Harold Carrillo, el primer preso colombiano repatriado desde China
La Cancillería colombiana anunció el inicio del proceso de repatriación. Carrillo estaba detenido desde 2010 por llevar 1.700 gramos de cocaína en su cuerpo.
Daniel Salgar Antolínez
Harold Carrillo Sánchez es un caleño de 50 años, casado y con dos hijos, que fue detenido el 18 de marzo de 2010 en el aeropuerto internacional de Bayun, en la ciudad china de Guangzhou, porque llevaba 1.700 gramos de cocaína en su cuerpo. Carrillo trabajaba como taxista en Cali, pero debido a una situación económica precaria un día se arriesgó a cargar droga hasta China, un país cuya legislación contempla la pena de muerte para quienes porten más de 50 gramos de cualquier droga ilícita.
Su familia se enteró de que estaba preso meses después de que Carrillo partió hacia China. En 2011 se enteraron de que lo habían condenado a pena de muerte. Carrilo no sabía inglés ni mandarín, le costaba comunicarse, para hablar con su familia sólo tenía una llamada de cinco minutos al mes, y su salud empezaba a complicarse. En las llamadas que hizo durante 2013 a su familia, decía que se sentía muy enfermo y que tenía dolores severos en la columna.
"Decía que el trabajo era demasiado y, por sus dolores, tenían que llevarlo a trabajar en un carrito y le habían aplicado inyecciones. A finales de 2014 dijo que se sentía muy débil, que se estaba desmayando, le dolían las cordales". A Carrillo le tocaba trabajar, porque la legislación china establece que los los reclusos deben trabajar para tener un desarrollo laboral y obtener ingresos. Según algunos testimonios, las jornadas laborales de los prisioneros en China pueden ser de 12 horas diarias, a veces sin un día de descanso a la semana, con 20 minutos de receso para cada comida y con solo tres idas al baño, con una duración máxima de cinco minutos cada una. A Carrillo, según ha dicho su familia, le tocaba ensamblar audífonos para aerolíneas y le pagaban 32 yuanes al mes (alrededor de $15.000).
"En enero de 2014 nos informaron que le habían diagnosticado cáncer”, dice su esposa, Luz Farid Celis. A finales de ese año, a Carrillo le cambiaron la sentencia de pena de muerte a cadena perpetua. Y luego Luz se enteró de que, dada la grave situación de salud de su esposo, se le aprobó su repatriación por motivos humanitarios. “En septiembre llamó, dijo que ya le habían tomado foto para la visa, que todo estaba listo, pero luego todo cambió y nos dijeron que no y que la última palabra la tiene China”, recuerda. Debido a su enfermedad, a Carrillo “no le permitían volver a trabajar, aunque la dieta blanda especial que requiere se la tenía que proveer él mismo con la poca ayuda que desde acá le podemos enviar nosotros y la Cancillería. La comida de la cárcel no le sirve. Nos toca mandarle plata para que compre cosas que pueda comer”, aseguraba su esposa hace unos meses.
El caso de Carrillo no había sido solucionado, porque era imposible encontrar para él una pena compatible en Colombia, que no contempla la cadena perpetua para sus ciudadanos. Luz dice que la Cancillería solicitó a China pasar la condena a años, para que fuera más fácilmente homologable. Y las gestiones diplomáticas se demoraron, pero lo lograron. En el proceso hubo también presión social y mediática, porque durante los años en que Carrillo estuvo preso se conocieron testimonios y cartas escritas desde China por reclusos a sus familias, conocidas por la organización Familias Colombianas Unidas, por líderes políticos colombianos y compartidas con este diario. Según esos testimonios, muchos de los connacionales condenados a muerte en China enfrentan condiciones complicadas y serían víctimas de violaciones a sus derechos fundamentales. Hay casos que denuncian torturas, personas que han sido amarradas y puestas bajo una gotera o encerradas en situación de hacinamiento durante prolongados períodos de tiempo. En los últimos años, Familias Colombianas Unidas y otros familiares de presos en China han enviado derechos de petición, cartas a Presidencia y Cancillería, solicitando el tratado de repatriación y denunciando las violaciones de DD.HH.
A Carrillo finalmente le cambiaron la pena a 19 años y tres meses, para facilitar su repatriación. Cuando llegue a territorio colombiano, las autoridades determinarán cómo Carrillo debe cumplir esa pena. Llega, según el Ministerio de Justicia colombiano, en un estado de salud delicado y su repatriación obedece a a estrictos criterios humanitarios. La Cancillería anunció que el traslado de Carrillo se realizará atendiendo su estado de salud y los protocolos de seguridad, y que además de los custodios que viajarán con él, será acompañado por un médico que atenderá cualquier eventualidad durante el traslado.
Este caso se convierte en un referente para próximos casos de repatriación de connacionales detenidos por narcotráfico, y para el acuerdo de repatriación humanitaria que está en la recta final entre Colombia y China. Actualmente hay e 144 colombianos detenidos en este país, tres de ellos condenados a pena de muerte efectiva, 11 condenados pena de muerte con suspensión de dos años y 10 a cadena perpetua. En el mundo son elrededor de 14 mil los colombianos que están tras las rejas fuera de su país. De estos, cerca de 3.567 están en Estados Unidos, 2.463 en España, 1.657 en Venezuela, 1.360 en Ecuador y 886 en Panamá. Más del 50% de los delitos que cometieron están relacionados con el tráfico de estupefacientes. El 15% con robo o hurto agravado y un porcentaje menor con homicidios y violencia intrafamiliar. Estados Unidos y España son países destino de la droga que sale desde Colombia, mientras que Ecuador, Panamá, Venezuela y México, entre otros, sirven como tránsito para el transporte de drogas ilícitas.
