¿Histéricos o belicosos? Rusia y Estados Unidos hablan por teléfono
El secretario de Estado de EE. UU. y el canciller ruso hablarán de nuevo hoy acerca de la situación en Ucrania. Rusia mantiene tropas en la frontera, mientras que Occidente amenaza con sanciones.
Los jefes diplomáticos de Estados Unidos y Rusia hablarán este martes por teléfono, en medio de las tensiones por la situación en zona fronteriza de Ucrania. El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, y Serguéi Lavrov, canciller ruso, volverán a hablar hoy, después de su encuentro personal del pasado 21 de enero, en el que Estados Unidos pidió pruebas de que no habrá una invasión rusa en Ucrania y se comprometió a entregar por escrito una respuesta a las peticiones de Vladimir Putin.
La charla telefónica llega ambientada por una lluvia de amenazas de sanciones por parte de Occidente hacia Rusia, mientras que este país acusa a Estados Unidos de “provocar histeria” con el asunto. De hecho, con ese argumento, Rusia intentó frenar la sesión de ayer del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, al que pertenecen ambas naciones. Sin embargo, 10 de los 15 miembros apoyaron a la embajadora de Washington ante la ONU, Linda Thomas-Greenffield, para quien la concentración de tropas rusas en la frontera era razón suficiente para la reunión.
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Thomas-Greenffield dijo ante al Consejo que la concentración militar de Rusia se suma a la “retórica agresiva” que ha empleado desde que invadió Crimea en 2014. Acusó a Rusia de estar planeando el envío de 30.000 efectivos a Bielorrusia en las próximas semanas como parte de sus amenazas a Ucrania.
Putin mantiene cerca de 100.000 militares en el límite con Ucrania y pide que la alianza militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) cese su expansión hacia Europa del este, pues una mayor influencia en ese territorio es vista como una amenaza para la seguridad rusa. Ante la respuesta negativa a esa petición por parte de Estados Unidos, que insiste en que Rusia retire las tropas de la frontera, el Kremlin dijo la semana pasada que no había “muchos motivos para el optimismo”, aunque dejó la puerta abierta para el diálogo.
El lunes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo una vez más que, en caso de que Rusia abandone la vía diplomática y ataque a Ucrania, “enfrentará rápidas y severas consecuencias”. Amenazas similares se escucharon el 20 de enero, durante la rueda de prensa que dio Biden con motivo de su primer año en el despacho. Desde entonces, el Kremlin sostiene que las amenazas de Estados Unidos son “desestabilizadoras”.
No obstante, durante el fin de semana llovieron más amenazas. Por un lado, en Washington congresistas tanto demócratas como republicanos señalaron que están cerca de llegar a un acuerdo sobre un proyecto de ley que prevé duras sanciones económicas contra Rusia. Reino Unido, por su parte, también anunció un nuevo régimen sancionatorio, el “más duro contra Rusia que hayamos tenido nunca”, aseguró la ministra de Relaciones Exteriores, Liz Truss.
Con las sanciones podría salir afectado el gasoducto estratégico Nord Stream 2, que Rusia desarrolla en conjunto con Alemania y que llevaría suministro de Rusia hacia Europa por el mar Báltico, sin tener que pasar por Ucrania. Es precisamente el interés en este proyecto lo que ha generado fracturas en la coalición tripartita que gobierna en Alemania. Por otro lado, como parte de las sanciones, se ha hablado de afectar al acceso ruso a transacciones en dólares, la principal divisa del comercio internacional.
El anuncio de envío de tropas hacia Europa oriental fue otra constante durante el fin de semana. Estados Unidos puso en alerta a 8.500 militares para reforzar la OTAN, en tanto que Francia ha manifestado su intención de desplegar “varios centenares” de soldados en Rumania. Canadá, asimismo, movió el domingo sus tropas militares en el oeste de Ucrania al oeste del río Dniepr.
La OTAN, no obstante, este lunes confirmó que no enviaría tropas de combate a Ucrania si Rusia lanza una ofensiva, pues Kiev no es miembro de la alianza militar. Así lo afirmó el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, a la BBC.
Los resultados de la conversación de hoy entre Blinken y Lavrov no son claros. Guiándonos por los precedentes, no se esperarían soluciones concretas o definitivas para la tensión. Lo que es claro, como escribió Stephen Collinson para CNN, ni Biden ni Putin se pueden dar el lujo de perder en esta suerte de enfrentamiento psicológico. Biden se juega no solo parte de su popularidad, ya debilitada, sino la sensación de unión en Occidente, algo que sin duda puede ser (y lo está siendo) aprovechado por Putin.
