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“A los creadores de la película Dont’Look Up, con Leonardo DiCaprio y Jennifer Lawrence, se les escapó un detalle clave: en nuestro contexto, los dos astrónomos nunca habrían podido detectar tan precisamente el cometa que destruiría la Tierra”, sostuvo Marco Schletz, un joven alemán experto en blockchain, quien investiga cómo esta tecnología podría acelerar la implementación del Acuerdo de París. “Nuestros sistemas simplemente no son suficientes para detectar lo que está sucediendo justo ahora en nuestro planeta”, agregó.
Schletz estuvo en la cuarta edición del World Youth Forum (WYF), en la ciudad de Sharm el-Sheikh, en Egipto, un evento que, durante tres días, reunió a jóvenes y figuras de todo el mundo para hablar sobre el cambio climático, derechos humanos y tecnología. “Contamos con un aprendizaje tecnológico que ya gobierna nuestras redes sociales, y que también podemos emplear para actualizar y verificar datos, así como para predecir qué debemos cambiar para respaldar la formulación de políticas”, comentó el investigador.
Karim Hesham Tarraf, CEO de Hawa Dawa, una compañía egipcia que implementa tecnología de sensores de última generación para medir la calidad del aire, dijo que la inteligencia artificial (IA) es clave a la hora de luchar contra el cambio climático: “Utilizamos este tipo de tecnología en muchas áreas en las que podemos recopilar datos no solo sobre contaminantes, sino también del tráfico del viento, de modo que podemos rastrear los puntos críticos para crear políticas y estrategias a corto plazo”.
A lo que Akeel Hajat, director y consultor senior en C12, una compañía en Malawi que brinda evaluaciones de impacto ambiental y reducción del riesgo, agregó que el sector privado tiene un papel absolutamente crítico en el cambio climático, particularmente en el contexto africano. “Le daré dos ejemplos: el gran impacto del proyecto hidroeléctrico Mpatamanga, que efectivamente duplica el suministro de electricidad del país y que resultó de una asociación del sector público y privado. Y el Proyecto de Transformación de la Cuenca del Río, que proporciona infraestructura de riego a dos distritos del sur y a una multitud de agricultores, nuevamente, a través del sector privado”, comentó Hajat.
Sus propuestas son claves por varias razones. Primero, porque con el WYF Egipto se prepara para el COP27 de 2022 en la ciudad de Sharm el-Sheikh. Además, son voces relativamente jóvenes, al frente de emprendimientos que apuntan a resolver problemas globales, en medio de un evento en el que, sin embargo, gran parte de los panelistas no se han destacado precisamente por su juventud. La agenda, que ha tenido en paralelo talleres y sesiones de trabajo con la participación de jóvenes, ha abordado el asunto climático, particularmente sensible en la región.
“El mundo fue testigo de 10 grandes desastres que, entre 2020 y 2021, generaron pérdidas por más de US$70 mil millones. Estamos ante un problema que amenaza a toda la humanidad”, agregó el primer ministro de Egipto, Mostafá Madbuli. A su intervención se unieron personajes como John Kerry, enviado especial de Estados Unidos para el clima; Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de la ONU para el Medio Ambiente, y Cassie Flynn, asesora estratégica en cambio climático para el PNUD.
“En promedio, un bebé nacido en 2020 se enfrentará a dos veces más incendios forestales, tres veces más inundaciones de ríos y siete veces más olas de calor”, comentó por su parte Yolanda Wright, directora global de Pobreza Infantil, Clima y Urbanismo en Save the Children. “También observamos una diferenciación regional, y es pertinente reconocer, justo ahora en el WYF en Egipto, que para cuatro países de Oriente Medio habrá más eventos extremos: hasta nueve veces más olas de calor y tres veces más inundaciones en esa región del mundo”, sostuvo.
Basta con ver los paisajes egipcios para notar que el país está ante una amenaza mayor por el cambio climático. Si se viaja de noche por el Sinaí del Sur, verá desde el cielo una oscura inmensidad. Para los que vivimos en América Latina la vista nocturna podría confundirse con kilómetros de mar o selva, que se iluminan cada tanto por zonas urbanas. Cerca del 96 % del área del país es desértica, por lo que sus habitantes dependen en gran medida del Nilo, amenazado por la contaminación, el cambio climático y la creciente población.
“Las expectativas indican que alrededor de 325 millones de personas sufrirán pobreza extrema en el mundo debido al cambio climático, así como 216 millones se verán obligadas a la migración interna debido a la crisis climática y la desertificación”, comentó Madbuli en el WYF. Su país enfrenta una doble amenaza: escasez de agua y aumento del nivel del mar.
“Algunos estudios sugieren que el incremento de las tasas de evaporación debido al aumento de las temperaturas podría disminuir la disponibilidad de agua hasta en un 70 %, mientras otros informes sugieren que el aumento de las precipitaciones en las tierras altas de Etiopía y la cuenca del Nilo Azul puede subir los flujos entre un 15 y 25 %”, se lee en un informe del Banco Mundial publicado en 2020. Un asunto que ya afecta el día a día de los egipcios.
Mohamed Shubek aseguró que perdió casi el 60 % de su cosecha. Hasta hace cuatro años tenía un campo productivo y cosechas abundantes en Fayoum. Pero desde 2017, la desertificación arrasó con sus tierras, dejando infértiles a la mitad de sus 3,5 feddans (acres). “Solía cosechar hasta diez toneladas de aceitunas por feddan. Este año solo hice unos 150 kilogramos. Es una completa devastación”, contó Shubek a Open Democracy. El panorama no es alentador para este agricultor de 47 años: la desertificación afecta a 3,5 feddans por hora en Egipto, una tasa alarmante en un país en el que menos del 3 % de su tierra es cultivable.
En la región hay una discusión que podría resultar en el primer gran conflicto por el agua en el mundo: el futuro del Nilo. Egipto es uno de los países con menos agua a escala global, un asunto que, según las autoridades del país, podría ser aún peor tras la implementación de la Gran Represa del Renacimiento de Etiopía. “Egipto teme que el llenado continuo de la represa, en ausencia de cualquier acuerdo, reduzca el flujo de agua del Nilo, del que depende el 95 % del país, mientras que a Sudán le preocupa que las acciones unilaterales de Etiopía pongan en peligro sus propias represas”, explicó el periodista del medio Ahram Doaa El-Bey.
¿Y las propuestas de Egipto?
Hidrógeno verde, bonos verdes y desalinización del agua son algunos de los proyectos claves. “El objetivo es que el 20 % de la energía de Egipto sea renovable para final de este año. Para 2033, queremos que esa cifra llegue hasta el 43 %. El país también busca que el gas llegue a todas las zonas de Egipto para sustituir el butano e impulsar otras metas, como fabricar el primer carro egipcio con energía solar”, sostuvo el primer ministro.
* Enviada especial. Artículo posible por invitación del World Youth Forum.
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