Iglesia católica australiana se niega a denunciar abusos sexuales revelados en confesión
Los dirigentes católicos australianos se comprometieron hoy a no tolerar más abusos pederastas dentro de su Iglesia, pero rechazaron una petición de levantar el secreto de confesión cuando se trate de tales abusos.
-Redacción Internacional con información de AFP
La Iglesia católica australiana es otra de las implicadas en las denuncias de abusos sexuales que se han presentado en diferentes lugares del mundo. Hoy, frente al informe final de la comisión de investigación real que trabajó durante cinco años en las respuestas a los crímenes pederastas, la institución aseguró que si bien no van a tolerar más casos de pederastia, se niegan a denunciarlos cuando se trate de una confesión.
"Muchos obispos no escucharon, no creyeron o no actuaron", declaró el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos Australianos, el arzobispo Mark Coleridge.
Además, señaló que estos fracasos "permitieron a algunos autores cometer sus crímenes una y otra vez, con consecuencias trágicas y, a veces, fatales. Los obispos y dirigentes de órdenes religiosas se comprometen hoy: nunca más".
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El pasado diciembre publicó sus conclusiones, tras haber sido contactada por más de 15.000 personas que afirmaban haber sido víctimas de abusos pederastas en los que estaban implicados la Iglesia, orfanatos, clubes deportivos, escuelas u organizaciones para jóvenes.
- Restaurar la confianza -
Entre las recomendaciones de la comisión figuraba la idea de que los curas pudieran romper el secreto de confesión para denunciar los abusos pederastas que se les revelaran en este marco. Pero el secreto de confesión "no es negociable", declaró el arzobispo Coleridge.
"No es porque consideremos que estamos por encima de la ley o porque no pensemos que la seguridad de los niños es de una importancia suprema", dijo. "Pero no aceptamos la idea de que la seguridad y el secreto de confesión se excluyan mutuamente. No creemos que la abolición del secreto vaya a reforzar la seguridad de los niños".
En su informe, la comisión estimó que Australia había "faltado gravemente a sus obligaciones" respecto de los niños durante décadas y afirmó que el 7% de los religiosos católicos australianos habían sido acusados de abusar sexualmente de niños entre 1950 y 2010, sin que estas sospechas desembocaran en ninguna investigación.
En algunas diócesis, la proporción alcanzaba el 15% de curas sospechosos de pederastia. El peor caso fue el de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, con acusaciones a 40% de sus miembros.
"Sabemos que solo las acciones, y no las palabras, pueden restaurar la confianza. Y mientras no se restaure la confianza, todas las disculpas del mundo no serán suficientes".
(Lea más: Arzobispo australiano, culpable de encubrir abusos sexuales a menor)
En mayo, el entonces arzobispo de Adelaida Philip Wilson, de 67 años, fue declarado culpable de ocultar abusos cometidos en los años 1970 por Jim Fletcher, un cura pederasta, al no denunciarlo; y condenado a un año de detención.
A mediados de este mes, un tribunal australiano le concedió el permiso para cumplir su pena a domicilio. Wilson fue uno de los eclesiásticos de mayor rango en la jerarquía católica mundial en ser condenado por este tipo de actos. El papa aceptó a fines de julio su renuncia.
La Iglesia católica australiana es otra de las implicadas en las denuncias de abusos sexuales que se han presentado en diferentes lugares del mundo. Hoy, frente al informe final de la comisión de investigación real que trabajó durante cinco años en las respuestas a los crímenes pederastas, la institución aseguró que si bien no van a tolerar más casos de pederastia, se niegan a denunciarlos cuando se trate de una confesión.
"Muchos obispos no escucharon, no creyeron o no actuaron", declaró el presidente de la Conferencia de Obispos Católicos Australianos, el arzobispo Mark Coleridge.
Además, señaló que estos fracasos "permitieron a algunos autores cometer sus crímenes una y otra vez, con consecuencias trágicas y, a veces, fatales. Los obispos y dirigentes de órdenes religiosas se comprometen hoy: nunca más".
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El pasado diciembre publicó sus conclusiones, tras haber sido contactada por más de 15.000 personas que afirmaban haber sido víctimas de abusos pederastas en los que estaban implicados la Iglesia, orfanatos, clubes deportivos, escuelas u organizaciones para jóvenes.
- Restaurar la confianza -
Entre las recomendaciones de la comisión figuraba la idea de que los curas pudieran romper el secreto de confesión para denunciar los abusos pederastas que se les revelaran en este marco. Pero el secreto de confesión "no es negociable", declaró el arzobispo Coleridge.
"No es porque consideremos que estamos por encima de la ley o porque no pensemos que la seguridad de los niños es de una importancia suprema", dijo. "Pero no aceptamos la idea de que la seguridad y el secreto de confesión se excluyan mutuamente. No creemos que la abolición del secreto vaya a reforzar la seguridad de los niños".
En su informe, la comisión estimó que Australia había "faltado gravemente a sus obligaciones" respecto de los niños durante décadas y afirmó que el 7% de los religiosos católicos australianos habían sido acusados de abusar sexualmente de niños entre 1950 y 2010, sin que estas sospechas desembocaran en ninguna investigación.
En algunas diócesis, la proporción alcanzaba el 15% de curas sospechosos de pederastia. El peor caso fue el de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios, con acusaciones a 40% de sus miembros.
"Sabemos que solo las acciones, y no las palabras, pueden restaurar la confianza. Y mientras no se restaure la confianza, todas las disculpas del mundo no serán suficientes".
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En mayo, el entonces arzobispo de Adelaida Philip Wilson, de 67 años, fue declarado culpable de ocultar abusos cometidos en los años 1970 por Jim Fletcher, un cura pederasta, al no denunciarlo; y condenado a un año de detención.
A mediados de este mes, un tribunal australiano le concedió el permiso para cumplir su pena a domicilio. Wilson fue uno de los eclesiásticos de mayor rango en la jerarquía católica mundial en ser condenado por este tipo de actos. El papa aceptó a fines de julio su renuncia.