de haitianos en Chile pasó de 1.800 a casi 120.000, según cifras oficiales. A su llegada, muchos haitianos encuentran empleos mal remunerados en el mercado laboral, particularmente en la construcción, el servicio doméstico y la agricultura.
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En 2017, los extranjeros en Chile alcanzaron casi un millón por lo que el país formuló nuevas políticas migratorias y se abrió un centro de migración en Puerto Príncipe para promover la salida segura; pero eso no ha detenido a los traficantes.
La ONU estudió los flujos migratorios entre 2014 y 2016 de ciudadanos de Haití a países del MERCOSUR y encontró que la nación que ha acogido a la mayoría es Brasil, con 67.000 residencias concedidas.
Por su parte, Chile ha recibido a 18.000 y Argentina a unos 1.200, incluyendo permisos temporales y permanentes. La mayoría de los migrantes tenía familiares en estos países.
“El dinamismo de la diáspora haitiana requiere diseñar e implementar políticas públicas integradas de movilidad e integración, especialmente considerando que los migrantes haitianos en América del Sur se han asentado, pero, al mismo tiempo, una parte de ellos continúan moviéndose a nivel intrarregional “, aseguró Matteo Madrile, oficial de la OIM.
¿Qué pasa ahora en Haití?
El presidente haitiano, Jovenel Moise, garantizó para este 2021 la celebración de las pospuestas elecciones desde 2019, así como una reforma constitucional inclusiva.
“El año 2021 es un año importante para el futuro de Haití. Llamamos a este año, el año de la Constitución, el año de las elecciones y el año de la electricidad,” dijo Moise en el discurso con motivo del 217 anivers de la independencia de Haití.
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“Todos estamos de acuerdo en qarioue hay un problema en el Gobierno del país. No hay equilibrio entre los tres poderes del Estado. (...) Los oligarcas corruptos utilizan las instituciones para impedir que el Estado sirva al pueblo”, denunció el mandatario.
Desde hace varios meses, el clima de seguridad en Haití se ha ido deteriorando, con un aumento de los secuestros, robos, asesinatos y violaciones, pero también, y sobre todo, un aumento de los ataques armados a personas que viven en barrios humildes. Lo que ha aumentado la salida de ciudadanos.
Desde julio de 2018, Haití se enfrenta a una crisis sociopolítica y económica sin precedentes con manifestaciones, algunas de ellas violentas, y repetidos llamamientos a la dimisión del presidente por parte de diversos sectores de la sociedad civil.