“La desigualdad no es inevitable, es una elección política”: Oxfam
La ONG reveló que las mayores fortunas del mundo tan solo tardaron nueve meses en recuperar su nivel de riqueza, mientras que las personas en mayor situación de pobreza podrían necesitar más de una década para recuperarse de la crisis.
María Paula Ardila
Heba Shalan es madre de cinco hijos y enfermera. Vive en el campo de refugiados de Jabalia, al norte de la Franja de Gaza. “Tener que vivir de esta forma es angustiante. Temes por tu vida y por las de tus pacientes al mismo tiempo”, dijo la mujer de 40 años a Oxfam Internacional. Los centros médicos en Gaza, con fondos desesperadamente insuficientes, están luchando para hacer frente a la alta demanda de servicios, y muchas veces no pueden proporcionar a su personal el equipo de protección personal necesario, un problema que también afecta a millones de personas en el mundo. Desde el brote en Palestina, donde los casos de COVID-19 se acercan a 160.000, Heba vive con el miedo de transmitir el virus a su familia.
Le recomendamos: La eterna tarea pendiente de la desigualdad
“La mentira de que los mercados libres pueden proporcionar asistencia sanitaria para todos, la ficción de que el trabajo de cuidados no remunerado no es trabajo, el mito de que todos estamos en el mismo barco. Si bien todos flotamos en el mismo mar, está claro que algunos navegan en superyates mientras otros se aferran a desechos flotantes”, dijo António Guterres, secretario General de Naciones Unidas. Y es justamente lo que la oenegé Oxfam advierte en su informe El virus de la desigualdad: La pandemia de coronavirus tiene el potencial de agravar la desigualdad en prácticamente todos los países del mundo al mismo tiempo, una situación sin precedentes desde que existen registros.
En diálogo con El Espectador, Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, habla sobre cómo las mayores fortunas del mundo tan solo tardaron nueve meses en recuperar su nivel de riqueza, mientras que las personas en mayor situación de pobreza podrían necesitar más de una década para recuperarse de la crisis.
De acuerdo con datos de la ONG, el incremento de la fortuna de los 10 milmillonarios más ricos del mundo desde el inicio de la crisis bastaría para evitar que nadie cayera en la pobreza a causa de la pandemia. Mientras tanto, las zonas más pobres de países como Francia, España o India tienen las tasas de mortalidad y de contagio más altas.
¿Cuál es la proyección sobre el impacto de la pandemia en la pobreza mundial?
Durante la pandemia, y en plena crisis económica mundial, la riqueza de los milmillonarios ha experimentado un crecimiento enorme global: US$3,9 billones en nueve meses. Esto es porque las bolsas se recuperaron en ese tiempo y la mayoría de los milmillonarios tienen sus riquezas allí. Sin embargo, la economía real está siguiendo otro trayecto y se están perdiendo empleos y las empresas están entrando en quiebra, es ahí donde tenemos todos los fenómenos de aumento de pobreza.
Si no se hace nada, y seguimos en unos crecientes niveles de desigualdad, serían 500 millones de personas en el mundo que estarían llegando a mayores niveles de pobreza, y salir de esa pobreza podría tardar más de 10 años.
¿Cuál es la relación entre la educación y la desigualdad?
En 2020, más de 180 países cerraron temporalmente sus centros educativos y, en el peor momento, 1.700 millones de estudiantes dejaron de poder ir al colegio. Es probable, por ejemplo, que muchas niñas no regresen a clases después de la pandemia. Esto porque se dedicaron a otras labores y porque todavía las normas sociales y de género hacen que las familias tengan diferentes expectativas sobre ellas. En ciertas partes del mundo hay un aumento enorme de matrimonio temprano, por ejemplo, esta es una de las formas en las que las familias sobreviven a las situaciones de crisis. Según las estimaciones, la pandemia revertirá los avances realizados durante los últimos veinte años en relación a la educación de las niñas, lo cual se traducirá en un incremento de la pobreza y la desigualdad. Hay un retroceso en la inclusión de las niñas, y lo mismo pasa en las comunidades marginalizadas por raza o etnia.
¿Cómo la pandemia profundizó la desigualdad en América Latina?
