Incursión terrestre, la prueba máxima para Israel en Líbano
Con las tropas israelíes listas para cruzar la frontera sur del Líbano nuevamente, la pregunta crucial es si esta vez aprenderán de los errores del pasado o caerán en las mismas trampas estratégicas que llevaron al fracaso.
Camilo Gómez Forero
La última vez que los tanques israelíes entraron al Líbano por su frontera sur, las cosas no salieron nada bien para Israel. Era julio de 2006 y el grupo libanés Hezbolá había capturado a dos soldados israelíes y matado a otros tres, por lo que las fuerzas israelíes lanzaron una serie de ataques aéreos durante días, seguidos de una incursión terrestre y finalmente del despliegue de tanques. Una escena similar a la que se anticipa hoy en la región.
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La última vez que los tanques israelíes entraron al Líbano por su frontera sur, las cosas no salieron nada bien para Israel. Era julio de 2006 y el grupo libanés Hezbolá había capturado a dos soldados israelíes y matado a otros tres, por lo que las fuerzas israelíes lanzaron una serie de ataques aéreos durante días, seguidos de una incursión terrestre y finalmente del despliegue de tanques. Una escena similar a la que se anticipa hoy en la región.
Dicha campaña terrestre ahora es recordada como un desastre militar. Al entrar en la zona, las fuerzas israelíes se encontraron con cuerpos preparados para una respuesta cíclica e inteligente de combate, que mostraba enorme dominio de las cumbres rocosas del sur del Líbano por la experiencia de vivir allí, y que habían encontrado un enorme aliado en los túneles secretos. Los estrategas israelíes habían subestimado la capacidad militar de su enemigo, Hezbolá. Simplemente no había un buen plan.
“Las divisiones de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) se movían sin rumbo fijo, y el Gobierno y el ejército eran incapaces de definir una maniobra que les permitiera obtener la ventaja”, escribió Amos Harel, corresponsal militar del medio Haaretz, quien cubrió aquella incursión terrestre.
Todo el desastre fue producto de la sobradez de una postura que se creía indomable, según explican historiadores militares. Israel había ganado todas sus guerras desde los años 50 y pensó que si quería seguir ganando debía revolucionar los conceptos clásicos e introducir algo que no se hubiera visto.
El Operational Theory Research Institute y otros centros de pensamiento militar israelíes estudiaron nuevas tácticas con palabras que sonaban sacadas de una partida de ajedrez, como la llamada “geometría inversa”, que consistía en desestimar la realidad geográfica y atacar al enemigo de manera simultánea con un gran número de batallones que luego se dispersarían, como si se tratara de un enjambre de abejas.
Lo probaron por primera vez en Nablús, ciudad del norte de Cisjordania (que hoy también resiste a la arremetida israelí). Cuando esta cayó rápidamente, los mandos israelíes, creyeron que habían dado con la táctica del futuro, se engañaron. En primer lugar, los mandos militares no estaban en el terreno, lo que creó una desconexión entre las tropas y los objetivos tácticos. En segundo lugar, Hezbolá no era un enemigo común.
Seis años antes, los tanques de Israel ya habían entrado al sur del Líbano y también tuvieron que retirarse. En 2006, así como los israelíes habían estudiado nuevas tácticas, Hezbolá también organizó sus posiciones de una manera diferente en plataformas subterráneas y se habían hecho con capacidades de cohetes que no tenía en 2000. Eso no lo pensaron los mandos militares israelíes que, luego de 121 muertos y más 1.500 heridos de su lado, fueron despedidos.
Ahora, 18 años después del fin de esa Segunda Guerra del Líbano, Israel parece decidida a llevar a cabo otra incursión militar terrestre en el sur del país vecino. Esta semana de intensos bombardeos en la zona, que han dejado más de 1.000 muertos, solo habría sido la antesala para la entrada de tropas al país, según dijo el jueves el jefe del Estado Mayor de la FDI, Herzi Halevi.
“Se oyen los aviones sobre nuestras cabezas. Hemos estado atacando todo el día. Esto es tanto para preparar el terreno para su posible entrada como para seguir degradando a Hezbolá”, dijo Halevi a sus tropas.
¿Por qué ahora? Según Israel, el objetivo es lograr que cerca de 60.000 connacionales regresen a sus hogares en el norte de Israel, zona de la que fueron evacuados por los enfrentamientos con Hezbolá, ahora que comenzó el año escolar. También hay condiciones en el tablero que le permiten la arremetida, como que el ciclo electoral en Estados Unidos obligue a las autoridades en Washington a estar concentradas en sus asuntos internos.
Pero también preocupan otras posiciones: muchos sionistas israelíes aseguran que, según los contextos de la Torá, las fronteras de Israel deberían extenderse hasta el río Éufrates, por lo que el Líbano estaría dentro de las aspiraciones de lo que muchos reconocen como el “Gran Israel”. Según podemos observar en el mapa, estos deseos expansionistas incluso acaparan territorio de Irak. Por esto, se teme que Líbano pueda convertirse en una nueva Gaza. Aunque si este es el caso, Israel debería revisar la historia de nuevo por muchas razones.
Para Peter Beaumont, editor de asuntos internacionales de The Observer, “Israel parece estar cayendo en la misma trampa conceptual de no comprender la naturaleza del grupo islamista”. Hezbolá, dice, está mucho mejor armado que en 2006 y sus militantes ahora tienen mucha más experiencia que entonces. Y aunque el reciente ataque sorpresa con los beepers y walkie-talkies haya bajado la moral a las tropas de Hezbolá y significado un gran éxito militar a Israel, las tropas israelíes tampoco están en un estado óptimo.
“Israel no está simplemente empantanado en una guerra de dos frentes, sino en una guerra de tres frentes, y las FDI han comprometido una capacidad considerable en Cisjordania”, dijo el Dr. Andreas Krieg, analista de seguridad de Medio Oriente y profesor del King’s College, de Londres, al medio iNews.
Como apunta Beaumont, muchas de las unidades israelíes que han sido trasladas al norte estaban combatiendo en Gaza, por lo que hay agotamiento, y las FDI se han jactado de poder luchar en múltiples frentes, pero eso no se ha traducido en una operación de éxito. Es difícil saber si las FDI aprendieron de su experiencia y abordarán con más humildad a su enemigo. Pero no es la única lección que deben aplicar. De la experiencia de 2006 queda que la resolución a la crisis solo se presentó cuando la fuerza no fue la única opción en la mesa. La incursión militar que se extendió por 34 días no detuvo los misiles de Hezbolá; solo pararon con una solución política.
“Carl von Clausewitz decía que la guerra es una extensión de la política con otros medios. El problema es que si se convierte en la única política, implica un problema muy serio”, dijo José Antonio Peñas, autor de varios libros sobre tácticas militares, en el diario ABC, de España.
A las puertas de una posible incursión, hay que recordar ahora el episodio en el que el ejército más fuerte de Medio Oriente fracasó en su intento de derrotar a un grupo armado no estatal por vía terrestre. La Comisión Winograd, que analizó los errores, reveló que los cohetes enviados a Israel solo se detuvieron cuando entró en el alto el fuego y no mediante más operaciones militares israelíes.
“Al final, Israel no obtuvo un logro político gracias a sus éxitos militares; más bien, se basó en un acuerdo político que incluía elementos positivos para Israel y le permitió detener una guerra que no había podido ganar. Israel debe, política y moralmente, buscar la paz con sus vecinos y hacer los compromisos necesarios”, concluyó la Comisión Winograd.
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