La más reciente y mortífera guerra en Gaza comenzó el pasado 7 de octubre, pero el conflicto entre Palestina e Israel se inició desde mucho antes.

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, el 14 de mayo de 1948, se declaró de manera oficial la creación del Estado de Israel. Esto, luego de que alrededor de 136.000 sobrevivientes y desplazados del Holocausto, guiados por la ideología del sionismo –que defiende el derecho a establecer un Estado judío– acogieran el territorio palestino asignado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en noviembre de 1947 para rehacer su vida.

A pesar de que en aquel momento los israelíes representaban un tercio del total de la población de Palestina, los judíos recibieron el 56 % del territorio, mientras que el resto de los habitantes —de mayoría musulmana— quedaron con el 43 %.

En las siguientes décadas estallaron varios conflictos, como la primera guerra árabe-israelí en 1948, la guerra de los seis días en 1967 y la del Yom Kipur en 1973, que acabarían con el mismo resultado: la victoria israelí y el fortalecimiento del plan de ocupación y anexión de los territorios palestinos.

A pesar de los Acuerdos de Oslo de 1993, que establecían la retirada de las fuerzas israelíes y el traspaso de soberanía de las zonas ocupadas a la Autoridad Nacional Palestina, colonos israelíes han construido decenas de asentamientos ilegales. En 2002 comenzó a levantar un muro en el territorio ocupado y siguió controlando los asuntos exteriores, la defensa, las fronteras y los puntos de cruce con Egipto y Jordania.

La victoria electoral de Hamás en 2006 y la expulsión de la Autoridad Palestina aumentó las tensiones con Israel, que en un intento por contener al grupo islamista bloqueó la Franja por tierra, mar y aire. El enclave se convirtió en una zona inhabitable, según la propia ONU.