La crisis humanitaria en Afganistán tras dos años del régimen talibán
Desde agosto del 2021, la ley Sharía o ley islámica se ha impuesto de manera estricta. Varias organizaciones internacionales han reportado un retroceso en los derechos de las mujeres y en el bienestar de los afganos, que sufren de desnutrición y no pueden acceder fácilmente a centros de salud.
Los talibanes tomaron el control de Afganistán el 15 de agosto de 2021, después de que Estados Unidos retirara sus tropas. Ese domingo, el grupo armado declaró su victoria cuando Ashraf Ghani, el entonces presidente, abandonó el país. Dos años después, más de 28 millones de personas, es decir, dos tercios de la población, necesitan ayuda humanitaria urgente, de acuerdo con Human Rights Watch (HRW).
“La población de Afganistán vive una pesadilla humanitaria y de derechos humanos bajo el régimen talibán. Los dirigentes talibanes deben cesar urgentemente sus normas y políticas abusivas, y la comunidad internacional debe exigir que rindan cuentas por las crisis actuales”, afirmó Fereshta Abbasi, investigadora de Afganistán de HRW.
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La guerra, fenómenos meteorológicos y las medidas de los talibanes han agudizado una situación que de por sí ya era grave. Todos estos factores son la causa de inseguridad alimentaria, uno de los temas más preocupantes en la población. De acuerdo con las Naciones Unidas (ONU), cuatro millones de personas sufren de desnutrición aguda, de las cuales el 80% corresponde a niños y niñas menores de 5 años.
Sin acceso a los derechos básicos
Médicos Sin Fronteras (MSF) indicó que muchos centros de salud no tienen el espacio suficiente para acomodar a la población, por lo que muchas personas deben viajar largas distancias para recibir atención médica gratuita. Sin embargo, estos viajes son costosos, sobre todo por la situación económica del país, por lo que muchas personas deciden no hacerlos hasta que su condición empeore.
“Antes de que los talibanes se tomaran el poder y establecieran el Emirato Islámico de Afganistán (EIA), el sistema de salud ya estaba bajo presión, pues carecía del personal y la financiación suficientes; y era incapaz de satisfacer las necesidades de la población. Las cosas no han hecho más que empeorar desde entonces, entre otras cosas por las lagunas en la financiación internacional y las prioridades del EIA”, explicó MSF.
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Los obstáculos para acceder a servicios de salud han incrementado, especialmente para las mujeres afganas, por las prohibiciones y prácticas culturales que han implementado los talibanes. La misma estructura se ha visto afectada, pues por las restricciones para que las mujeres puedan acceder a educación superior, hay menos especialistas médicas que puedan apoyar en proyectos en otras regiones.
Mujeres y niñas han sido las más afectadas por la crisis humanitaria. Además de que no pueden pisar los colegios, tampoco pueden acceder a las universidades ni a trabajos en ONG locales e internacionales, a menos de que sea para la salud, la nutrición o la educación. Esto ha hecho que no puedan tener medios de subsistencia y, en muchos casos, que enfrenten aún más dificultades para acceder a alimentos y vivienda.
La vida de quienes han huido
Tan solo un año después de la toma del poder del régimen talibán, 900.000 mil personas habían huido, de acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados. Han llegado a Pakistán, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Turquía para escapar de los talibanes. Sin embargo, viven en condiciones terribles.
Bandas criminales de Irán secuestran y torturan a los migrantes afganos que quieren cruzar la frontera entre Irán y Turquía para llegar a Europa, reportó la BBC en junio de este año. Las familias de las víctimas son extorsionadas y tienen que pagar grandes cantidades de dinero para su liberación.
Además, los migrantes tienen que enfrentarse al muro en la frontera turco-iraní, vigilada por la Unión Europea y fortificada con alambres de púas y sensores. Quienes han sido víctimas de las bandas criminales iraníes reportan que las autoridades turcas los obligan a cruzar la frontera por la noche. De acuerdo con Mahmut Kagan, abogado turco que representa a los solicitantes de asilo, esto aumenta la vulnerabilidad de los migrantes ante las pandillas que buscan explotar a las personas.
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La impunidad del régimen talibán
Muchos medios de comunicación han cerrado desde el 2021. Los periodistas se enfrentan a detenciones arbitrarias, reclusión ilegítima y tortura si ofrecen un punto de vista crítico. Incluso, se han bloqueado las emisiones de medios internacionales, lo que ha dificultado aún más el acceso a la información, de acuerdo con HRW.
Profesar otras religiones bajo el régimen ha puesto en la mira a grupos étnicos y religiosos, que viven bajo ataques selectivos y sistemáticos en centros religiosos y educativos, según Amnistía Internacional. En estos casos, las autoridades no investigaron los ataques y eliminaron las medidas de seguridad que tenían los grupos minoritarios para su protección.
“En la estructura del gobierno talibán no había cabida para la justicia, verdad y reparación por los crímenes de derecho internacional o las violaciones de derechos humanos”, afirma Amnistía Internacional.