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Los jefes diplomáticos de Estados Unidos y Rusia hablarán este martes por teléfono, en medio de las tensiones por la situación en zona fronteriza de Ucrania. El secretario de Estado de EE. UU., Antony Blinken, y Serguéi Lavrov, canciller ruso, volverán a hablar hoy, después de su encuentro personal del pasado 21 de enero, en el que Estados Unidos pidió pruebas de que no habrá una invasión rusa en Ucrania y se comprometió a entregar por escrito una respuesta a las peticiones de Vladimir Putin.
La charla telefónica llega ambientada por una lluvia de amenazas de sanciones por parte de Occidente hacia Rusia, mientras que este país acusa a Estados Unidos de “provocar histeria” con el asunto. De hecho, con ese argumento, Rusia intentó frenar la sesión de ayer del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, al que pertenecen ambas naciones. Sin embargo, 10 de los 15 miembros apoyaron a la embajadora de Washington ante la ONU, Linda Thomas-Greenffield, para quien la concentración de tropas rusas en la frontera era razón suficiente para la reunión.
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Thomas-Greenffield dijo ante al Consejo que la concentración militar de Rusia se suma a la “retórica agresiva” que ha empleado desde que invadió Crimea en 2014. Acusó a Rusia de estar planeando el envío de 30.000 efectivos a Bielorrusia en las próximas semanas como parte de sus amenazas a Ucrania.
Putin mantiene cerca de 100.000 militares en el límite con Ucrania y pide que la alianza militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) cese su expansión hacia Europa del este, pues una mayor influencia en ese territorio es vista como una amenaza para la seguridad rusa. Ante la respuesta negativa a esa petición por parte de Estados Unidos, que insiste en que Rusia retire las tropas de la frontera, el Kremlin dijo la semana pasada que no había “muchos motivos para el optimismo”, aunque dejó la puerta abierta para el diálogo.
El lunes, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo una vez más que, en caso de que Rusia abandone la vía diplomática y ataque a Ucrania, “enfrentará rápidas y severas consecuencias”. Amenazas similares se escucharon el 20 de enero, durante la rueda de prensa que dio Biden con motivo de su primer año en el despacho. Desde entonces, el Kremlin sostiene que las amenazas de Estados Unidos son “desestabilizadoras”.
No obstante, durante el fin de semana llovieron más amenazas. Por un lado, en Washington congresistas tanto demócratas como republicanos señalaron que están cerca de llegar a un acuerdo sobre un proyecto de ley que prevé duras sanciones económicas contra Rusia. Reino Unido, por su parte, también anunció un nuevo régimen sancionatorio, el “más duro contra Rusia que hayamos tenido nunca”, aseguró la ministra de Relaciones Exteriores, Liz Truss.
Con las sanciones podría salir afectado el gasoducto estratégico Nord Stream 2, que Rusia desarrolla en conjunto con Alemania y que llevaría suministro de Rusia hacia Europa por el mar Báltico, sin tener que pasar por Ucrania. Es precisamente el interés en este proyecto lo que ha generado fracturas en la coalición tripartita que gobierna en Alemania. Por otro lado, como parte de las sanciones, se ha hablado de afectar al acceso ruso a transacciones en dólares, la principal divisa del comercio internacional.
El anuncio de envío de tropas hacia Europa oriental fue otra constante durante el fin de semana. Estados Unidos puso en alerta a 8.500 militares para reforzar la OTAN, en tanto que Francia ha manifestado su intención de desplegar “varios centenares” de soldados en Rumania. Canadá, asimismo, movió el domingo sus tropas militares en el oeste de Ucrania al oeste del río Dniepr.
La OTAN, no obstante, este lunes confirmó que no enviaría tropas de combate a Ucrania si Rusia lanza una ofensiva, pues Kiev no es miembro de la alianza militar. Así lo afirmó el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, a la BBC.
Los resultados de la conversación de hoy entre Blinken y Lavrov no son claros. Guiándonos por los precedentes, no se esperarían soluciones concretas o definitivas para la tensión. Lo que es claro, como escribió Stephen Collinson para CNN, ni Biden ni Putin se pueden dar el lujo de perder en esta suerte de enfrentamiento psicológico. Biden se juega no solo parte de su popularidad, ya debilitada, sino la sensación de unión en Occidente, algo que sin duda puede ser (y lo está siendo) aprovechado por Putin.
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