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Joe Biden prometió esquivar el iceberg, ¿pero cómo?

El presidente número 46° en la historia de Estados Unidos asume el mando del país con tantos problemas en la agenda, que analistas se preguntan: ¿cómo hará para superarlos?

César Sabogal / Washington D. C.
21 de enero de 2021 - 02:00 a. m.
Durante su discurso, el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hizo un llamado a la unión en tiempos de radicalización ideológica.
Durante su discurso, el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden, hizo un llamado a la unión en tiempos de radicalización ideológica.
Foto: AFP - Agencia AFP
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Joe Biden es ya, oficialmente, el hombre más poderoso del planeta. Ayer, durante la emotiva e hipercustodiada ceremonia de transmisión de mando, se ciñó al libreto: en su primera presentación oficial como mandatario, Biden llamó a poner fin a la “guerra civil” de su pueblo, prometió enderezar el rumbo del país, llevar alivio a las víctimas de la pandemia, dio esperanza a los inmigrantes, formuló veladas críticas a su antecesor, aplaudió a los artistas que participaron de la ceremonia y prometió que con él al mando esta vez sí Estados Unidos de América volverá a ser una nación grande. Pero la pomposa ceremonia terminó. Y de inmediato comenzó la cuenta regresiva de cuatro años para que este líder septuagenario, de aspecto bonachón, encuentre la manera de cumplirle a su pueblo.

“Nuestra historia ha sido una pelea constante entre el ideal estadounidense de que todos fuimos creados iguales y la fea y dura realidad de que el racismo, el nacionalismo, el miedo y la demonización nos han separado desde hace tiempo. La batalla es perenne y la victoria no está garantizada”, advirtió el nuevo presidente que instó a los estadounidenses a superar las diferencias y a seguir las sabias palabras de su madre, de “ponerse en el zapato del otro”. En la práctica, Joe Biden necesitará más que los dichos de su progenitora para convencer a casi la mitad de los furiosos votantes de su país, seguidores de Donald Trump, que hoy están convencidos de que su presidencia es ilegal y producto de un fraude.

Además, a las 8:47 de la mañana, hora de Washington, Donald Trump salió de la Casa Blanca y minutos más tarde, justo antes de abordar el Air Force One, lanzó una advertencia: “Tengan la seguridad de que regresaré”, amenazó desde la base militar Andrews en un mensaje que fue interpretado como su anuncio de que lejos del retiro, se convertirá en una piedra en el zapato para la nueva administración Biden-Harris.

“Creo que hoy es un día feliz”, opinó Sheila Callahan, residente en el centro de Washington. “Cuando el helicóptero de Trump despegó de la Casa Blanca la gente subió a aplaudir al tejado”, dijo.

Pero el ahora presidente también lanzó duras críticas a su predecesor. Sin nombrarlo, Biden habló durante su posesión de las mentiras (de Trump). “Las últimas semanas y meses nos han enseñado una dolorosa lección. Está la verdad y hay mentiras, mentiras que se dicen para conseguir poder y beneficios. Y cada uno de nosotros tiene un deber y una responsabilidad como ciudadanos, como estadounidenses y especialmente como líderes -líderes que han jurado honrar la Constitución y proteger nuestro país- de defender la verdad y derrotar las mentiras”. Este ataque directo a Trump fue aplaudido por los asistentes.

En vez de ser recibido por una multitud de seguidores, el estreno de Joe Biden como presidente de Estados Unidos estuvo rodeado de barreras de metal, agentes de seguridad con mascarilla y un Washington de aspecto distópico muy lejos del ambiente festivo que caracteriza normalmente el día de la toma de posesión.

El ahora presidente asume en momentos en que la pandemia por el COVID-19 golpea a su país más que a cualquier otro territorio en el mundo. Lo hace también cuando se vislumbra una dolorosa recesión económica y mientras el mundo padece las consecuencias del cambio climático, un problema enorme que su antecesor desoyó pese a que su país tiene gran responsabilidad.

Biden sabe que la casa está en llamas. Es por ello que las acciones que adopte junto a su fórmula vicepresidencial, Kamala Harris, durante sus primeros 100 días de gobierno serán “fundamentales” para acelerar el fin de la pandemia y sentar las bases de una recuperación económica.

Analistas en Washington reconocen que no la tiene fácil y le aconsejan al nuevo presidente reconocer que siendo vicepresidente de Barack Obama, su jefe adoptó medidas bien intencionadas, pero que se quedaron cortas a la hora de ejecución por la timidez y falta de contundencia con las que se llevaron a cabo.”Donde el enfoque de la administración Obama fue con demasiada frecuencia inteligente y sembrado de torpeza presupuestaria, la fórmula de Biden debería adoptar lo opuesto: grande, rápido y simple”, señaló Derek Thompson, del influyente centro de pensamiento Atlantic Council.

“Biden puede rectificar los errores de la administración Obama poniendo el peso, la velocidad y la simplicidad en el centro de su agenda (…). Acelerar la distribución de vacunas y preparar a las familias para gastar cuando la economía se abra deben ser las prioridades de Biden”, añadió.

En su intento para demostrar que está preparado para asumir los retos, aun antes de su posesión Biden anunció una serie de acciones ejecutivas que comenzaron a regir inmediatamente después de su juramento. La mayoría de estas buscan echar para atrás las erráticas acciones de Trump en temas claves, como el del cambio climático, la inmigración y la respuesta al coronavirus.

Sin embargo, Biden también afronta otro gran problema: debido a la mala comunicación y nula disposición de su antecesor a colaborar con el empalme, su equipo no tiene un diagnóstico real de los problemas que deberá enfrentar su administración.

La ceremonia transcurrió en medio de un operativo de seguridad sin precedentes. Pese a que en la mañana del miércoles la Corte Suprema de Justicia, ubicada frente al Capitolio, recibió una falsa amenaza de bomba, el edificio no fue evacuado. Las autoridades tampoco anunciaron la realización de manifestaciones o alteraciones, como lo habían anunciado en redes sociales los seguidores de Trump.

Las fuertes medidas de seguridad hicieron que el contingente de unos 25.000 miembros de la Guardia Nacional desplegados superara, de lejos, a los asistentes al acto, a los que se pidió permanecer alejados, debido a la alta incidencia de la pandemia en Estados Unidos y a los temores de violencia.

La mayoría de estadounidenses siguieron la ceremonia de toma de posesión a través de la televisión o las redes sociales.

Esta vez la multitud se vio notablemente reducida por culpa de la pandemia. Si normalmente se distribuían 200.000 entradas entre los legisladores, para repartirlas entre sus electores, este año solo hubo un pase disponible para cada uno de los 535 miembros del Congreso, junto a un invitado.

Por César Sabogal / Washington D. C.

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ERWIN(18151)21 de enero de 2021 - 11:53 a. m.
es una persona decente .. ya es ganancia
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