La población civil sigue enfrentándose a la posibilidad de morir a las manos del régimen por delitos como robo, relaciones “ilegítimas” y violación de las normas sociales. Las violaciones a los derechos humanos no son investigadas ni enjuiciadas desde que el régimen entró al poder.
Los talibanes prometieron que tendrían una forma de gobierno más inclusiva, pero los sistemas de segregación contra mujeres y otras minorías persisten, de acuerdo con la ONU. Varias organizaciones de derechos humanos han hecho un llamado a los Estados para que presionen al régimen para que restablezca los derechos fundamentales de los afganos, pero no ha habido respuesta.
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Los talibanes tomaron el control de Afganistán el 15 de agosto de 2021, después de que Estados Unidos retirara sus tropas. Ese domingo, el grupo armado declaró su victoria cuando Ashraf Ghani, el entonces presidente, abandonó el país. Dos años después, más de 28 millones de personas, es decir, dos tercios de la población, necesitan ayuda humanitaria urgente, de acuerdo con Human Rights Watch (HRW).
“La población de Afganistán vive una pesadilla humanitaria y de derechos humanos bajo el régimen talibán. Los dirigentes talibanes deben cesar urgentemente sus normas y políticas abusivas, y la comunidad internacional debe exigir que rindan cuentas por las crisis actuales”, afirmó Fereshta Abbasi, investigadora de Afganistán de HRW.
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La guerra, fenómenos meteorológicos y las medidas de los talibanes han agudizado una situación que de por sí ya era grave. Todos estos factores son la causa de inseguridad alimentaria, uno de los temas más preocupantes en la población. De acuerdo con las Naciones Unidas (ONU), cuatro millones de personas sufren de desnutrición aguda, de las cuales el 80% corresponde a niños y niñas menores de 5 años.
Sin acceso a los derechos básicos
Médicos Sin Fronteras (MSF) indicó que muchos centros de salud no tienen el espacio suficiente para acomodar a la población, por lo que muchas personas deben viajar largas distancias para recibir atención médica gratuita. Sin embargo, estos viajes son costosos, sobre todo por la situación económica del país, por lo que muchas personas deciden no hacerlos hasta que su condición empeore.
“Antes de que los talibanes se tomaran el poder y establecieran el Emirato Islámico de Afganistán (EIA), el sistema de salud ya estaba bajo presión, pues carecía del personal y la financiación suficientes; y era incapaz de satisfacer las necesidades de la población. Las cosas no han hecho más que empeorar desde entonces, entre otras cosas por las lagunas en la financiación internacional y las prioridades del EIA”, explicó MSF.
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Mujeres y niñas han sido las más afectadas por la crisis humanitaria. Además de que no pueden pisar los colegios, tampoco pueden acceder a las universidades ni a trabajos en ONG locales e internacionales, a menos de que sea para la salud, la nutrición o la educación. Esto ha hecho que no puedan tener medios de subsistencia y, en muchos casos, que enfrenten aún más dificultades para acceder a alimentos y vivienda.
La vida de quienes han huido
Tan solo un año después de la toma del poder del régimen talibán, 900.000 mil personas habían huido, de acuerdo con la Agencia de la ONU para los Refugiados. Han llegado a Pakistán, Emiratos Árabes Unidos, Irán y Turquía para escapar de los talibanes. Sin embargo, viven en condiciones terribles.
Bandas criminales de Irán secuestran y torturan a los migrantes afganos que quieren cruzar la frontera entre Irán y Turquía para llegar a Europa, reportó la BBC en junio de este año. Las familias de las víctimas son extorsionadas y tienen que pagar grandes cantidades de dinero para su liberación.
Además, los migrantes tienen que enfrentarse al muro en la frontera turco-iraní, vigilada por la Unión Europea y fortificada con alambres de púas y sensores. Quienes han sido víctimas de las bandas criminales iraníes reportan que las autoridades turcas los obligan a cruzar la frontera por la noche. De acuerdo con Mahmut Kagan, abogado turco que representa a los solicitantes de asilo, esto aumenta la vulnerabilidad de los migrantes ante las pandillas que buscan explotar a las personas.
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Profesar otras religiones bajo el régimen ha puesto en la mira a grupos étnicos y religiosos, que viven bajo ataques selectivos y sistemáticos en centros religiosos y educativos, según Amnistía Internacional. En estos casos, las autoridades no investigaron los ataques y eliminaron las medidas de seguridad que tenían los grupos minoritarios para su protección.
“En la estructura del gobierno talibán no había cabida para la justicia, verdad y reparación por los crímenes de derecho internacional o las violaciones de derechos humanos”, afirma Amnistía Internacional.
La población civil sigue enfrentándose a la posibilidad de morir a las manos del régimen por delitos como robo, relaciones “ilegítimas” y violación de las normas sociales. Las violaciones a los derechos humanos no son investigadas ni enjuiciadas desde que el régimen entró al poder.
Los talibanes prometieron que tendrían una forma de gobierno más inclusiva, pero los sistemas de segregación contra mujeres y otras minorías persisten, de acuerdo con la ONU. Varias organizaciones de derechos humanos han hecho un llamado a los Estados para que presionen al régimen para que restablezca los derechos fundamentales de los afganos, pero no ha habido respuesta.
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