La censura como forma de contención de las protestas en China
Desde editar retransmisiones de partidos de fútbol hasta boicotear información en redes sociales y detener y golpear a un periodista han estado entre las acciones que se han denunciado.
Por su expansión territorial, las protestas que se han multiplicado en distintas ciudades de China en los últimos días han sido catalogadas como las más grandes desde las movilizaciones prodemocracia de 1989, que derivaron en la masacre de Tiananmen.
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Por su expansión territorial, las protestas que se han multiplicado en distintas ciudades de China en los últimos días han sido catalogadas como las más grandes desde las movilizaciones prodemocracia de 1989, que derivaron en la masacre de Tiananmen.
Las personas han salido a las calles de Pekín, Shanghái, Wuhan, entre otras, a manifestarse en contra de la política de covid cero —que ha impuesto cuarentenas y pruebas diagnósticas masivas—, los efectos en la economía y, más recientemente, las denuncias por la demora en la atención de un incendio que dejó 10 personas muertas, que estaban confinadas en sus casas, en la ciudad de Urumqi el pasado jueves.
Organizaciones como Human Rights Watch (HRW) han pedido a las autoridades chinas respetar el derecho a la protesta permitiendo a las personas expresarse de forma pacífica y sin que la respuesta sea la represión. La misma entidad hizo referencia a los reportes no solo de la dispersión de las protestas por parte de la policía en ciudades como Shanghái, sino de denuncias sobre personas que habrían sido llevadas en vehículos por la fuerza.
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Varias particularidades han marcado esta ola de protestas. Por ejemplo, como señala la misma HRW, “si bien las protestas a pequeña escala por abusos concretos del Gobierno ocurren ocasionalmente en China, es extremadamente raro que las personas pidan públicamente que el presidente Xi Jinping renuncie o que se ponga fin al Gobierno del Partido Comunista”. Lo que no parece ser tan novedoso, pero sí profundamente preocupante, es el protagonismo que ha tenido la censura en esta serie de acontecimientos.
El espectro es amplio y parte desde algo tan insólito como censurar las imágenes en las que aparecen hinchas sin tapabocas en retransmisiones de los partidos del Mundial de Catar. La AFP pudo constatar que la cadena CCTV reemplazó en el partido Japón-Costa Rica los cuadros en que la gente se veía demasiado cerca y aglomerada con otros planos jugadores o del público desde un punto de vista más lejano.
Una táctica de más vieja data, pero que parece haber alcanzado nuevas dimensiones, es el spam en Twitter. Durante el fin de semana en medio de las protestas, y por varias horas, cualquier usuario que tratara de buscar en la red social los nombres de varias de las principales ciudades en China se habría encontrado con información para adultos: contenidos pornográficos, anuncios de servicios de acompañantes, entre muchos otros, reportaron medios como The Washington Post.
Esto habría sido el producto de la resurrección súbita de un montón de cuentas, que se cree están vinculadas con el gobierno chino, con el claro objetivo de boicotear el acceso a la información. Según una fuente del medio estadounidense, un trabajador recientemente despedido de Twitter que pidió la reserva de su identidad, “no es la primera vez que cuentas sospechosas de estar conectadas con el gobierno utilizan la técnica”. La diferencia es que el pasado el objetivo del spam habían sido cuentas o grupos específicos.
The Washington Post recordó que, con los despidos y renuncias masivas en Twitter, con motivo de la llegada de Elon Musk a la dirección, el personal de la empresa se redujo de alrededor de 7500 a aproximadamente 2000, según estimaciones de los empleados que quedan. Por esto mismo, los equipos encargados de monitorear asuntos relacionados con derechos humanos u operaciones sospechosas de injerencia extranjera se han contraído drásticamente, incluso a pácticamente cero.
La censura ha tomado formas más evidentes y brutales, como la detención y la golpiza por parte de la policía de la que fue víctima un reportero de la BBC en Shanghái. Mientras que el ministro británico de Empresas, Grant Shapps, consideró “inaceptable” y “preocupante” esta situación, la BBC se dijo “extremadamente preocupada por el trato a nuestro periodista Ed Lawrence, quien fue detenido y esposado mientras cubría las protestas en Shanghái”, según un portavoz de la cadena que envió una declaración por escrito a la AFP.
En medio de todo esto, empuñar papeles en blanco ha vuelto a surgir como una forma de rechazar la censura. Se trata de un recurso utilizado ya en las protestas contra las medidas de seguridad nacional adoptadas en Hong Kong en 2020. La idea detrás de este símbolo es manifestarse a través de carteles que “no dicen nada”, para no darles “motivos” a las autoridades. “¿Me van a arrestar por sostener un cartel que no dice nada?”, le manifestó una ciudadana a la BBC.
China, la última gran economía que sigue apostando por el covid cero, después de casi tres años parece haberse hartado de las estrictas restricciones, que han coartado libertades, limitado el acceso a alimentos y bienes de primera necesidad e incluso, como se denuncia, cobrado varias vidas.
La expectativa de que tras la celebración del Congreso del Partido Comunista chino y un nuevo periodo de Xi Jinping en el poder se relajaran las medidas, como cuenta El País, de España, se ha eclipsado con el nombramiento de Li Qiang como el segundo hombre en el partido. “Li fue el artífice del draconiano confinamiento de Shanghái, que durante más de dos meses encerró a 25 millones de habitantes del corazón financiero del país, provocando un enorme descontento”, escribió Inma Bonet en el medio español.
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