Harold Carrillo Sánchez es un caleño de 50 años, casado y con dos hijos, que fue detenido el 18 de marzo de 2010 en el aeropuerto internacional de Bayun, en la ciudad china de Guangzhou, porque llevaba 1.700 gramos de cocaína en su cuerpo. Carrillo trabajaba como taxista en Cali, pero debido a una situación económica precaria un día se arriesgó a cargar droga hasta China, un país cuya legislación contempla la pena de muerte para quienes porten más de 50 gramos de cualquier droga ilícita.
Su familia se enteró de que estaba preso meses después de que Carrillo partió hacia China. En 2011 se enteraron de que lo habían condenado a pena de muerte. Carrilo no sabía inglés ni mandarín, le costaba comunicarse, para hablar con su familia sólo tenía una llamada de cinco minutos al mes, y su salud empezaba a complicarse. En las llamadas que hizo durante 2013 a su familia, decía que se sentía muy enfermo y que tenía dolores severos en la columna.
"Decía que el trabajo era demasiado y, por sus dolores, tenían que llevarlo a trabajar en un carrito y le habían aplicado inyecciones. A finales de 2014 dijo que se sentía muy débil, que se estaba desmayando, le dolían las cordales". A Carrillo le tocaba trabajar, porque la legislación china establece que los los reclusos deben trabajar para tener un desarrollo laboral y obtener ingresos. Según algunos testimonios, las jornadas laborales de los prisioneros en China pueden ser de 12 horas diarias, a veces sin un día de descanso a la semana, con 20 minutos de receso para cada comida y con solo tres idas al baño, con una duración máxima de cinco minutos cada una. A Carrillo, según ha dicho su familia, le tocaba ensamblar audífonos para aerolíneas y le pagaban 32 yuanes al mes (alrededor de $15.000).
"En enero de 2014 nos informaron que le habían diagnosticado cáncer”, dice su esposa, Luz Farid Celis. A finales de ese año, a Carrillo le cambiaron la sentencia de pena de muerte a cadena perpetua. Y luego Luz se enteró de que, dada la grave situación de salud de su esposo, se le aprobó su repatriación por motivos humanitarios. “En septiembre llamó, dijo que ya le habían tomado foto para la visa, que todo estaba listo, pero luego todo cambió y nos dijeron que no y que la última palabra la tiene China”, recuerda. Debido a su enfermedad, a Carrillo “no le permitían volver a trabajar, aunque la dieta blanda especial que requiere se la tenía que proveer él mismo con la poca ayuda que desde acá le podemos enviar nosotros y la Cancillería. La comida de la cárcel no le sirve. Nos toca mandarle plata para que compre cosas que pueda comer”, aseguraba su esposa hace unos meses.
El caso de Carrillo no había sido solucionado, porque era imposible encontrar para él una pena compatible en Colombia, que no contempla la cadena perpetua para sus ciudadanos. Luz dice que la Cancillería solicitó a China pasar la condena a años, para que fuera más fácilmente homologable. Y las gestiones diplomáticas se demoraron, pero lo lograron. En el proceso hubo también presión social y mediática, porque durante los años en que Carrillo estuvo preso se conocieron testimonios y cartas escritas desde China por reclusos a sus familias, conocidas por la organización Familias Colombianas Unidas, por líderes políticos colombianos y compartidas con este diario. Según esos testimonios, muchos de los connacionales condenados a muerte en China enfrentan condiciones complicadas y serían víctimas de violaciones a sus derechos fundamentales. Hay casos que denuncian torturas, personas que han sido amarradas y puestas bajo una gotera o encerradas en situación de hacinamiento durante prolongados períodos de tiempo. En los últimos años, Familias Colombianas Unidas y otros familiares de presos en China han enviado derechos de petición, cartas a Presidencia y Cancillería, solicitando el tratado de repatriación y denunciando las violaciones de DD.HH.
A Carrillo finalmente le cambiaron la pena a 19 años y tres meses, para facilitar su repatriación. Cuando llegue a territorio colombiano, las autoridades determinarán cómo Carrillo debe cumplir esa pena. Llega, según el Ministerio de Justicia colombiano, en un estado de salud delicado y su repatriación obedece a a estrictos criterios humanitarios. La Cancillería anunció que el traslado de Carrillo se realizará atendiendo su estado de salud y los protocolos de seguridad, y que además de los custodios que viajarán con él, será acompañado por un médico que atenderá cualquier eventualidad durante el traslado.
Este caso se convierte en un referente para próximos casos de repatriación de connacionales detenidos por narcotráfico, y para el acuerdo de repatriación humanitaria que está en la recta final entre Colombia y China. Actualmente hay e 144 colombianos detenidos en este país, tres de ellos condenados a pena de muerte efectiva, 11 condenados pena de muerte con suspensión de dos años y 10 a cadena perpetua. En el mundo son elrededor de 14 mil los colombianos que están tras las rejas fuera de su país. De estos, cerca de 3.567 están en Estados Unidos, 2.463 en España, 1.657 en Venezuela, 1.360 en Ecuador y 886 en Panamá. Más del 50% de los delitos que cometieron están relacionados con el tráfico de estupefacientes. El 15% con robo o hurto agravado y un porcentaje menor con homicidios y violencia intrafamiliar. Estados Unidos y España son países destino de la droga que sale desde Colombia, mientras que Ecuador, Panamá, Venezuela y México, entre otros, sirven como tránsito para el transporte de drogas ilícitas.