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La geopolítica con una OTAN fortalecida

El encuentro en la capital española probablemente pasará a la historia como uno de los más exitosos. Finlandia y Suecia se alistan para entrar a la organización, bajo las condiciones de Turquía. En medio de todo esto, Putin parece, por lo menos, sin rumbo claro.

03 de julio de 2022 - 02:00 a. m.
Al frente, Magdalena Andersson, primera ministra sueca; Sauli Niinisto, presidente de Finlandia; Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, y Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN.  / AFP
Al frente, Magdalena Andersson, primera ministra sueca; Sauli Niinisto, presidente de Finlandia; Recep Tayyip Erdogan, presidente de Turquía, y Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN. / AFP
Foto: AFP - MURAT CETIN MUHURDAR

Rusia logró fortalecer a la OTAN. El enunciado puede sonar paradójico teniendo en cuenta que la cercanía de Ucrania con la alianza fundada en 1949, coqueteo visto por Moscú como una amenaza que había que frenar, fue una de las razones en las que Vladimir Putin sustentó el inicio de la ofensiva contra su país vecino a finales de febrero pasado. La cumbre de Madrid, que se llevó a cabo del 28 al 30 de junio y que, como escribió el colaborador de este diario Mario Luzón, implicó “el mayor despliegue de seguridad de la historia de España” y dejó el mensaje de que los 30 aliados y Occidente en general están más unidos que nunca. Como un “éxito” califica el analista Jesús Agreda Rudenko, profesor de la Universidad del Rosario, el desarrollo del encuentro.

“Veíamos cómo la OTAN se venía debilitando desde que Estados Unidos perdió el interés (…). Años después vemos cómo no solo no se va a disolver, sino que se va a fortalecer, ha redefinido sus objetivos ante la amenaza mucho más grande que enfrenta”. Y en esto tiene que ver no solo Rusia, sino también China. Por primera vez, la alianza atlántica puso el foco en la potencia asiática: “Las ambiciones declaradas y las políticas coercitivas de la República Popular China desafían nuestros intereses, seguridad y valores”, señala el nuevo Concepto Estratégico, la hoja de ruta de la OTAN para los próximos años. Aunque el secretario general de la organización, Jens Stoltenberg, aclaró que Pekín no es un “adversario”, se puede entender que la institución estará, por lo menos, atenta.

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Vladimir Rouvinski profesor de la Universidad Icesi, lo pone en términos de adaptación: “[La OTAN demostró ser] una estructura que tiene capacidades para ajustarse a nuevos escenarios; demostró que es una estructura más viva que nunca y que tiene capacidad para adaptarse”. En esto, Suecia y Finlandia no quieren quedarse atrás. “Ahora simplemente porque el escenario es urgente y peligroso no pueden estar por fuera”, concretó Rouvinski. Desde mayo, ambos países habían anunciado su intención de adherirse a la OTAN, lo que se había complicado por el veto de Turquía, que reprochaba la postura de estas naciones frente a “organizaciones terroristas” kurdas. Finalmente, el veto se levantó tras un acuerdo alcanzado esta semana en Madrid.

La invitación a Suecia y Finlandia para que entren a formar parte, hecha oficialmente el miércoles, es uno de los elementos que seguramente, para la historia, harán de esta una de las cumbres más importantes de la OTAN. Como explicaron Rob Picheta y Joshua Berlinger en CNN, el proceso continúa ahora con diálogos, la aceptación de las condiciones de adhesión por parte de los candidatos, para que luego los actuales Estados miembros firmen un protocolo, que debe ser ratificado en cada país; es decir, en 30 órganos parlamentarios. Como señalan los autores, el proceso suele durar un año. “Pero la guerra en Ucrania ha añadido una urgencia sin precedentes a la adhesión de Suecia y Finlandia, y el calendario podría acelerarse como resultado de ello”.

Sin embargo, por las condiciones de ese proceso y lo pactado con Ankara, Helsinki y Estocolmo aún no pueden cantar victoria. De hecho, el jueves, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, dijo: “Si cumplen con su deber, presentaremos [el memorándum] al Parlamento” para su aprobación, citó la AFP. “Si no lo hacen, es imposible para nosotros enviarlo al Parlamento”, advirtió. El acuerdo alcanzado entre los tres países incluye, entre otras cosas, la designación del PKK (Partido de los Trabajadores de Kurdistán) como organización terrorista. Asimismo, el compromiso de no apoyar a los aliados de estos en Siria: las YPG. El mismo miércoles, Turquía les exigió extraditar a 33 “terroristas”. Suecia respondió diciendo que las extradiciones solo se pueden llevar a cabo si son “compatibles con la ley sueca y la Convención europea en materia de extradición”, según la AFP.

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La respuesta de Rusia a la integración de Finlandia y Suecia ha sido ambigua. Apenas se hizo el anuncio, el miércoles, Putin señaló que no le “preocupaba” la adhesión de estos dos, pero advirtió: “En caso de que se desplieguen allí contingentes militares e infraestructuras militares, nos veremos obligados a responder de forma simétrica y a crear las mismas amenazas en los territorios de los que emanan las amenazas contra nosotros”. Asimismo, acusó a la OTAN de tener “ambiciones imperiales” y hegemónicas. “Ucrania y el bienestar del pueblo ucraniano no son el objetivo de Occidente ni de la OTAN, sino un medio para defender sus propios intereses”, dijo en su visita a Turkmenistán.

Para Agreda Rudenko, esto, por un lado, es demostración de que Putin “no puede aceptar públicamente que está perdiendo”; mientras que para Rouvinski sencillamente no se puede confiar en las palabras del líder ruso “porque ha actuado muchas veces de manera impulsiva, con poca lógica, y tiene que estar consciente de que en la guerra terrestre para el ejército ruso ha resultado todo muy confuso; mostró sus debilidades y no está en la posición de tratar de amenazar a Finlandia y Suecia; no tiene cómo. Sus palabras pueden demostrar un cansancio”.

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Pero, por otro lado, según Agreda Rudenko, la adhesión de esos dos países también ayuda a alimentar la narrativa del Kremlin según la cual la OTAN quiere acorralar a Rusia. Mientras tanto, la guerra en Ucrania parece extenderse sin ninguna salida clara; las negociaciones se estancaron porque, como dice Agreda, las posiciones siguen siendo totalmente contrarias: Ucrania espera la retirada rusa, en tanto que Moscú espera ganar territorio. Lo único claro es que ni el propio Putin parece tener un objetivo definido. “A veces da la impresión de que ni él sabe qué está buscando”, concluye Rouvinski.

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