La desigualdad económica tiene un costo humano inmenso, especialmente durante una pandemia. El 27 % de todas las muertes por COVID -19 ocurrieron en América Latina y el Caribe, pese a que la región representa solo el 8 % de la población mundial. De hecho, en Estados Unidos la población latina y negra tiene más probabilidades de morir por COVID-19 que la población blanca. Algo similar ocurre en Brasil, donde la población afrodescendiente tiene 40 % más de probabilidades de morir por COVID-19 que las personas blancas. Y es posible que las mismas cifras de Brasil apliquen en Colombia, donde se sabe que hay muchas barreras para el acceso al sistema de salud para las comunidades indígenas y afros.
En términos económicos, en Colombia tres billonarios han visto sus fortunas crecer por $9,733,916,666,667 (cifra de Oxfam con estimaciones de las cifras disponibles en Forbes y ONU); con ese monto se podrían entregar casi $2 millones a los 5,1 millones de personas más pobres del país.
Le recomendamos: ¿Por qué es importante seguir hablando de desigualdad en la pandemia
¿Cuáles serían algunas soluciones para luchar contra la desigualdad en la región?
Hay que repensar la economía. No podemos seguir hablando solamente de crecimiento económico porque el beneficio es totalmente desigual. Ese mismo crecimiento en un país con mayor distribución del ingreso sí genera un bienestar más generalizado. Y los ejemplos se conocen desde hace tiempo y son los países escandinavos donde a la vez hay mayor equidad de género y donde la economía del cuidado está trabajada de otra manera. Se dice que si uno habla de redistribución y mayor igualdad, entonces significa que se está en contra del sistema, pero este puede funcionar de una manera mucho más distributiva para tener una mayor inversión en los sistemas de protección social, acceso a la salud, educación de calidad y seguro al desempleo.
Se requiere tener una mayor base de recaudo y, de hecho, Colombia tiene una de las menores bases de recaudo con el sistema actual. Argentina, por ejemplo, tomó la opción de introducir un impuesto a las grandes fortunas para la recuperación del COVID-19. La desigualdad no es inevitable, sino una mera elección política.
Los gobiernos de todo el mundo deben aprovechar esta oportunidad para construir economías más equitativas e inclusivas que sirvan para proteger el planeta y poner fin a la pobreza. Estas medidas no deben ser soluciones temporales que se aplican solo durante situaciones desesperadas, sino una nueva normalidad para que nuestros modelos económicos estén verdaderamente al servicio de todas las personas y no solo de una minoría privilegiada.
Heba Shalan es madre de cinco hijos y enfermera. Vive en el campo de refugiados de Jabalia, al norte de la Franja de Gaza. “Tener que vivir de esta forma es angustiante. Temes por tu vida y por las de tus pacientes al mismo tiempo”, dijo la mujer de 40 años a Oxfam Internacional. Los centros médicos en Gaza, con fondos desesperadamente insuficientes, están luchando para hacer frente a la alta demanda de servicios, y muchas veces no pueden proporcionar a su personal el equipo de protección personal necesario, un problema que también afecta a millones de personas en el mundo. Desde el brote en Palestina, donde los casos de COVID-19 se acercan a 160.000, Heba vive con el miedo de transmitir el virus a su familia.
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“La mentira de que los mercados libres pueden proporcionar asistencia sanitaria para todos, la ficción de que el trabajo de cuidados no remunerado no es trabajo, el mito de que todos estamos en el mismo barco. Si bien todos flotamos en el mismo mar, está claro que algunos navegan en superyates mientras otros se aferran a desechos flotantes”, dijo António Guterres, secretario General de Naciones Unidas. Y es justamente lo que la oenegé Oxfam advierte en su informe El virus de la desigualdad: La pandemia de coronavirus tiene el potencial de agravar la desigualdad en prácticamente todos los países del mundo al mismo tiempo, una situación sin precedentes desde que existen registros.
En diálogo con El Espectador, Gabriela Bucher, directora ejecutiva de Oxfam Internacional, habla sobre cómo las mayores fortunas del mundo tan solo tardaron nueve meses en recuperar su nivel de riqueza, mientras que las personas en mayor situación de pobreza podrían necesitar más de una década para recuperarse de la crisis.
De acuerdo con datos de la ONG, el incremento de la fortuna de los 10 milmillonarios más ricos del mundo desde el inicio de la crisis bastaría para evitar que nadie cayera en la pobreza a causa de la pandemia. Mientras tanto, las zonas más pobres de países como Francia, España o India tienen las tasas de mortalidad y de contagio más altas.
¿Cuál es la proyección sobre el impacto de la pandemia en la pobreza mundial?
Durante la pandemia, y en plena crisis económica mundial, la riqueza de los milmillonarios ha experimentado un crecimiento enorme global: US$3,9 billones en nueve meses. Esto es porque las bolsas se recuperaron en ese tiempo y la mayoría de los milmillonarios tienen sus riquezas allí. Sin embargo, la economía real está siguiendo otro trayecto y se están perdiendo empleos y las empresas están entrando en quiebra, es ahí donde tenemos todos los fenómenos de aumento de pobreza.
Si no se hace nada, y seguimos en unos crecientes niveles de desigualdad, serían 500 millones de personas en el mundo que estarían llegando a mayores niveles de pobreza, y salir de esa pobreza podría tardar más de 10 años.
¿Cuál es la relación entre la educación y la desigualdad?
En 2020, más de 180 países cerraron temporalmente sus centros educativos y, en el peor momento, 1.700 millones de estudiantes dejaron de poder ir al colegio. Es probable, por ejemplo, que muchas niñas no regresen a clases después de la pandemia. Esto porque se dedicaron a otras labores y porque todavía las normas sociales y de género hacen que las familias tengan diferentes expectativas sobre ellas. En ciertas partes del mundo hay un aumento enorme de matrimonio temprano, por ejemplo, esta es una de las formas en las que las familias sobreviven a las situaciones de crisis. Según las estimaciones, la pandemia revertirá los avances realizados durante los últimos veinte años en relación a la educación de las niñas, lo cual se traducirá en un incremento de la pobreza y la desigualdad. Hay un retroceso en la inclusión de las niñas, y lo mismo pasa en las comunidades marginalizadas por raza o etnia.
¿Cómo la pandemia profundizó la desigualdad en América Latina?
La desigualdad económica tiene un costo humano inmenso, especialmente durante una pandemia. El 27 % de todas las muertes por COVID -19 ocurrieron en América Latina y el Caribe, pese a que la región representa solo el 8 % de la población mundial. De hecho, en Estados Unidos la población latina y negra tiene más probabilidades de morir por COVID-19 que la población blanca. Algo similar ocurre en Brasil, donde la población afrodescendiente tiene 40 % más de probabilidades de morir por COVID-19 que las personas blancas. Y es posible que las mismas cifras de Brasil apliquen en Colombia, donde se sabe que hay muchas barreras para el acceso al sistema de salud para las comunidades indígenas y afros.
En términos económicos, en Colombia tres billonarios han visto sus fortunas crecer por $9,733,916,666,667 (cifra de Oxfam con estimaciones de las cifras disponibles en Forbes y ONU); con ese monto se podrían entregar casi $2 millones a los 5,1 millones de personas más pobres del país.
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¿Cuáles serían algunas soluciones para luchar contra la desigualdad en la región?
Hay que repensar la economía. No podemos seguir hablando solamente de crecimiento económico porque el beneficio es totalmente desigual. Ese mismo crecimiento en un país con mayor distribución del ingreso sí genera un bienestar más generalizado. Y los ejemplos se conocen desde hace tiempo y son los países escandinavos donde a la vez hay mayor equidad de género y donde la economía del cuidado está trabajada de otra manera. Se dice que si uno habla de redistribución y mayor igualdad, entonces significa que se está en contra del sistema, pero este puede funcionar de una manera mucho más distributiva para tener una mayor inversión en los sistemas de protección social, acceso a la salud, educación de calidad y seguro al desempleo.
Se requiere tener una mayor base de recaudo y, de hecho, Colombia tiene una de las menores bases de recaudo con el sistema actual. Argentina, por ejemplo, tomó la opción de introducir un impuesto a las grandes fortunas para la recuperación del COVID-19. La desigualdad no es inevitable, sino una mera elección política.
Los gobiernos de todo el mundo deben aprovechar esta oportunidad para construir economías más equitativas e inclusivas que sirvan para proteger el planeta y poner fin a la pobreza. Estas medidas no deben ser soluciones temporales que se aplican solo durante situaciones desesperadas, sino una nueva normalidad para que nuestros modelos económicos estén verdaderamente al servicio de todas las personas y no solo de una minoría privilegiada.